Juana González. La pintura es una daga

NATALIA ALONSO ARDUENGO mirando a JUANA GONZÁLEZ

Las preguntas no son sólo verbales.
Cuando uno pinta, está haciendo preguntas, una tras otra.
John Berger

¿Cómo adentrarse en una pintura de Juana González sin caer en el extravío emocional? Su pintura subyuga y somete a vagar por la incertidumbre de lo representado, por una multiplicidad de significados entrecruzados. Su pintura parece bajar al inframundo, ¿o parece emerger de él? ¿Sus cuadros son purgatorio o son redención? Esa mitología propia que habita las obras brota como un géiser de lo más profundo. De los miedos, de la memoria, de la imaginación, del subconsciente. Revela lo soterrado, aquello que va más allá de la realidad inmediata y de nuestra percepción habitual de las cosas, del mundo. Su pintura supera la ceguera de la racionalidad eliminando cualquier tipo de filtro superficial para ir a la esencia más primigenia.

“Cazadora” 2019-20, óleo sobre lienzo, 200 x 170 cm.

«Riego” 2021, óleo sobre lienzo, 130 x 100 cm.

Entre los años 2015 y 2016, el crítico de arte y escritor John Berger y su hijo, el pintor Yves Berger, intercambiaron reflexiones sobre el arte en un agudo diálogo por correspondencia postal. Yves le escribió a John:

Hay muchas cosas que exceden a nuestro entendimiento. Mucho queda abierto en aquello que parece cerrado, o incluso lo está. Esta brecha entre nuestra conciencia y nuestros sentimientos, entre lo visible y lo invisible, entre lo dicho y lo no dicho, lleva a una especie de vértigo. Un vértigo que no está lejos de la oración ni de la locura. Esa es la zona donde me gustaría que nos encontráramos. ¿Te vienes?

Un lugar a medio camino entre la oración y la locura. Un lugar donde el vértigo de la existencia se materializa. ¿Vamos? Algunas cartas después John sentencia: «Los filósofos buscan respuestas; los artistas buscan y afrontan la duda. Los científicos establecen fórmulas; los artistas encuentran metáforas». Las artistas como Juana González buscan y afrontan la duda. Las artistas como Juana González encuentran metáforas.

“Brazo” 2021, óleo sobre lienzo, 200 x 150 cm.

“Apoyo” 2022, óleo sobre lienzo, 50 x 70 cm.

La suya es una pintura que formula preguntas, una tras otra. Pero, ¿ofrece respuestas? Quizás, cada respuesta encontrada suscite más preguntas. Irreductible a cualquier interpretación unívoca y excluyente, su obra no se supedita a una única lectura. Los significados pueden ser infinitos, tantos como espectadoras y espectadores que se aproximen el lienzo. Porque, ese paisaje mental de enorme potencial simbólico y caudal onírico que Juana González muestra ante nuestros ojos, no sólo proyecta la realidad interior de la artista como herencia del expresionismo alemán, sino que, en el fondo, los referentes plasmados constituyen arquetipos de una conciencia colectiva que va más allá de cualquier individualismo. Lo íntimo deviene universal.

“Padre” 2022, óleo sobre lienzo, 200 x 170 cm.

“Crisis” 2020, óleo sobre lienzo, 245 x 200 cm.

“Maleta” 2019, óleo sobre lienzo, 200 x 170 cm.

J .F. Martel en su ensayo Vindicación del arte en la era del artificio sostiene:

Las grandes obras de arte tienen la capacidad única de arrebatar la mente discursiva para llevarla a un nivel de realidad más expansivo que la dimensión del ego en la que habitamos normalmente. En este sentido, el arte es la transfiguración del mundo.

Más adelante añade:

El arte es la única herramienta verdaderamente eficaz de la que disponemos para acceder, en un contexto común, a la psique en sus mismos términos. Mi argumento es que revaluar el arte bajo este enfoque nos permite reorientarnos de forma individual y colectiva hacia modos de ser alternativos, que preparan el escenario para lo que Daniel Pinchbeck llama una nueva conciencia mítica, capaz de resolver problemas «a través del símbolo y la imagen, sin necesidad de explicación racional».

“Panes” 2022, óleo sobre lienzo, 170 x 200 cm.

“Meditación” 2017, óleo sobre lienzo, 200 x 170 cm.

Cualquier respuesta canónica ante sus lienzos es insuficiente. No hay conceptualización que satisfaga expectativas plenas y cerradas. Frente a la seguridad y las certezas asentadas, se impone el vértigo de Yves Berger. Y se impone, también, la autonomía del símbolo. Es una obra que reclama la anarquía de la mirada y de la interpretación. Es una obra que busca la grieta para operar en distintos niveles semióticos y expandir nuestra visión al margen de cualquier convencionalismo. Sólo hay que dejarse afectar. Luna Miguel en Leer mata dice: «Lo que leemos se nos contagia, aunque podamos portarlo toda una vida de manera asintomática». La pintura que vemos también se nos contagia, aunque no lo percibamos. Pero la somatización no se hará esperar. La pintura, como la lectura, es «una daga en el corazón» y las obras de Juana González penetran hasta lo más hondo del músculo cardiaco para dejarnos al borde mismo del abismo.

Natalia Alonso Arduengo. Bio MMM.
Juana González. Bio MMM. Web.