martes, octubre 15, 2024

    Convocatoria artística para la exposición online “Las resilientes. MEMORIAS IMBORRABLES”

    Convocatoria artística dirigida a
    las artistas participantes en las seis ediciones de
    MUJERES MIRANDO MUJERES

    “Las resilientes. MEMORIAS IMBORRABLES”

    Mujeres Mirando Mujeres abre convocatoria artística con el objetivo de seleccionar las obras que configurarán la exposición online colectiva “Las resilientes. MEMORIAS IMBORRABLES”

    La crisis del COVID-19 ha venido a cambiar nuestra cotidianidad, nuestro trabajo, nuestra forma de comunicarnos y relacionarnos. Mujeres Mirando Mujeres no es indiferente a los hechos que estamos viviendo y por ello sacamos un nuevo tipo de convocatoria para celebrar nuestra I Exposición Online con la que pretendemos aproximarnos y reflexionar desde una perspectiva artística y feminista sobre cómo los efectos de esta pandemia afectan a una generación de mujeres invisibles a las que queremos reivindicar.

    La exposición, patrocinada por Arte a un Click y con la colaboración de la Galería Alalimón, tendrá lugar del 25 de junio al 28 de agosto de 2020 y podrá visitarse en la web www.mujeresmirandomujeres.com.

    TEXTO CURATORIAL

    En el complicado momento que estamos viviendo no podemos dejar de nuevo de lado a aquellas mujeres que han hecho que hoy, nosotras, estemos aquí.

    Mujeres, muchas nacidas durante los años de la guerra, mujeres que vivieron su infancia y su juventud en la posguerra, trabajando desde niñas.

    Segadoras de cuerpos ligeros pero extremadamente fuertes, lavanderas de manos diminutas, “que servían” por cama y comida en casa de los amos, como lo habían hecho en casa de los padres y lo harían después en la de sus maridos: mujeres sin derechos a las que se educaba exactamente para eso, para servir.

    Mujeres en quienes concurrí­an la segregación de género y la profesional, la desigualdad educativa y política y la discriminación legal y laboral. Mujeres a las que con una “dote” -la licencia por matrimonio-, echaban de las fábricas al casarse.

    Mujeres que salieron a trabajar fuera de casa y que continuaban haciéndolo al llegar a la suya;  mujeres  que, sin otro recurso, iban a fregar escaleras,  sufriendo la crítica social que susurraba que “el marido no puede mantenerla”, como si trabajar fuera una deshonra. O las que trabajaban en sus casas, cosiendo por encargo, constreñidas al traqueteo constante de aquellas máquinas, hoy reliquias. Todas ellas sin seguro, sin cotización alguna.

    Mujeres recluidas en sus hogares y supeditadas a una ideología cuya finalidad era convertirlas en buenas y piadosas madres de familia, reproductoras de los principios y consignas del nuevo Estado. Mujeres privadas de su derecho a la educación, a la cultura, a su cuerpo, a su sexualidad, al trabajo, a disponer de su propio dinero, confiado a padres y esposos, y a manifestarse como eran.

    La posguerra les arrebató su juventud y su libertad, muchas fueron  encarceladas y torturadas durante la dictadura, socializadas por una maquinaria franquista que las quería subordinadas al hombre, alejadas de la vida pública y ligadas exclusivamente a las tareas domésticas, al cuidado de los hijos y a la satisfacción del marido, y sometidas, porque les impusieron que habían nacido para vivir sumidas al hombre. (“La vida de toda mujer no es más que un eterno deseo de encontrar a quien someterse”, Pilar Primo de Rivera).

    En definitiva, mujeres destinadas a vivir su cotidianeidad en los espacios íntimos, privados o semipúblicos, en el hogar y en el núcleo familiar, sin dejar de prestar su importante contribución al trabajo productivo y la economía doméstica. Tal como planteaba Mary Wollstonecraft, una estrategia social que permitiría a los hombres mantener su hegemonía, fundamentar el discurso de la domesticidad y constreñir al sexo femenino dentro del ámbito familiar

    Esas mujeres fueron las madres de las que en los años 60 y 70 pudieron acceder a las Universidades; pero para ellas ya era tarde, seguían siendo amas de casa y, en el mejor de los casos, peluqueras, vendedoras u otros trabajos propios de mujeres, siempre cargando con la doble jornada y el acostumbrado sometimiento, y tantas, con la violencia de género integrada, como condición inherente, normalizada socialmente.

    También fueron ajenas a las teorías feministas que surgieron a finales de los 70, a la identificación del patriarcado como causa de la opresión femenina y a la conciencia de lucha feminista común, independiente de la clase social, raza o postura política. Por lo general, se mantuvieron al margen, aunque sufrieron si sus hijas se significaban en algún aspecto de la lucha. 

Con la Transición no cambió mucho la vida para estas mujeres, si bien, el feminismo fue abriéndose camino, fueron abriéndose los ojos, las miradas sororas, la necesidad de compartir entre compañeras.

    Avanzado el tiempo, todas fuimos ganando derechos, pero siempre con esa pátina de desigualdad que hoy en día se mantiene, micromachismos impuestos y autoimpuestos. Salarios inferiores, techo de cristal.

    La llegada de la crisis de 2008 motivó que tuvieran que compartir sus exiguas pensiones con hijos y nietos, volviendo a ocuparse de ellos, proveyéndoles de nuevo, cediéndoles sus sueldos y pasando a servir como cuando eran niñas: lavar, cocinar, limpiar, cuidar… y contentas, porque podían hacerlo, porque podían seguir siendo útiles, una situación que dejó a gran parte de estas mujeres agotadas, doloridas aunque no vencidas.

    Tras un momentáneo alivio, llega el CoVid-19, sorprendiéndolas en residencias, tratadas por el virus como si fueran un excedente, un material sobrante no reciclado. Más longevas que sus parejas, aisladas en habitaciones, sin más comunicación que un teléfono a mano, si han tenido a quien llamar, encerradas en lugares donde han muerto en grupo, donde han vivido la mayor de las tragedias, la muerte, pasando de ser humano a ser una baja más, en la más absoluta soledad, sin despedida alguna posible.

    Sin embargo, sabemos que muchas han salido reforzadas, como lo han hecho siempre, crisis tras crisis. Han aprendido ahora lo que es una videollamada o a manejar una red social, las nuevas tecnologías como herramienta que les da la cercanía que tienen prohibida.

    Y como han hecho a lo largo de su existencia nos han devuelto mucho más de lo que les hemos dado. Nos siguen enseñando, mostrándonos que la vida se puede vivir de muchas maneras, incluso cuando no te dejan vivirla, porque con los recursos que tengas a mano siempre se puede luchar por tu propia dignidad.

    WOLLSTONECRAFT, M.: Vindicación de los derechos de la Mujer, Madrid 1994.

    DOMINGO, C.: Coser y Cantar. Las mujeres bajo la dictadura franquista, Barcelona. 2007.

    INSCRIPCIÓN

    Quién puede participar

    Aquellas artistas que hayan formado parte de cualquiera de las seis ediciones del proyecto Mujeres Mirando Mujeres.

    Sobre las obras

    Deberán acogerse al tema propuesto conforme al texto curatorial.

    La producción de las obras, en su caso, correrá a cargo de la artista.

    Abierto a cualquier disciplina artística: videoarte, performance, fotografía, arte sonoro, instalaciones, pintura, grabado, ilustración…

    Se seleccionarán un máximo de 20 artistas.

    Se podrán presentar de 1 – 3 obras. De entre ellas la organización seleccionará una para ser expuesta.

    Las obras deberán ser propiedad de sus autoras, y disponer de todos los derechos necesarios para la exhibición y difusión de las imágenes presentadas.

    Envío de propuestas

    Cada artista debe cumplimentar el siguiente FORMULARIO

    PLAZO DE PRESENTACIÓN

    Se admitirán propuestas hasta las 23.59 h. del 24 de mayo de 2020. PRORROGADO HASTA LAS 23.59 H DEL 31 DE MAYO DE 2020.

    Notificación de las artistas seleccionadas:

    La selección se comunicará directamente a las artistas a partir del 12 de junio de 2020 y se hará público en las redes sociales y prensa a partir de dicha fecha.

    PREMIO

    La galería Alalimón (C. Mèxic 19 Local Z 08004 Barcelona) codirigida por Isabel Lázaro y Rebeca Méndez apoya el proyecto Mujeres Mirando Mujeres brindando a las artistas participantes en la exposición la oportunidad de acceder al siguiente premio.

    Premio Galería Alalimón: Distinguirá a una artista presente en la muestra y organizará lo largo de 2021 una exposición individual en su sede con el apoyo y difusión de Mujeres Mirando Mujeres.

    Los gastos de traslado correrán a cargo de la artista acreedora del premio. El resto de condiciones de la exposición se establecerán directamente entre galería y artista.

    Jurado

    El jurado determinará a la ganadora del premio. Su decisión será inapelable.

    Se tendrá en cuenta tanto la calidad de la obra presentada como su adecuación al texto comisarial y a los presupuestos del proyecto Mujeres Mirando Mujeres.

    La composición del jurado será la siguiente: Isabel Lázaro y Rebeca Méndez  (directoras de la Galería Alalimón), equipo organizativo de Mujeres Mirando Mujeres, una gestora independiente a propuesta de la galería, una artista independiente a propuesta de MMM.

    A efectos de cómputo de votos se establece:
    Isabel Lázaro y Rebeca Méndez (directoras de la Galería Alalimón), un voto.
    Equipo organizativo de Mujeres Mirando Mujeres, un voto.
    Una gestora a propuesta de la galería, un voto.
    Una artista a propuesta de MMM, un voto.

    En caso de empate, las galeristas contarán con voto de calidad.

    Aceptación de las bases y cesión de derechos

    La participación en la convocatoria supone la aceptación de estas bases. MMM se reserva el derecho a resolver, en la forma que estime oportuna, cualquier aspecto no previsto en estas bases.

    Las artistas, con su participación, ceden a Arte a un Click y MMM los derechos de exhibición y difusión con el objetivo de divulgar o promover la exposición, ya sea vía Internet, prensa, medios audiovisuales y/o ediciones en catálogos o a través de cualquier otro material promocional.