Judith Romero. La no maternidad: Una decisión que se construye en el tiempo.
DAYMA CRESPO mirando a JUDITH ROMERO
Primer Acto. Recuerdo mi reacción al descubrir sus fotografías, inmediatamente me llené de paz. No sabía de qué iban, ni el título de la serie, pero el equilibrio emocional y la mística que desprenden esos entornos femeninos me atrajo de inmediato. La idea de titular las piezas como las mujeres que las protagonizan llenaba –a mi entender– de intimidad y unicidad (de único) su propuesta y hacía que se sintiera frontal el intercambio con su obra. En efecto, lo personal devenía colectivo, y sin aún conocer a ese ser de luz que es Judith Romero, supe que había más que indagar en lo referente a sus estrategias visuales y discursivas.
Segundo Acto. El papel de la decisión. El que no sea algo preconcebido, inherente a la mujer, sino que se construya en el tiempo y bajo múltiples factores y circunstancias que acaban determinando. La antropología y el arte danzando de manera cómplice la misma canción desde el año 2014. Múltiples mujeres, diversos contextos, experiencias completamente diferentes; y una elección latente que va a contrapelo del “deber ser” social. Judith como aglutinante, como nexo.
Tercer Acto. Cuando se inauguran expos con las piezas de esta serie es como si se abriera el micrófono y se invitara a hablar sin tapujos. Judith milita, problematiza, deconstruye; pone elementos sobre la mesa y permite que las y los presentes hagan uso de ese conocimiento para transformar mentes y universos. También nos permite soñar con futuros inéditos, donde decidir no ser madre en México y el mundo sea una variable más, sin censuras ni estigmas.
Judith Romero nace en 1976 en Orizaba, Veracruz, pero desde los 18 años se traslada a Oaxaca, donde vive y produce su arte hasta la actualidad. Estudió en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, aunque sus búsquedas personales no tardaron en llevarla a los senderos del mundo editorial, donde acabó de convencerse de su amor por la fotografía. La serie “Otras mujeres: La decisión de no tener hijos» no solo mira a su arte, sino también a su vida, donde la elección de la no maternidad constituye un eje articulador de su poética visual y discursiva.
¿Qué significa ser una mujer artista comprometida con el feminismo en el México actual?
Podría responder: “No se nace feminista, se hace uno feminista”, parafraseando la conocida frase de Beauvoir. Ya que me ha tocado vivir múltiples desigualdades, desde el entorno familiar, la sociedad, la escuela, el trabajo, etc., hay momentos en que vas tomando conciencia de todo ello y de que tienes que enfrentarte a esas adversidades y nadar a contracorriente en una sociedad inequitativa. Y pienso que el arte puede ser el medio para poder cuestionar o expresar de una manera más aguda, sensible o crítica, temas que son controversiales, paradójicos o difíciles de abordar por su complejidad. Creo que es imposible hoy en día no valorar el gran legado que nos ha dejado el feminismo y las luchas de diversas mujeres. Hoy podríamos pensar más bien en múltiples feminismos. En mi obra busco primeramente la inclusión de las mujeres, el diálogo y la visibilización de sus experiencias, de sus posicionamientos, de sus perspectivas, ya que no han sido consideradas, quitándoles protagonismo y anulando su importante participación en toda(s) la(s) historia(s). A partir de esa intención es como construyo mis proyectos, que si bien al final contienen mi propia versión y sensibilidad, estos no dejan de estar enriquecidos por las historias, conversaciones e imaginarios de diversas mujeres.
¿Cómo nace la serie “Otras mujeres: La decisión de no tener hijos”?
Es profundo experimentar lo que las feministas en los años setenta ya habían manifestado: “lo personal es político”. Y una de las experiencias más complejas que he tenido a lo largo de mi vida fue reflexionar en diversos momentos sobre mi decisión de ser o no ser madre. Este diálogo interno y toma de decisión inició cuando tenía 30 años, cuatro años después, a los 34, supe y comprendí cuál era mi verdadero deseo: el de no tener hijos. Esta decisión no fue nada fácil, me di cuenta de la dificultad de hablar abiertamente de ella y de las múltiples implicaciones que tiene, pues atraviesa toda la existencia. Al momento de tener mis mayores dudas padecí prejuicios y reproches por inclinarme a tomar esta decisión. Advertí que es un tema tabú, que muchas veces ni entre amigas de mi generación se hablaba. Además, en mi entorno nunca tuve algún referente de mujeres que hayan expresado abiertamente su decisión de no ser madres. Esta es una parte fundamental, porque existe una gran promoción hacia la maternidad, pero no se menciona ni se reconoce que existen mujeres que no son madres. Se nos ha invisibilizado, incluso denostado, y se ha naturalizado que “ser madre” es sinónimo –y obligación– de ser mujer, creando el mito de que las mujeres tenemos un “instinto materno”.
Todo esto me llevó a reflexionar sobre la importancia de romper el silencio y dialogar con mujeres que decidieron no tener hijos. Y bueno, la fotografía (con algunos videos) fue el dispositivo o medio técnico que me permitió documentar visualmente para reconocer sus experiencias e historias, y con ello mostrar otros referentes y alternativas de vida de mujeres que, a pesar de las adversidades, han optado por no seguir los mandatos sociales al elegir un camino propio.
Si bien la idea de esta serie nació como una reflexión íntima y personal, de repente pensé en llevarla a una reflexión compartida con otras mujeres, articulada sobre la potencia que tiene el decidir sobre nuestro propio cuerpo y, en este caso, decidir sobre no ser madre. Me di cuenta de que la fuerza (conceptual, vivencial y artística) estaba en la decisión. Ante la constante disyuntiva a la que nos enfrentamos las mujeres, sería más fácil tomar una decisión –sin temores ni prejuicios– si se visibiliza que hay múltiples formas de vida y diversos referentes, incluyendo a las no madres.
Cuéntanos detalles, a nivel de proceso, sobre la manera en que articulaste esta serie.
Definir el rango de edad fue necesario para empezar a buscarlas y basándome en mi experiencia entrevisté a mujeres a partir de 34 años de edad. Una de las primeras preguntas que estuvo siempre presente fue ¿Cómo retratar una decisión? difícilmente podemos conocer “a simple vista” qué mujeres han tomado esta decisión.
La dificultad siempre fue hallarlas, después lograr su confianza y colaboración, ya que se exploran aspectos íntimos, privados o que son difíciles de contar a quien no conoces. Otra dificultad fue reflexionar en cómo retratarlas, pues ha sido más común la representación de los distintos procesos de la maternidad. El proyecto me llevó a entender que la decisión no se da en un momento determinado, no hay ese “instante decisivo”, porque la decisión se construye en diversas etapas. Por ello, realicé una serie de imágenes vinculadas a sus experiencias, escenarios y momentos significativos en torno a esta decisión que atraviesa su (nuestra) existencia: recuerdos y sitios de la infancia, espacios y elementos de trabajo, paisajes emotivos, viajes, atmósferas de cotidianeidad o de intimidad como los dormitorios, cocinas, así como la minuciosa colección de objetos y elementos decorativos. Estas visualidades muestran una diversidad que se afirma en los cuerpos, las posturas y las historias de distintas mujeres quienes, al decidir no tener hijxs, han confrontado los estereotipos, la visión dominante y los mandatos sociales de cómo debe ser una mujer.
Las entrevistas que tuve con las 19 protagonistas fueron fundamentales para construir este proyecto con imágenes, fueron horas y horas de pláticas y de convivencia, incluso hubo sesiones donde solamente conversamos ampliamente, sin que pudiera realizar una sola imagen para no romper la profundidad del diálogo. También fue necesario que pudiera encontrar mujeres de diversas sexualidades, solteras o que vivieran en pareja. Siempre tuve claro que debían ser de distintos estratos sociales y regiones, para tratar de mostrar la diversidad social, económica y cultural desde donde tomaron la decisión. Mi interés por ahondar en esta temática, en un proyecto que exigía cada vez más tiempo y desplazamientos, fue prolongando su desarrollo; además, al tener que cubrir los viajes y la producción del proyecto con mis propios recursos, lo he realizado de manera intermitente, cuando mi trabajo me lo ha permitido. La fotografía ha sido el dispositivo para aproximarme a sus vidas a través del retrato de rostros, espacios y objetos, desvelando deseos, decisiones, anhelos y formas específicas de entender el mundo.
¿Qué significa para ti el trabajo con mujeres? ¿Qué elementos formales y discursivos buscas problematizar al escogerlas como tus sujetos de estudio?
Trabajar con mujeres es para mí conocer otras historias que no había imaginado, reconocerme en ellas, aprender de sus luchas y las distintas formas en las que cada quien expresa su subjetividad y lo que ellas consideran que ha sido su lucha, con lo que se han enfrentado. Nuestra sociedad sigue siendo patriarcal y machista, por lo tanto, siguen habiendo restricciones, desigualdades y prejuicios a los que seguimos sometidas las mujeres. Por ello me ha interesado explorar, desde mi propia visión, las condiciones en las cuales viven actualmente las mujeres, así como testimoniar su presencia como sujetos activos en la transformación de las sociedades.
Más que pensarlas como sujetos de estudio al momento de hacer las imágenes y charlas yo las pienso como colaboradoras o cómplices de un proyecto que tenemos, que es común, sin saber que nuestras experiencias son muy cercanas y plantean finalmente la importancia de decidir sobre nuestros propios cuerpos.
¿Sientes, como mujer, algún tipo de presión o tensión de género en el mundo del arte?
El llamado “mundo del arte”, donde intervienen instituciones y grupos de poder, es inequitativo y provoca tensiones, competencias absurdas, múltiples adversidades. La presión no siempre es de manera directa y más hoy en día donde muchos hacen como que asumen un discurso de género. Existe un sistema patriarcal que es muy estructural pero también hay formas más sutiles, naturalizadas o no reconocidas de presión o exclusión. Fue muy importante la mirada de la investigadora Linda Nochlin al evidenciar ¿Por qué no han existido grandes artistas mujeres? Cuántas obras de mujeres se han expuesto en el MoMA y de que muchas han entrado más como modelos desnudas que como artistas. Si esto lo trasladamos a nuestras realidades latinoamericanas y mexicanas contemporáneas, comprobaríamos que la situación sigue siendo desfavorable para las mujeres. Como mujer artista me ha tocado vivirlo y experimentarlo, además, al vivir y trabajar fuera del centro del país, los estímulos económicos que llegan son menores. Es muy difícil lograr financiamiento para realizar proyectos o para llevar a cabo una exposición o la difusión de tu obra; estadísticamente se ha comprobado que se ha favorecido más a los hombres, quienes históricamente han tenido mejores oportunidades y apoyos para consolidar su trabajo y sus redes de apoyo. Además, al momento de exponer ciertas temáticas (de género, que implican elementos políticos y socioculturales), como las que yo trabajo, te das cuenta que son incómodas, que hay mucha ignorancia y enojo de quienes no quieren aceptar que el mundo debe cambiar en beneficio de las mujeres.
Excelente eventrevista!