TALÍA BARREDO mirando a LILA JAMIESON
Siempre he pensado que el lugar donde crecemos es el que nos marca en nuestra vida adulta, ya sea influenciados por los colores, el paisaje, la distribución urbanística, etc., quizá desde la observación de la abundancia o la carencia de aquellos elementos que nos llaman la atención. Comento esto porque la obra de Lila Jamieson está fuertemente influenciada por la región en donde creció.
Lila Jamieson (Torreón, 1979) es una artista del norte de México. Creció en la región de La Laguna, donde se desarrolla parte del desierto chihuahuense. Es una ciudad muy nueva que la industria ha creado un cerro negro en medio de la ciudad, un cerro de escoria. También es una región que durante su desarrollo se secó un río, y aun así conserva pequeños oasis de plantaciones de palmas datileras o campos de melón y sandía. Pero el cielo es azul y se pinta de colores vibrantes al alba o al ocaso.
Su interés por las artes se inclinaba para el desarrollo de videoarte e instalaciones, pero al mudarse a la capital del estado de Coahuila a estudiar artes plásticas, se encuentra con una escuela tradicional y académica completamente que dejaba muy poca libertad a la expresión propia. Pero Lila siempre ha sido rebelde y encontraba la manera de sacar la energía contenida. Sin desdeñar las enseñanzas de sus maestras, la artista se vuelca en la pintura para expresar temas de interés: la juventud, el placer, la fiesta y los viajes.
En 2008 la conocí junto a su obra Hembras Monstruo. Compartíamos el mismo balcón, pero no las mismas fiestas. Solo nos encontrábamos en las exposiciones regionales en donde participábamos. Mi trabajo fotográfico se basaba en el Panóptico y su obra era completamente personal e intensa y por supuesto, eso incomodaba a no pocos espectadores. En la serie mencionada mostraba cómo aquellos procesos naturales de la mujer, como la menstruación, el embarazo o la menopausia, hacía que su comportamiento cambiara y de esta manera, fueran rechazadas por una sociedad, impositiva y heteropatriarcal. Todas estábamos ahí, en sus piezas.

Criatura disfuncional. Acrílico, tintas y barniz sobre madera, 2009
Al paso del tiempo su cuerpo de obra se convirtió en mucho más fuerte, formada, colorida, ella seguía siendo ella, pero mucho más libre. La pintura ya no era solo pintura, incorporaba instalación y video. La fotografía la fue acompañando como registro y como medio. Los actos cotidianos e íntimos quitando algunos elementos que les da contexto eran plasmados a través del dibujo y pintura; también sobre la distancia proxémica entre las personas en el espacio público, DAP (Demostración de afectaciones públicas – 2013), inspirada en textos de Edward Hall. En esta serie empieza a ver otro tipo de trabajo de color en su obra, utilizando formas más acuosas y a la vez más vibrantes. Los trazos de sus dibujos se volvieron más ligeros, cosa que me parecía completamente contraria a su trabajo pictórico de años atrás.
En 2014 realiza la serie El animal que estoy si(gui)endo, obra que yo misma tuve el gusto de curar en el centro cultural Casa Purcell. Lila desarrolló una especie de respuesta visual a otra exposición que presentamos en otra de las salas, a partir de sus búsquedas por seguir indagando sobre las muestras afectivas desde el ojo del voyeur. El juego visual entre dibujos sobrepuestos que se develaban a través de papel cebolla, veíamos sin ver propiamente, pero la imagen se redondeaba a través del imaginario colectivo.

El animal que estoy si(gui)endo. Políptico, grafito y acrílico sobre papel albanene, 2014
Parte de algunos textos de Jacques Derrida sobre los instintos básicos animales ocultos por la ciudad y la modificación de los parámetros de la moral y, para poder llegar a los dibujos, los espectadores debían recorrer dos instalaciones, la primera era el mapa del Río Bravo (río que recorre la frontera de México y Estados Unidos) y el segundo mapa hecho de piedras de desierto que era el mapa topográfico de Boquillas del Carmen, montaña que corre de México hacia estados Unidos.

Mapa de Boquillas del Carmen. Instalación de piedras 2014
En 2015 realiza las series Aferrafter, con la cual recibe la beca Santander Jóvenes Investigadores en la Universidad de Barcelona, y en 2016 Forever Young, desarrollada con el estímulo de Creadora con Trayectoria del PECDA-FONCA. En ambas series, Jamieson abraza plenamente a la pintura como su medio para explotar de color y muestra por primera vez los archivos de paisajes que había generado de manera fotográfica. El cuerpo está presente en todo momento. En la primera serie, desarrolla el tema de la fiesta como ritual de encuentro, ocio y juego, así como la resignificación de cada uno de los elementos que terminan como desecho de ese ritual. La pintura se potencializa con las tonalidades sin dejar de lado piezas participativas como recetarios o instructivos para desarrollar diferentes tipos de fiestas, piezas relacionales colaborativas, dibujos digitales, entre otros. La segunda serie son retratos de sus seres cercanos que se anclan a comportamientos de generaciones más jóvenes. En ese momento, el video se hace nuevamente presente en su obra y los afectos toman más fuerza.

After morning. Acrílico sobre tela, 120 x 240cm, 2015
Le siguieron varias series principalmente de mujeres cercanas a ella. Las series Ojos abiertos (2017) conocida como las durmientes -haciendo referencia a los travesaños de las vías del tren- y Cartografías de mis sueños (2017) son ese retrato desde lo íntimo de quien sueña, quien espera y quien descansa. En ellas rompe con el gran formato cuadrado con la mirada al centro, pinceladas expresivas y colores vibrantes, para irse a piezas pequeñas, de tonalidades mucho más sutiles y ligeras, nacen con un gran deseo de volver a mudarse de ciudad.

Cartografía de mis sueños. Acrílico sobre papel, medidas variables, 2017
Happy painting (2018) es una gran serie que en la que consolida y une sus ejes de investigación-creación. En ese momento llevaba 10 años conociendo su obra y me parecía que había dado grandes saltos de madurez a nivel conceptual. Lila creaba una nueva poética, aún más biográfica y afectiva, comienzan a aparecer temas como el cosmos, la magia, las conexiones entre mujeres, los rituales, el movimiento de la vida a través de las plantas y la calma del tiempo. En algunas piezas anteriores había pequeños destellos de lo que llegaría con Happy painting, donde hablaba de la importancia de amarse a una misma, crear redes de contención y reflexionar sobre cómo se produce la estética de la felicidad. Los paisajes vividos, prestados, contemplados siguen estando presentes de la pintura de la artista.

Banquete-Platón. Acrílico sobre lienzo, 150 x 130cm, 2019
A la llegada de la pandemia, la artista ya había comenzado una nueva serie que deseaba como una gran instalación, que fuera de fácil movilidad, de muy diversos formatos, tratando de llevarse así a un lugar diferente del gran formato que la habían acompañado a lo largo de los años. Nace La línea que trazo es eterna (2020-2023), serie en donde las dimensiones físicas, emocionales e intelectuales están completamente interconectadas. En ellas se desborda el color y los símbolos que indagan sobre la naturaleza, la sociedad y la energía.

La Mirada (acrílico sobre tela, 130x 150cm) / Cielos (Manta de cielo con tinturas, 500x60cm) / Paisajes abstractos (políptico de acrílicos sobre papel algodón y tela)
Dicha exposición la presentamos en el centro cultural La Besana (2021, Saltillo, Mx) y en la Pinacoteca del Museo Casa del Cerro (2022, Torreón, Mx). Esta serie también se enraiza en lo profundo como docente e investigadora. Su obra es profunda y es libre, es pintura e instalación, es reflexión y es juego. A través de la construcción del entorno nos permite acercarnos a los paisajes recorridos a lo largo de su vida: los que viven en ella de manera natural o por herencia y los que la han adoptado. Desde estos ambientes se cuestiona sobre la formalidad de la materia llegando a una conclusión: su obra tiene que ser adaptable, transformable, expandible.

Apocalipsis. Acrílico y tinturas sobre lienzo suelto, 100x100cm c/u, 2022

Jardín. Instalación de acrílicos en lienzos suelos, medidas variables, 2020-2023
Partiendo de esa premisa, su pintura no es estática: son constelaciones que se acompañan. Trabaja desde la multiplicidad de formas, donde la pintura instalatoria crea entornos al convertirse en lienzos sueltos con los que crea laberintos, castillos, vestuarios y otros paisajes.
Lila ha construido su alfabeto visual a partir de las telas que contienen recuerdos, vivencias, memorias y símbolos. Las escenas y mujeres producen en conjunto historias y narrativas, pero también son forma y color individual. Son piezas orgánicas, un archivo táctil y transferible que el espectador puede tocar, manipular, transitar, habitar de diversas maneras y que, si nos permitimos, nos harán abrazar la existencia.

Todos los paisajes. Tríptico, 130 x 120cm c/u, acrílico sobre tela, 2019