PAULA CABALEIRO mirando a SARA COLEMAN

“La piel es el modo en que formamos parte del mundo”
Jean Luc Nancy

Somos fragilidad, transitando la piel como ese lugar de paso donde sentimos el mundo, donde registramos el tiempo y donde habitamos la herida. Nos proyectamos. Desplegamos nuestra membrana, sensible y dúctil, procurando la más eficiente de las interfaces; también la más particular de las apariencias, buscando la originalidad. Somos piel y nos mostramos en la piel. Acontecemos en ella y nos volvemos singulares. Vislumbramos la complejidad del mundo a través de ella. Recibimos información constante y la interpretamos para dar respuestas, permeando su capilaridad en una continua dialéctica relacional con nuestro contexto, aprendiendo a ser sociedad y naturaleza a través de la dermis. Experimentamos el límite, nos resignificamos en ese umbral. Construimos identidad en nuestra piel y sobre nuestra piel, tejiendo capas significantes en protección y proyección de nuestro ser, entrelazando interfaces en una suerte de piel colectiva.

Antropometrías, Sara Coleman | Mujeres Mirando Mujeres | Paula Cabaleiro

Antropometrías, 2017-19. Proceso performático y pieza final de fieltro. ©Tono Mejuto

Artista, diseñadora, docente e investigadora, Sara Coleman (Cabanas, Ferrol, 1980) es una creadora tan poliédrica como su formación y su trayectoria. Sus comienzos en el ámbito del diseño de moda y del patronaje, la han llevado a experimentar artísticamente con gran diversidad de técnicas y materiales, reflexionando acerca de la relación del ser humano con su contexto a través de la piel y el tejido como interfaz, explorando desde el arte esas múltiples formas de hiperconectividad, que dialogan con ámbitos como la filosofía, la sociología, la tecnología o la ciencia. En sus proyectos, el tejido es mucho más que un proceso y una serie de materiales: el tejido se vuelve cuerpo, reflexión y espacio, se vuelve pantalla, interrelacionando arte, filosofía, sociología, psicología, política… haciéndonos reflexionar sobre nuestra forma de estar en el mundo; nuestra forma de (re)pensar el mundo.

Algunas de sus piezas son minuciosas, siempre precisas y cuidadas, donde el tejido se vuelve pintura y dibujo, mancha y superficie, con una complejidad y capilaridad casi orgánica. Otras, de carácter más instalativo, se vuelven escultura, incluso arquitectura, interpelando al público espectador en un plano físico, de tránsito, de recorrido, para “habitar” la obra, para interpretarlas desde el mismo cuerpo.

Inversión Magnética, Sara Coleman | Mujeres Mirando Mujeres | Paula Cabaleiro

Inversión Magnética, 2015. Escultura instalativa. ©Sara Coleman

Desde la fragilidad del material y el virtuosismo técnico, es capaz de construir obras monumentales que nos sobrecogen a partir del tejido, la luz y el espacio, al mismo tiempo que puede desplegar grandes poéticas en obras sutiles de pequeño formato. Y en todas ellas se exhorta al espectador en un cuestionamiento interno y reflexivo sobre cómo habitamos el mundo: somos piel, pero las personas estamos cada vez más lejos de esa dermis primigenia que nos vertebra con la naturaleza y con el resto de seres vivos. La globalización económica y social, el voraz consumismo del capitalismo imperante, el avance trepidante de las nuevas tecnologías y la relación entre las personas, cada vez más frágil a pesar de la cada hiperconectividad a través de las redes sociales, mientras nos aislamos físicamente en nuestros microcosmos, en un simulacro constante de estado del bienestar. Y es entonces cuando sentimos la necesidad de volver.

Esa piel vulnerable es tan nuestra (individual) como del mundo (colectiva): nuestra forma de producir, de consumir y de vivir nos aleja cada vez más de la convivencia y de la sostenibilidad, de sentir el aquí y el ahora desde el cuerpo y la piel, así como desde la consciencia más primigenia. Y ese es el verdadero precipicio al que nos encaminamos: la devastación absoluta del planeta. Así, las obras de Sara Coleman nos sitúan en la incertidumbre, ante un mundo en constante cambio y nos alientan y remueven en esa búsqueda de lo sensible y lo sensato, lo dérmico y lo permeable, lo cuidadoso y lo sostenible; nos interpela ante la urgencia de repensar nuestra forma de estar, habitar, producir, compartir, vivir, relacionar(nos).

Ürphanomen, Sara Coleman | Mujeres Mirando Mujeres | Paula Cabaleiro

ÜRPHANOMEN, 2015. Escultura instalativa. ©Pixi

Tuve el honor de trabajar con Sara Coleman en varias ocasiones a lo largo de su trayectoria, incluyendo obras y proyectos site-specific en diversos comisariados, en diferentes museos y espacios culturales. Probablemente, una de las piezas más impresionantes, cuya creación e instalación pude vivir de cerca fue “Inversión magnética” (2015), en la Iglesia de la Universidad de Santiago de Compostela, como parte de una exposición colectiva sobre paisaje contemporáneo. Un imponente corpus tejido descendía de una cúpula de piedra en una de las capillas radiales, invirtiendo el volumen arquitectónico y construyendo una suerte de cosmos orgánico con luz ultravioleta bañando el hilo blanco, en medio de la penumbra. De forma casi simultánea, Coleman trabajaba en otra macro-instalación de tejido negro en la Fundación Eugenio Granell, “Urphänomen” – “fenómeno originario”- (2015), que indagaba en las relaciones que se establecen entre cuerpo, materia y espacio, configurando un paisaje nocturno y emocional de tejido, luz y sal, donde el cuerpo individual transita, en una suerte de vigilia, hacia un cuerpo colectivo.

Filogenia, Sara Coleman | Mujeres Mirando Mujeres | Paula Cabaleiro

Filogenia, 2016. Escultura instalativa. ©Sandra MG

Ese mismo año, en el Museo de Pontevedra, recuperábamos una pieza anterior, “Filogenia” (2013-2014), una obra clave para entender la investigación que la artista había emprendido, reivindicando el cuerpo a través del vacío. En esta instalación, la geometría y el espacio se imbrican creando una gran interfaz tejida, dinámica y cambiante, una red de redes que se construye y reconstruye con la interacción del espectador y de la luz (a la vez que sus sombras). Entonces, el cuerpo se diluye, la piel se desvanece para emerger como arquitectura habitable, que desdibuja los límites en un afán por transgredir su interfaz, proyectándose más allá de ella. Y el sistema se vuelve piel en sus proyectos sucesivos: “Epidermia” y “Pulsión” (2016) tiñendo el tejido de sus piezas de colores orgánicos, habitando la curva y desencadenando el hueco, suscitando formas evocadoras de un cuerpo que se recoge, que se expande, que se vacía. La luz se vuelve cálida para bañar ese cuerpo etéreo y volátil, que se muestra singular y variable, permeando el espacio y el movimiento del espectador.

Pulsión, Sara Coleman | Mujeres Mirando Mujeres | Paula Cabaleiro

Pulsión, 2016. Escultura instalativa. ©Sara Coleman

El espíritu indagador e investigador de Coleman la lleva a experimentar con nuevos materiales, más rotundos y categóricos, volviendo sobre su propio cuerpo a modo performático. “Corpóreas” comprende una serie de acciones en las que el fieltro se vuelve físicamente piel, refugio, casa. “Espacio piel” (2017) es una fotográfica y escultórica en la que su propia mano modela esa piel, que se vuelve matérica, dúctil y maleable, mientras que en “Antropometrías” (2017-2019) la artista interactúa con una pieza nuevamente de fieltro con las medidas de su colchón para cuestionar la estandarización de los cuerpos, reglamentados por convenciones culturales, sociales y políticas.

Corpóreas, Sara Coleman | Mujeres Mirando Mujeres | Paula Cabaleiro

Corpóreas, 2017. Escultura performática. Secuencia de vídeo.

El fieltro será a partir de entonces un material habitual en sus obras, muchas veces en su color natural, aunque el rojo empezará a adoptar un interesante simbolismo en muchas de sus piezas: así, en “Articulaciones del deseo” (2018) la estructura se vuelve flexible, jugando con los límites, la gravedad y las sensaciones, a través de la curva, la tensión y el hueco, mientras que en “Caída” (2019) sucumbe al deseo a través de la presencia categórica del color y en la serie “9.8 m/s2” (2019) Coleman explora el comportamiento de las tiras de fieltro al tensarlas interponiendo sobre ellas manzanas, jugando con las ideas de peso, concesión, atracción, sujeción y tentación, adyacentes al significado del objeto.

Articulaciones del deseo, Sara Coleman | Mujeres Mirando Mujeres | Paula Cabaleiro

Articulaciones del deseo, 2018. Serie de tres piezas realizadas con fieltro, hilo y pintura acrílica. ©Tono Mejuto

En plena pandemia, Sara Coleman eleva a un plano experimental multimedia su acción de entrecruzar y entretejer múltiples interfaces, esta vez con hilos simbólicos, en “Tr4ns1ts / Tr4nsm1ss1ons” (2020), una obra conjunta con Cinthia Bodenhorst que reflexiona sobre la propagación del coronavirus y el contagio en la era del capitalismo digital.

Pero la representación física del cuerpo vuelve a inmiscuirse en obras como “Interfaz #1” (2021), donde Sara Coleman transita por esos espacios intermedios entre lo háptico y lo óptico, donde la representación de la imagen se entrelaza con el fieltro, tejiendo una suerte de espacio interrelacional en el que confluyen multiplicidades entrecruzadas.

9,8 m/s2, Sara Coleman | Mujeres Mirando Mujeres | Paula Cabaleiro

9,8 m/s2, 2019. Tiras de fieltro y manzanas. ©Tono Mejuto

En 2023, tuve la oportunidad de coordinar una de las últimas muestras individuales de la artista, desarrollando un proyecto que recogía a la perfección algunas de las investigaciones materiales y conceptuales de esta última etapa creativa: “La frágil piel del mundo” en la Sala Maruja Mallo de la Sede de la Diputación de Pontevedra en Vigo. En ella, la obra “El buceo geológico de la vida” recibía al público. Se trataba de una pequeña instalación, casi imperceptible y sutilmente iluminada, donde una sinuosa raíz roja salía de la pared, imbricándose en su propia sombra proyectada, abriéndose paso en un alarde de triunfo orgánico de la vida ante la incertidumbre imperante. Sucedían varias obras realizadas con fieltro, que transitaban entre escultura y pintura: “Pulsaciones” nos presentaba una suerte de cartografía vital, donde una línea de vida nos adentraba en la sala; “Transmutaciones” y “Geografía del pensamiento” materializaban la interconexiones de la vida a través de filtraciones de fibras de fieltro en múltiples ramificaciones pictóricas, casi orgánicas, sanguíneas, capilares; “Drifting bodies” y “Ser bisagra” nos remitían a la idea de prótesis, de simulacro, de accidente, en un devenir entre lo vivo y lo inerte, lo leve y lo pesado; mientras que la obra protagonista, una gran instalación escultórica, nos invitaba a habitar “la piel del mundo”, a aceptar sus imperfecciones, sus suturas y heridas, sus marcas, sus vacíos, sus relatos, dando título a la exposición.

Transmutaciones, Sara Coleman | Mujeres Mirando Mujeres | Paula Cabaleiro

Transmutaciones, 2019. Serie de 30 cuadros realizados en fieltro de lana. ©Sara Coleman

Así, las obras de Sara Coleman siempre nos emocionan, nos conciernen, nos exigen una reacción, manifestando metafóricamente esa urgencia por repensar nuestro lugar en el mundo, esa necesidad imperiosa de volver a la piel, de cuidar esa interfaz (individual y colectiva) que nos hace seres sensibles y permeables, que nos interrelacionan en una multiplicidad compleja de organismos y redes que conforman el contexto en el que habitamos, ese hábitat que nuestro modo de vida está devastando irreversiblemente.

Somos piel y sólo esa vuelta al origen puede salvarnos, aunque puede que ya sea demasiado tarde.

La frágil piel del mundo, Sara Coleman | Mujeres Mirando Mujeres | Paula Cabaleiro

La frágil piel del mundo, 2022. Escultura instalativa. ©Paula Cabaleiro

Paula Cabaleiro. Bio MMM.
Sara Coleman. Bio MMM. Web