jueves, abril 18, 2024

    Nela Ochoa: “El arte siempre es empezar otra vez de cero”

    NORA NAVARRO mirando a NELA OCHOA

    El universo creativo de Nela Ochoa (Caracas, 1953), artista multidisciplinar y referente del arte contemporáneo en Venezuela, entrecruza los ámbitos de las artes y las ciencias para reflexionar sobre la naturaleza humana a través de distintas expresiones artísticas como la instalación, la fotografía, la escultura, la danza, la pintura y, sobre todo, el videoarte, disciplina en la que fue pionera en su país natal.

    Con más de 30 años de trayectoria y numerosos reconocimientos internacionales a sus espaldas, Ochoa reside en la isla de Tenerife, en Canarias, desde 2017, a la que se exilió con motivo de la crisis sociopolítica que sufre su país, y donde sigue desarrollando una línea de investigación artística que gravita sobre el estudio de la genética y el cuerpo humano para ahondar, desde un punto de vista creativo, en cuestiones universales en torno al universo y la naturaleza humana.

    ¿Cómo surge tu interés por la genética y el cuerpo como senderos creativos para explorar la condición humana?

    Yo siempre sentí fascinación por las radiografías y, desde mediados de la década de los 80, las recolectaba, las coleccionaba y las intervenía artísticamente con distintos materiales, como el látex, hilos, telas o resina. Luego, con el tiempo empezaron a aparecer las resonancias magnéticas y las tomografías, porque el estudio científico del cuerpo se fue transparentando, así que empecé a hacer mucha investigación en este ámbito para aplicarlo al arte.

    NELA OCHOA | A plomo, 1994 Radiografías de baleados, madera, metacrilato y luz fluorescente sobre tierra Colección Museo Alejandro Otero

    A plomo, 1994 Radiografías de baleados, madera, metacrilato y luz fluorescente sobre tierra Colección Museo Alejandro Otero

    Y de este modo me fui adentrando cada vez más en este campo para buscar patrones y claves del conocimiento humano que, a fin de cuentas, tienen que ver con las preguntas universales que siempre se ha hecho la Humanidad: por qué estamos aquí, cómo funcionamos o dónde está el alma. Más adelante, esa búsqueda hacia dentro que partió de las radiografías llegó a la genética.

    En torno a 1994 empecé a leer muchos proyectos sobre el genoma humano y monté unas primeras exposiciones, como ADN 8ª (1999), que expuse en la sala RG en Caracas, donde muestro por primera vez obras relacionadas con los cromosomas y donde ya había trabajado con radiografías de baleados en Venezuela. Pero fue en 2002 cuando conseguí una secuencia genética del cáncer de mama, ya que en mi familia ha habido muchos casos, y a partir de ella creé la pieza BRCA2, donde recreo el gen del cáncer mamario con bretelas de sostenes femeninos.

    Así, comencé a vincular mi obra al universo genético, donde desvelo tendencias y patrones del comportamiento humano, como en la muestra Gen-Ética (2004), que exhibí en la Galería Sextante, Bogotá, donde recreo los genes relacionados con la adicción en el ser humano.

    ¿En qué medida el trabajo con radiografías de baleados en Venezuela trata de hacerse eco de la realidad social de tu país?

    Sí, esa pulsión crítica es inevitable. Recuerdo cuando descubrí casi por casualidad la radiografía de un muchacho con una bala incrustada en la nalga y quise trabajar desde el punto de vista artístico lo que significaba esa huella en el cuerpo humano. Por ejemplo, en mi obra Carne de Cañón (1998), que exhibí en el Salón Aragua de La Ganadera, en Caracas, reproduzco en gran formato unas radiografías de baleados que imprimí en tela y que después trabajé e intervine con pinturas, hilos y látex, y donde abordo un gen relacionado con la violencia.

    NELA OCHOA | Baños de Sangre, 1994 Fibra de vidrio, madera y sistema de vídeo Colección Museo de Arte Contemporáneo Sofia Imber

    Baños de Sangre, 1994 Fibra de vidrio, madera y sistema de vídeo Colección Museo de Arte Contemporáneo Sofia Imber

    Tu imaginario artístico se distingue por su transversalidad, ya que transitas distintas disciplinas creativas a caballo entre el arte y la ciencia, lo cual suscitó algunos recelos entre una parte de la crítica de arte en Venezuela. ¿Dirías que fue un reto defender esa vocación interdisciplinar y poliédrica en los 80?

    Mis inicios no fueron sencillos cuando comencé como artista multidisciplinar en los años 80, en los que desarrollaba simultáneamente la danza contemporánea, la pintura, el videoarte y las instalaciones.

    Recuerdo que un crítico venezolano muy joven me interpeló directamente y me dijo que a la larga tendría que decidirme por un solo camino, pero yo le respondí que a mí nadie me paga por hacer lo que estoy haciendo. A mí me nace de forma natural esta mirada multidisciplinar porque me permite abordar una misma temática desde diferentes técnicas y disciplinas, lo cual me produce distintos resultados, que es lo que me interesa. Afortunadamente, hoy es más habitual que esas fronteras interdisciplinares se difuminen y es como debe ser, porque hoy en día no tiene sentido separar o poner etiquetas dentro del arte contemporáneo.

    NELA OCHOA |  Eco Genético, 2006 Video-animación basado en El Grito (Munch) y gen relacionado con la ansiedad 

    Eco Genético, 2006 Video-animación basado en El Grito (Munch) y gen relacionado con la ansiedad 

    Al final dejé a aquel crítico con la palabra en la boca porque, diez años más tarde, me lo encontré y me dijo: ¡menos mal que no me hiciste caso! Precisamente, en 2017 me dieron el Premio Armando Reverón Arte Multimedia otorgado por la AVAP (Asociación Venezolana de Artistas Plásticos), que es un premio muy importante dentro del ámbito multidisciplinar.

    NELA OCHOA | Ruinas Circulares- Hoyano, 1997 Arena, óxido negro y sistema de video III Premio IV Bienal de Arte de Mérida, Venezuela

    Ruinas Circulares- Hoyano, 1997 Arena, óxido negro y sistema de video III Premio IV Bienal de Arte de Mérida, Venezuela

    En tus inicios te interesó la gestualidad como lenguaje universal y anterior a la palabra. ¿Cómo ha influido la danza contemporánea en el desarrollo de tu obra?

    Mi inspiración en esta búsqueda partió a un mismo tiempo de las radiografías y del lenguaje gestual en la danza. Una de mis referencias fue el filósofo francés François Delsarte, también actor y cantante que, aquejado de una enfermedad grave a mediados del siglo XIX, decidió elaborar un diccionario de gestos basado en sus observaciones sobre el comportamiento humano y donde desarrolló una teoría que decía que el gesto está antes que la palabra.

    Yo empecé a trabajar con ese diccionario gestual, que plasmé en la video-instalación Invernadero (1987) para el vídeo Topos, que recibió el Premio de Arte No-Objetual en el 45º Salón Arturo Michelena, en Valencia, donde reproduzco una trama artificial para reflexionar sobre el futuro y donde una parte se basa en el lenguaje gestual según Delsarte, que invitaba al espectador a analizar esos comportamientos.

    NELA OCHOA Bucaneer Helix, 2008 Bates de plásticos, lycra y nylon

    Bucaneer Helix, 2008 Bates de plásticos, lycra y nylon

    En tu videoinstalación Water Rituals (1993), que exhibiste como parte de la exposición colectiva The Final Frontier en el New Museum de Arte Contemporáneo de Nueva York, intercalas la frase «las llaves del conocimiento están ocultas dentro de nuestros cuerpos». ¿En qué medida es definitoria de su obra?

    Esa frase define lo que hago, sin duda, pero creo que esas preguntas están en nosotros y que nunca se terminan de responder. Desde las cuevas de Altamira, la humanidad está tratando de dejar huella y de entender que está haciendo aquí o qué hay más allá. Precisamente, en Water Rituals exhibo unas radiografías donde las cabezas se solapan con la luna y los planetas, porque busco patrones que permitan transitar de lo micro a lo macro.

    En definitiva, yo creo que el ser humano se ha hecho desde siempre esas preguntas, aunque hoy en día se vive mucho en la inmediatez y en lo urgente, como ir al banco o sacarse una muela, pero creo que todo el mundo, en algún momento, se sienta y se resitúa.

    ¿En qué consiste esa “resituación” que tratas de provocar a través de tu obra?

    En darnos cuenta de que estamos aquí un momentito aunque, al mismo tiempo, o quizás por eso mismo, nos empeñamos en dejar huella. Por ejemplo, cuando estás ante un gran paisaje bajo una cúpula estrellada, lejos de las luces de la ciudad, comprendes que realmente eres un grano de arena, pero la ciudad nos ha hecho creer que dominamos la naturaleza.  Y cuando viene un terremoto o un tsunami entiendes por fin que, si nos cae un meteorito, se acabó: ya no comemos más arepas (risas).

    Creemos que estamos controlando todo pero no estamos controlando nada: estamos creando este castillo de naipes y hemos hecho maravillas, pero todos pendemos de un hilo y por eso la vida es casi un milagro.

    Y esto me parece importante: ojalá se hicieran grandes trasvases entre poblaciones de países desarrollados y subdesarrollados, porque los últimos entenderían que se puede vivir de otra manera y los primeros quizás aprenderían a apreciar y valorar todo lo que tienen.

    NELA OCHOA | Gen Gerbera, 2004 Flores de seda sobre metacrilato

    Gen Gerbera, 2004 Flores de seda sobre metacrilato

     

    NELA OCHOA Cromosomos, 1999 Látex y tinta sobre vidrio Colección Fundacion Polar

    Cromosomos, 1999 Látex y tinta sobre vidrio Colección Fundacion Polar

    Precisamente al hilo de ese flujo migratorio que mencionas, ¿cómo tomaste la decisión de emigrar a Canarias desde Venezuela en 2017?

    Yo me vine a Santa Cruz de Tenerife con mi marido [el escritor Antonio López Ortega] en 2017, el año de la balacera espantosa en Venezuela, donde hice cuatro exposiciones –dos individuales y dos colectivas-, aunque no pude asistir a la inauguración de tres de ellas por los asesinatos, las suspensiones y los retrasos, y porque no era fácil conseguir vuelos una vez en el exilio.

    Pero desde que ganó Hugo Chávez en Venezuela intuí lo que iba a pasar, porque yo siempre he militado en partidos de izquierdas y, desde que entré en uno denominado Vanguardia Comunista, salí espitada, porque aglutinaba gente muy machista y que podía hacer cualquier locura para reparar el techo en vez de buscar el dinero de una manera legal.

    No me interesaba nada. Luego, me pasé al Más, un movimiento socialista muy progresista en esa época, que realmente promovió cambios, pero, en Venezuela, esa izquierda que una juraba que podía traer mejorías y avances para la población resultó todo lo contrario.

    Lo que nosotros hemos vivido en Venezuela, al igual que muchos otros países como Nicaragua o Cuba, son dictaduras feroces en las que se reprime con muerte y no existe ningún tipo de derechos humanos ni de independencia de poderes. Entonces, una tiene que buscar otra vía, como hacer las maletas y tratar de seguir adelante, lejos de ese dolor.

    NELA OCHOA Desentierro, 2001 Láminas de latex con ADN de la artista y ganchos

    Desentierro, 2001
    Láminas de latex con ADN de la artista y ganchos

    Al igual que en tu caso y el de tu marido, ¿han sido muchos los coetáneos del ámbito artístico en Venezuela que se sumaron a esa diáspora masiva por no poder ejercer su oficio creativo?

    Sí, aunque hay muchos casos diferentes. Yo estuve en las primeras marchas y protestas en el 2000, cuando empezaron a meterse con las escuelas, a cambiar todo el pensum y a crear pioneritos.

    Entonces fundé la plataforma Gente de la cultura, desde la que promovíamos miles de protestas creativas, pero después de que mi marido sufriera dos secuestros, uno de ellos con mi hijo, decidimos emigrar a la isla de Margarita en 2011.

    La situación se había hecho insoportable: por ejemplo, cada vez que sacábamos un coche, nos lo robaban a los meses, y entre mis hijos y yo ya habíamos perdido como cinco coches. O en una finquita que teníamos, que era una bienhechuría, cuando vino el deslave entraron los chavistas y se la quedaron, porque no había ley y no podías alquilar nada, porque se lo quedaba el que se metía.  Y cuando un país funciona con ese grado de anarquía, en el que tienes que moverte entre el soborno y hacer la vista gorda, la libertad es una utopía.

    A pesar de todo, los artistas siguen produciendo, montan exposiciones y publican libros, pero siempre con las uñas y a sabiendas de que esas obras no se van a vender y no se van a pagar.

    Los museos ya no existen y desde el gobierno han robado como locos, no solo dinero, sino obras. Lo que pasa es que los artistas que está creando no pueden dejar de crear y en la adversidad se hace aún más necesario seguir creando.

    Por supuesto, estos artistas saben que se exponen, pero lo hacen por puro amor al arte y, aunque los artistas casi siempre trabajamos por amor al arte, una cosa es hacerlo en unas condiciones normales y otra es que tú puedas ir presa por cualquier expresión artística.

    NELA OCHOA Fosil, 2010 Muñecos plásticos, resina y camilla

    Fosil, 2010 Muñecos plásticos, resina y camilla

    Supongo que el hecho de establecerte en Tenerife te hizo recuperar el control creativo de tu carrera pero, sobre todo, de tu vida. ¿Ha sido así?

    Absolutamente. Como te decía, después del segundo secuestro en 2011 nos retiramos a vivir a una casita en una playa paradisíaca en la isla de Margarita, porque, afortunadamente, pudimos vender nuestro apartamento en Caracas. Ahí montamos una feria del libro, que yo producía y Antonio dirigía, y trabajamos a full hasta que empezamos a pasar 8 meses sin teléfono, sin internet, a comprar planta eléctrica y camiones de agua, porque es una isla paradisíaca, pero no había ni agua ni electricidad.

    Entonces, nos vinimos por fin a Tenerife, con dos maletas y algunas obras que le pedí a mi hijo que me las enrollara bien apretaditas, aunque mucho se quedó atrás, en galerías y museos.

    En Canarias he creado algunos proyectos, como una muestra retrospectiva de mis piezas de videoarte, que pude traerme y que titulamos Nela Ochoa. Vídeos 1985-2006, en el TEA. Tenerife Espacio de las Artes, en 2018, o haber sido seleccionada en el programa de residencias del CAAM (Centro Atlántico de Arte Moderno) en Las Palmas de Gran Canaria, donde monté la instalación Mar de fondo, una crítica a la contaminación del plástico en los océanos.

    Y tengo otros proyectos en cartera, que anunciaré desde que pueda. Para mí ha sido muy importante, porque se hace muy difícil cuando tienes esta edad y una carrera más o menos consolidada, y tienes que irte de tu país a la fuerza.

    NELA OCHOA Exponja, 2019 Estropajos, pintura en spray y alambre

    Exponja, 2019 estropajos, pintura en spray y alambre

    Con todo, ¿cómo puede definir su trayectoria como “más o menos consolidada” si ha exhibido sus obras en museos, salas y festivales de todo el mundo, con reconocimientos nacionales e internacionales desde los años 80 hasta el presente?

    Sencillamente, porque una carrera artística solo se considera consolidada hasta cierto punto, sobre todo, si vives en el tercer mundo. Fíjate, yo llegué a exponer, como mencionábamos antes, en el New Museum de Arte Contemporáneo de Nueva York dentro de la exposición The Final Frontier en 1994 pero es que, además, la obra que utilizaron para ilustrar la cobertura de la muestra en el New York Times fue la mía. Y yo pensé: ahora sí, ya lo he conseguido. Pero la realidad es que luego regresas a tu país y vuelves a empezar de cero, porque si te quedas parada, la gente te olvida y pasa de largo.  Luego, años después, en 2002, expuse una pieza en la feria ARCO de Madrid con la Galería 39 de Caracas para la sección Cutting Edge.

    Y a mi regreso, lo mismo, porque el arte siempre es empezar otra vez de cero. Pero quizás eso nos mantiene siempre en el hilo conductor, porque yo sigo creando con el mismo empeño y la misma necesidad expresiva, quizás por esto que hablábamos antes sobre esa tendencia humana a querer dejar una huella de nuestro paso por el universo, o al menos, para tratar de entenderlo y entendernos un poquito mejor.

    © Nela Ochoa. Web.
    Nora Navarro. Bio.

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