Rocío Bueno, en tercera persona.
Os dejamos un pequeño extracto de la presentación que de Rocío Bueno llevó a cabo la historiadora del arte y directora de la sala EFTI, Carmen Dalmau, para su presentación en MMM.
Existe una antigua leyenda japonesa que enlaza con un hilo rojo invisible, que arranca del corazón -la arteria Ulnar- y que une por el meñique a todos aquellos seres destinados a conocerse en algún cruce accidental de los pliegues de su camino vital.
Se establece una línea de continuidad, en la que copiamos modelos maternos, la mayor parte de las veces de un modo inconsciente, poniendo en marcha engranajes donde se enredan lo aprendido, el instinto, la herencia o la memoria.
En sus obras, Rocío Bueno busca entender los mecanismos ocultos que se desencadenan cuando desplazamos nuestras emociones de hijas a nuestras hijas, en el empeño de ser madres, uniendo meñique con meñique.
A veces, si estamos dominadas por los cuatro elementos ancestrales, cuando nos convertimos en madres nos sentimos vinculadas a la atmósfera, a la materia primigenia, sentimos que participamos de un magma húmedo, una materia moldeable y en los ritos de fertilidad de civilizaciones arcanas.
Pero también intuimos que lo más importante para ser madre no sean los ritos de fertilidad, si no la voluntad de serlo. Y también que seguimos patrones heredados, cultural y socialmente construidos.