Soñar con los pies en la tierra: a propósito de la obra de Francesca Dalla Benetta
DAYMA CRESPO ZAPORTA mirando a FRANCESCA DALLA BENETTA
Llevo casi un año trabajando de cerca con Francesca Dalla Benetta, una escultora italiana radicada en México hace alrededor de 18 años. Su historia de vida suele tener un impacto sensacionalista en quienes la escuchan, pues llegó a estas tierras a trabajar en el cine, como parte del equipo de maquillaje para efectos especiales del afamado filme Apocalipto, dirigido por Mel Gibson en 2006. Y en este azar de la vida, acabó enamorándose de México, como país lleno de oportunidades para volverse una artista autónoma y vivir de su arte.
Disfruto al escucharla de los tintes de realidad con que revela sus anécdotas, donde no hubo un demiurgo divino que acomodara las cosas para que lograra ascender hasta donde está hoy, ni contactos de calidad que la catapultaran, sino que su relato encuentra como puntos medulares el enfoque y la constancia. Por ello, quise hacer este ejercicio de reflexión sobre su trayectoria en estas casi dos décadas de empeño sostenido en el “mundo del arte”, lo que sea que esas tres últimas palabras signifiquen.
Muy a menudo construimos la crítica de arte desde la apología, donde los creadores parecen seres sobrenaturales, que sacan las ideas de la nada, y todo (obras, exposiciones, fortuna crítica en prensa, etcétera) se les vuelve realidad por arte de magia. Para nada es así, pues el universo artístico es un escenario bien complejo, lleno de competencia, elitismo, decisiones de vida, subjetividades y mercantilismo, donde abrirse paso es cualquier cosa menos sencillo. Donde no basta con tener clara la poética que te interesa y ejecutarla en obras de buen gusto estético y solidez conceptual, sino que toca entender esta gran maquinaria, y encontrar la manera de situarte en el MUNDO, donde todos te identifiquen y puedas vivir de tu arte y lo que se deriva de él.
Francesca parece entender esto de manera clara, y vive sus musas e inspiraciones aparejadas con una visión empresarial, donde la docencia, las redes sociales, las ferias de arte, la cobertura mediática, y el diálogo con galerías e instituciones, conforman una estructura sólida para su quehacer. Podemos afirmar que es “una presencia en redes”, donde escenarios como instagram, facebook, youtube, tik tok, su sitio web personal, o plataformas de exhibición y venta como Saatchi, le permiten generar engagement con los seguidores de su trabajo.
Le apasiona la docencia, siendo esta un pilar esencial en su carrera, pues el nivel de especialización que ha alcanzado en cada una de las técnicas que imparte, la han vuelto una autoridad en la materia. Abre inscripciones para cursos presenciales en la Ciudad de México varias veces en el año, encontrándose entre los más populares los de Escultura en bronce a la cera perdida, Escultura en plastilina epóxica, y Escultura y Moldes; los cuales garantizan el aprendizaje desde nivel principiante y el perfeccionamiento para intermedios y avanzados. Asimismo, posee cursos en línea, diseñados con una proyección más universal, para aquellos que no puedan asistir de manera presencial a su taller. Estos los pueden encontrar en la plataforma de docencia Udemy o tener acceso a su Megacurso de Escultura en Línea en su sitio web.
En su devenir artístico, como escultora en México, su obra nos permite conectar con su historia de vida, a partir del estado anímico que refleja en sus piezas, el cual florece de manera transparente en función de los ángeles o demonios que la asisten en cada momento. Es así que podemos viajar, a nivel visual, desde el grotesco de la serie Unconventional Beauty, hasta la ternura hedonista de la serie Los niños y sus amigos imaginarios. En ese recorrido encontramos a menudo temas mexicanos como la dualidad entre la muerte y la vida (por ejemplo, sus piezas en bronce tituladas Automas), el referente simbólico a cualidades atribuidas a animales de suma importancia en la vasta mitología ancestral mexicana, siendo el ajolote y el cocodrilo dos ejemplos representativos de ese cosmos. El ajolote, por ser parte de la fauna endémica mexicana y estar asociado en la mitología azteca con la renovación y la resiliencia, al ser capaz de regenerar ciertas partes de su cuerpo. Mientras que el cocodrilo se vincula al origen del mundo según la cosmovisión maya, de ahí que se relacione con ideas de creación y fertilidad.
La escultora trabaja con códigos figurativos, con un cuidado meticuloso de la anatomía, donde la técnica exquisita y el acabado esmerado son puntos a destacar. Suele moverse entre la resina y el bronce, entre el pequeño y el gran formato, tomando a ratos otros caminos como el de la cerámica, la joyería, el instalacionismo escultórico o el audiovisual, estos dos últimos son apreciables en su más reciente muestra individual, titulada “El rostro oculto”, la cual se encuentra expuesta en el Museo de Arte Contemporáneo de San Luis Potosí, México, desde noviembre de 2023 a mayo de 2024.
Entretanto, en el plano discursivo, la creadora se preocupa por la IDENTIDAD, como un macroconcepto que rige toda su obra a través de los años, ya sea transitoria, personal, colectiva, desde el limbo que implica la migración (en relación al lugar de partida y al de acogida), o desde la incertidumbre de la existencia humana como algo que se nos escapa de las manos. Es una definición que se contrae y ensancha en la medida en que nuevas herramientas formales y conceptuales se le revelan como potenciales a la artista. Es apreciable cómo lleva años madurando ciertas ideas en su poética, y las variaciones que ha ido realizando, sin perder por eso su estética personal.
Hay una serie que explicita esta preocupación, llamada Identitá Transitorie, de 2014, donde partiendo de una experiencia personal se proyecta a lo colectivo, tratando de entender los motivos que llevaron a otros italianos a radicarse en México. Aquí plantea la identidad como algo flexible, maleable, sometido a transformaciones en el tiempo y acorde a ciertos contextos. A partir de los testimonios de las personas italianas que logró reunir, construyó retratos de busto en resina con gigantescos tocados, inspirados y diseñados en función de las historias de vida de cada uno. Esta serie, y la exposición homónima, nos recuerdan que sin importar la edad, la apariencia, la formación profesional, el estatus de clase o la raza, la migración es algo que aúna cuerpos e historias.
En “El rostro oculto” nos comparte otro concepto que la inquieta: la VIOLENCIA. De ahí que nos presenta los testimonios de 100 personas que han sido víctimas de violencia, a la manera de un discurso polifónico, donde más de dos historias se tocan entre sí, demostrando que son relatos más comunes de lo que pensamos. La violencia aquí deviene un macrotema también, en tanto puede ser doméstica, psicológica, física, laboral, estatal, entre muchas otras; y no es algo solamente inherente a las mujeres, aunque hayan sido finalmente mayoría en la muestra. En el documental que acompaña a la instalación es posible acercarse a los testimonios (en voz en off), que al superponerse, acaban construyendo un gran relato colectivo.
Como hemos visto en las piezas anteriores, la artista da rienda suelta a su imaginación, la combina con un dominio exquisito de herramientas y materiales para esculpir, a la vez que genera contenido para redes de manera constante para sus seguidores. Asimismo, desmitifica con sus cursos y tips en redes la idea de la escultura como algo inalcanzable que requiere una cualidad inherente a la persona. La escultura se puede aprender y, con mucho esfuerzo y dedicación, alcanzar niveles avanzados notables, esta escultora da fe de ello.
A Francesca le gusta autodenominarse “artista surrealista”, por inspiraciones que le vienen de los sueños, por la creación de personajes fantásticos salidos de su imaginación, o por ese regreso a la esencia que se propone cada vez en la búsqueda de la identidad personal. Sin embargo, cada uno de esos sueños toman cuerpo desde la total conciencia de la realidad, donde los anhelos más queridos y la objetividad siempre marchan de la mano, porque sabe que hasta para soñar, hay que tener los pies en la tierra…
Dayma Crespo Zaporta. Web. Bio MMM.
Francesca Dalla Benetta. Web. Bio MMM.