Teresa Suarez: La cámara como instrumento de lucha
AUDREY GARCÍA mirando a TERESA SUÁREZ
Teresa Suárez (Oviedo, 1993) es una fotógrafa asturiana afincada en París desde 2014. Graduada en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Burgos, finaliza sus estudios en la prestigiosa Universidad de la Sorbona (París) gracias a una beca Erasmus +.
Su fotografía, de carácter social, se divide entre la fotografía de actualidad y documental donde trabaja fundamentalmente cuestiones relacionadas con el género, la mujer, el territorio o la identidad, las cuales ha podido desarrollar en países como Francia, España, Austria, Ucrania, Líbano o Siria entre otros.
Su trabajo ha sido publicado en medios nacionales e internacionales como El Salto, Pikara Magazine, XL Semanal, Le Parisien, La Chronique o Six Mois
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Forma parte de la asociación Femmes Photographes, que busca dar visibilidad al trabajo de mujeres que utilizan la fotografía como forma de expresión artística.
¿Cuál fue el proceso que te motivó para dedicarte al fotoperiodismo?
La fotografía me comenzó a interesar siendo aún una niña, una pasión que se vio reforzada con la adolescencia a través de las primeras clases de historia y el descubrimiento de trabajos de personas como Robert Capa, David Seymour, Gerda Taro o Kati Horna que tanto fotografiaron la guerra civil española. Poder ver una parte de la historia a través de sus imágenes fue toda una inspiración, una bofetada de realidad y una fuerza de motivación para documentar la sociedad en la que vivimos.
¿Cómo vives tu progreso actual como fotógrafa, tanto al nivel técnico como al nivel de los temas que quieres tratar? ¿Qué te está interesando en particular a fecha de hoy? ¿Cómo eliges los temas y las personas que quieres fotografiar?
Siempre he sido una persona curiosa, me interesan gran variedad de temas y presto atención a la realidad del país en el que habito, pero sobre todo a la realidad de las diversas personas que me rodean. Apunto las ideas que me vienen a la cabeza en una agenda, a veces surgen en plena actualidad, otras muchas lo hacen a plazos menos inmediatos… Siempre es bueno tener ideas en la recámara.
Por ejemplo, actualmente en Francia las feministas denuncian a través de diversas acciones la falta de medidas para prevenir y condenar los feminicidios. El año pasado 149 mujeres fueron asesinadas a manos de sus parejas o exparejas, ¡eso hace una media de un feminicidio cada dos días! Es interesante vivir este despertar en un país que siempre se ha tenido en cuenta como un país progresista, pero que en realidad no es así. Es importante destruir ciertos mitos para progresar y en esto las personas que nos dedicamos a la información tenemos una gran responsabilidad.
Acabamos de vivir de nuevo un 8M con mucha movilización a pesar de la paranoia del coronavirus, cómo lo has vivido en Francia? Existe la misma deriva transfoba dentro del feminismo tal como la estamos viviendo en España? Es un tema que me preocupa mucho dentro del movimiento. De hecho, captaste una foto maravillosa de una Marianne trans en el 8M de 2015, quieres comentarnos un poco esta imagen?
Este 8M ha sido bastante intenso en Francia, aunque sigue siendo mínimo en comparación con las manifestaciones españolas…Los discursos transfobos y putófobos son ahora dos de los grandes temas que dividen al feminismo sea donde sea. Sinceramente, el “feminismo” excluyente no tiene sentido para mí. Yo apoyo un feminismo interseccional, inclusivo, un feminismo de todas y para todas.
Es interesante que menciones esta imagen, fue mi primer 8M en París, justamente aquel día se realizaban dos manifestaciones, una más institucional con grandes asociaciones y partidos políticos, y una alternativa, con colectivos racializados, LGBTIQ, asociaciones de trabajadoras sexuales…Tras trabajar en la primera, seguí la segunda manifestación hasta el final. Allí estaba Mónica León, trabajadora sexual, seropositiva, migrante, trans, una mujer fuerte y un icono de lucha y fuerza contra la exclusión.
En el mundo de la cultura española tuvimos el juicio de Carmen Tomé contra Javier Duero por agresión sexual y de Marina Vargas contra Fernando Francés por agresión física. A raíz de la terrible experiencia de Carmen Tomé se creó el grupo “La Caja de Pandora”, espacio no mixto y seguro para mujeres relacionadas con el mundo de la cultura. ¿Existe algo parecido en Francia?
Tenemos a Francia como un icono progresista y la realidad es bastante diferente. Los lobbys católicos siguen teniendo mucho peso y continúan manifestándose contra el matrimonio homosexual, la adopción para parejas homoparentales o el aborto, y cuidado: no son manifestaciones pequeñas. Con el feminismo hasta el año pasado era un poco igual, se hablaba mucho pero las acciones eran muy mínimas y discretas pero parece que la cosa está cambiando gracias a la toma de conciencia sobre los feminicidios. Es un problema muy grave del que casi nadie hablaba hasta la llegada de las colleuses contre les fémicides, grupo de acción que ha visibilizado el tema completamente.
No sé, Francia está viviendo un despertar feminista muy importante que se ve apoyado por acciones como el grito de verguenza de la actriz Adèle Haenel durante los César o la tribuna de Despentes sobre el premio a Polanski como el mejor director en los César. Estamos hartas y lo decimos. Respecto a los espacios como La Caja de Pandora, existen iniciativas como el festival “Les femmes s’exposent», o mismamente Femmes Photographes. Nosotras luchamos por una mayor visibilización de las mujeres que utilizan la fotografía como soporte de expresión artística a través, por ejemplo, de un objeto editorial como es la revista. Frente a un problema de invisibilización buscamos alternativas de organización y creación.
En 2019, Phaidon publicó por fin “Grandes mujeres artistas”, con más de 400 mujeres artistas que fueron borradas u “olvidadas” de la Historia del Arte, se reconoció por fin la autoría de las fotos de Gerda Taro, se presentaron varias muestras de mujeres artistas y hasta en el Museo del Prado se presentaron las obras de Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana, una exposición que reúne por primera vez los trabajos fundamentales de dos de las mujeres más notables de la historia del Arte de la segunda mitad del siglo XVI. ¿Qué opinas sobre eso? ¿Crees que por fin vamos avanzando hasta más igualdad en el arte?
Ya iba siendo hora, es importante tener referentes para construirse, esto lo extrapolo a cualquier ámbito. Gerda Taro siempre ha sido, y es, una figura clave en mi construcción como fotoperiodista y ver su trabajo reconocido me alegra sumamente. Creo que se están construyendo unas bases que son positivas para que el trabajo de las mujeres no caiga en el olvido, pero es demasiado pronto para hablar sobre un posible avance de igualdad. ¿Se realizan iniciativas porque se cree verdaderamente en el trabajo de estas mujeres o ciertas personas influyentes se han subido a un feminismo de moda? Ya lo veremos.
Dentro de la fotografía, y aún más dentro del fotoperiodismo, seguimos en un ámbito casi exclusivamente masculino. Las “reporteras de guerra” casi no existen en los medios de comunicación, e incluso se dificulta la entrada de profesionales de la fotografía en sitios de huelga, lucha social y resistencia. ¿Puedes contarnos unas anécdotas que te han pasado?
Bueno, ya no es solo las reporteras de guerra, es el mundo del fotoperiodismo en general. Existimos, cada vez somos más numerosas, pero sigue siendo difícil que nos apropiemos de un espacio de publicación. Te invito a que hagas un ejercicio, abre cualquier periódico o revista y observa la cantidad de mujeres que aparecen publicadas…Poco importa la línea editorial del medio pero ya te digo que en la gran mayoría de los casos puedes contarlas con los dedos de una mano.
Personalmente, nunca he tenido ningún problema para acceder a un espacio de trabajo, pero mi realidad no es universal. Eso sí, siempre he escuchado comentarios relacionados a mi condición de mujer. Por ejemplo en Siria, a los soldados les llamaba mucho la atención que dos mujeres cubrieran un conflicto armado, o en París durante las protestas contra la Ley Laboral de 2016 o con los chalecos amarillos, he tenido que escuchar muchas explicaciones de hombres que sinceramente no venían a cuento ¿Me hubieran hecho un comentario si fuera un hombre? Lo dudo mucho.
¿Cuales fueron los momentos más complicados o delicados que pudiste vivir como mujer fotógrafa?
No me viene nada a la mente, pero en muchas ocasiones soy la única mujer fotógrafa en los eventos. Me ha pasado especialmente en fotografía política, ¡aunque cada vez veo más mujeres! Sí me ha pasado en muchas ocasiones que fotógrafos hombres, mayores, me vengan a explicar cosas super obvias. ¿Lo hacen porque piensan que soy joven o por ser una mujer? Ni idea.
Respecto a tu pregunta, los momentos complicados los he vivido más por el hecho de ser fotoperiodista que por ser mujer. Es decir, somos una profesión terriblemente precarizada que va cada vez a peor, donde ni siquiera compañeros de profesión nos respetan. ¿Cuántas veces he tenido que llamar la atención a un compañero periodista para que deje de dar fotos gratis hechas con su teléfono móvil? ¿Cuántas veces he tenido que pelear para que me paguen una miseria por una foto que un medio me ha robado? Las prácticas no son correctas y muy poca gente las revisa, ni los propios medios ni las facultades de ciencias de la información. Esto es algo constante y agotador.
Este año se han publicado muchos artículos sobre tu trabajo retratando el movimiento “voguing” en París. ¿Por qué es importante para ti esta parte de tu trabajo? ¿Puedes contarnos más sobre tu implicación en el movimiento queer?
Estos últimos años, he dedicado buena parte de mi trabajo a documentar la escena ballroom en París, en la que el voguing forma parte. Mi relación con este universo comienza en 2014, con mi llegada a París y el descubrimiento del documental “Paris is burning”.
Tras años leyendo sobre el tema, es en 2018 cuando decido dar el paso y asistir a los primeros balls, primero observando y luego fotografiando. Si bien es verdad que ahora todo este mundo se ha puesto de moda, debemos remontarnos a decenas de años atrás para descubrir que el voguing no es un simple baile o que un ball no es un mero concurso de belleza.
Ambos son herramientas de expresión, espacios de lucha, resistencia y existencia de comunidades terriblemente marginalizadas, en este caso comunidades queer afro-descendientes y latinas, las cuales durante muchos años han sido tristemente borradas de la historia del colectivo LGBTIQ+, y que siguen sufriendo acoso hoy en día. Estos orígenes desgraciadamente tienden a olvidarse, la gran mayoría de la gente solo coge el aspecto llamativo del baile despojándole de toda su historia y esto es un grave error.
En España, pioneras y compañeras racializadas de gran talento como Galaxia La Perla han sufrido ataques racistas por denunciar lo que te acabo de explicar y no se puede consentir. Como persona blanca soy consciente de mi privilegio frente a mis compañeras racializadas y de mi rol como aliada, esto se puede llevar a cualquier contexto de lucha social.
¿Cómo viviste el trabajo de documentación Moja Kraina en Ucrania? ¿Cómo surgió este proyecto?
Viajé a Ucrania por primera vez en diciembre de 2015, en aquel entonces conocí sobre todo la zona central del país y la parte oeste, bien alejada de la guerra que se había iniciado un año antes en el Dombass, al este del país. Me interesaba mucho escuchar las opiniones de las personas sobre lo que sucedía a 1200 kilómetros de ellos. En 2017 volví a Ucrania acompañada de la fotógrafa Oksana Pohrebennyk donde realizamos el proyecto Moja Kraina que se puede traducir como “Mi tierra o mi país” (prefiero quedarme con la traducción de tierra) donde exploramos la historia de esta vasta tierra (Ucrania es el país más grande de Europa).
La idea era juntar imágenes del territorio, cómo éste cambia según nos acercabamos al frente, y compararlo con el testimonio de diferentes mujeres y su relación con el conflicto (soldados, médicas paramilitares, voluntarias, civiles en zonas de conflicto…)
Moja Kraina es un viaje fotográfico que quería mostrar una parte de la realidad de un conflicto olvidado por los medios de comunicación, a través de estas mujeres que se negaron a aceptar el dolor y que asumieron el futuro con orgullo y determinación.
¿Cuáles son las fotos de las cuales te sientes más orgullosa, por un motivo u otro?
No me siento especialmente orgullosa de mis fotos, puedo estar contenta con el resultado pero es algo muy efímero. Sin embargo, sí tengo una pequeña selección que de una manera u otra han marcado un antes y un después en mi manera de trabajar, ya sea por la composición, el uso de la luz, el soporte que he utilizado, etcétera. Como por ejemplo “La mujer de Shevchenkivskyi Ha” No estoy orgullosa de ellas, simplemente me sirven de recordatorio de lo que he ido y hacia dónde quiero ir.
¿Cuales son tus próximos proyectos?
Quiero explorar temáticas más cercanas a mis raíces, a mi tierra, trabajar con soportes como la fotografía analógica, el medio formato y explotar sus límites con proyectos mucho más pausados, que no buscan la actualidad absoluta, todo lo contrario a lo que suelo hacer en mi día a día. Quiero trabajar la fotografía de otra manera pero siempre queriendo contar una historia en relación a nuestro tiempo, o a un tiempo pasado que se puede llevar a la actualidad.
Para las compañeras de Mujeres Mirando Mujeres, podrías darnos una lista de artistas que te inspiran y que tendríamos que ir siguiendo?
Me apasiona el trabajo de Germana Stella, Ornella Mercier, De Carbón Azul, Lisa Sorgini, Amandine Gay, Raquel F Menéndez, Yolanda Domínguez que también está en MMM. Creo que es necesario salir del fotoperiodismo y empaparse de otras disciplinas para mirar de manera diferente y generar nuevas escrituras.
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