Ruinas, cuerpo, abandono: la obra fotográfica de Laura Capote Mercadal
PATRICIA QUINTANA LANTIGUA mirando a LAURA CAPOTE MERCADAL
Hace aproximadamente una década, Laura Capote Mercadal (La Habana, 1991) inauguraba sus dos primeras exposiciones personales, Infraestructura y Fiebre de ti (2012), respectivamente. Fábricas abandonas, estructuras corroídas, escombros, ruinas y quietud son la Infraestructura del sitio donde alguna vez hubo actividad, producción, movimiento, vida. Sus primeras obras hablan de la ruina y el abandono. Una casa decimonónica se convierte en el espacio donde encontrar los rastros del olvido y la implacabilidad del tiempo: polvo, grietas en las paredes, marcas de humedad, muebles viejos y descoloridos y cojines raídos.
Sus estudios universitarios en Bibliotecología y Ciencias de la Información los alternaba con la fotografía. Su obra fue nutriéndose con más series. Cursó una maestría en Gestión y Conservación del Patrimonio, se encuentra cursando otra en Historia y todas sus investigaciones han tributado a su desarrollo como fotógrafa. Y es que el trabajo del fotógrafo es como el trabajo del archivista: solitario. Para Laura la fotografía es un refugio, así como los libros viejos, polvorientos, las hojas llenas de ácaros. Amparada en ese espacio de la fotografía, crea un universo que le permite indagar acerca de esa soledad inherente al fotógrafo, al archivista, al investigador y al curioso que redime del olvido los objetos.
Laura fue poblando los espacios de ruinas con cuerpos. El suyo, el de otro hombre, el de cualquier mujer, fueron los cuerpos que insistieron en recorrer su obra como un espejo opaco que devuelve la imagen de una figura humana poco vibrante. En Stigmas (2013) las siluetas desnudas y poco nítidas -algunas, otras sin mostrar el rostro- nos hablan de la imprecisión. Esta serie es, quizás, la primera de autorretrato. No hay que mostrar el rostro, no hay que descubrir el cuerpo en su totalidad, cada figura es el reflejo del sujeto que está detrás de la cámara, está en representación suya, significando algo que los enlaza.
Laura abre la pregunta por el cuerpo y por su lugar de adscripción. Se desplaza de los sitios en abandono, derruidos, al espacio de la ciudad (Dual, 2015). El cuerpo peregrina por zonas que únicamente le producen enajenación. Como el Baudelaire de “Las muchedumbres”, no puede fundirse con el gentío de la ciudad, y vuelve a exiliarse en la soledad.
Expolios (I y II, 2019) nos presentan a Laura-objeto de su fotografía en zonas de humedales. En terrenos pantanosos su cuerpo parece hundirse, así como se hunde el rostro que oculta entre sus manos. No abre los ojos, no mira directamente, o da la espalda, o aparece a contraluz, hay una intención de evasión en estas series que también hablan de la incertidumbre. Su cuerpo desnudo, desprotegido, indefenso, se ubica en un suelo cenagoso, nada firme, donde tampoco encuentra la certeza por la que clama. Las ramas sin hojas y el blanco y el negro de sus imágenes representan la esterilidad de una mujer en desconexión con el mundo circundante.
Una mujer se revuelca por un colchón de 1.90 x 1.36. Se aferra a la sábana, gira, se extiende, se sienta. Su rostro denota impasibilidad. ¿Qué edad tendrá? ¿De dónde viene? ¿Qué siente? Los retratos de Laura Capote Mercadal podrían haber tenido lugar en cualquier casa, en cualquier cama, en cualquier país. En ellos hay una mujer impertérrita inscrita en un espacio y tiempo muy acotado pero que parece haber estado siempre ahí. No habiendo hallado respuestas Laura-sujeto representante huye a un rincón de un cuarto. En Cancún. Junio, 2020 Laura está al amparo de una cama. En esa cama neutra, ligera (el “grado cero de la cama”, parafraseando a Jean Baudrillard) halla su liberación. Inscrita en ese espacio confortable, el único infalible, llega a la emancipación de su cuerpo.
En esa intimidad de la cama nace Ann Floss (heterónimo de Laura Capote). Anne Floss vive en Instagram y se declara “Artist and Pornosopher”. Apuesta por el placer. Juega con sus fluidos vaginales. Se introduce juguetes y dialoga con Araki con la ayuda de su Polaroid (Cartas a Araki, 2020-2021). Su alienación desemboca en un encierro en su concha, Ann Floss es ahora un molusco y habita en la humedad de su cuerpo. No hay ya un espejo opaco donde se refleje el cuerpo, sino un agujero, un conducto que convoca al voyeur a asomarse por las fisuras del cuerpo. Y es que la lente siempre ha sido para Laura un portal (portal al estilo Being John Malkovich) a través del cual asomarse al cuerpo, lugar del inicio y del fin.
Actualmente Ann Floss/Laura Capote, pospornógrafa, realiza una serie donde su cuerpo se vuelve territorio de conquista, lugar de inscripción. Trabaja y estudia en México, donde también escribe e investiga sobre fotografía.
Patricia Quintana Lantigua. Bio MMM.
Laura Capote Mercadal. Bio MMM.