Nuria Lago, en tercera persona.
Os dejamos un pequeño extracto de la presentación que de Nuria Lago llevó a cabo la historiadora del arte, gestora cultural y comisaria, Elena Bangueses para su presentación en MMM.
El condicionamiento, aún presente en nuestra cultura y educación, de ver el cuerpo femenino como un objeto que debe ser controlado y cuidado, en lugar de un sujeto lleno de capacidades que toma iniciativas, a menudo se refleja en la forma en que se espera que una mujer se mueva, actúe e incluso pinte. Pero el mito de la fragilidad y la pasividad femenina se ve rebatido por los gestos atrevidos y seguros de Nuria.
Nuria ha construido un vocabulario visual tomando prestada la estética de la abstracción y la pintura de acción, así como la caligrafía, pero comunica a través de su obra un mensaje propio. La artista genera un espacio propio con su obra y se sitúa física y mentalmente en el centro del mismo. Durante el proceso creativo actúa de forma casi obsesiva dentro y fuera de este espacio, hasta que convierte sus obras en registros de su actividad creativa.
Al mismo tiempo, Nuria afronta las implicaciones de entrar en diálogo con una de las tradiciones pictóricas más reconocidas internacionalmente, el «expresionismo abstracto», y al hacerlo, expone su trabajo a basadas en el género, algo que ya han sufrido muchas mujeres artistas. Fue hace solo dos años, cuando las figuras femeninas del expresionismo abstracto obtuvieron su primera gran exposición conjunta.
La realización tardía de esta exposición, ilustra cómo estas prácticas artísticas estaban subrepresentadas e infravaloradas, simplemente porque sus instigadoras no eran hombres. La visibilidad de las artistas del expresionismo abstracto fue obstruida por la magnitud de proyección de sus homólogos masculinos; a menudo, este hecho se atribuye a las circunstancias del período de posguerra, pero lamentablemente, hoy en día, la situación no ha cambiado tanto como debería.