Karen Rosentreter Villarroel presenta «Mil Agujas por la Dignidad»
Manifestación textil por América Latina
“Mil agujas por la Dignidad” consistió en una manifestación textil, creada y gestionada por la historiadora y artista visual chilena, Karen Rosentreter Villarroel, para visibilizar el complejo escenario político y social que atraviesan los países latinoamericanos, y denunciar las desigualdades y la represión que viven estos pueblos.
La manifestación, organizada inicialmente desde Barcelona, se expandió hasta alcanzar más de 80 ciudades de todo el mundo, en las que el 7 de diciembre de 2019, más de 1000 artistas textiles crearon postales textiles denunciando las violaciones a los Derechos Humanos que sufren los pueblos latinoamericanos.
Los orígenes y objetivos de una puntada simultánea
“Pero despertamos y nos cosimos las manos, para seguir tocando la guitarra de Víctor, para seguir bordando de día, de noche, sin luz, con la ropa de nuestros desaparecidos; con las ansias de volver a abrazarlos enhebramos nuestras agujas, y con todas las angustias de nuestros días sin ellos, bordamos una eternidad de cantos textiles que se escuchan hasta hoy”
Esta protesta textil surgió desde la necesidad de visibilizar el sentir de los chilenos y chilenas que viven en el extranjero y que, estupefactos, observaban las desafortunadas imágenes de represión y violación a los Derechos Humanos vividos en Chile en los meses finales de 2019.
Mientras transcurría el tiempo de preparación de la manifestación, los conflictos en otros países de América Latina fueron incrementando, por lo que se hizo urgente expandir este llamado de atención artístico, considerando todas las causas dolientes del continente.
Desde los inicios de este proyecto, se concibió esta manifestación como un momento de expresión y declaración de derechos sociales en torno al arte, un encuentro libre, democrático, participativo e integrador, que no buscó ceñirse a ninguna bandera política específica, ni ninguna ideología excluyente.
El objetivo principal era poder reunir a diferentes artistas y personas de todo el mundo afines al arte textil, para que pudieran generar grupos de trabajo y bordar consignas alusivas a las crisis sociales de América Latina y la defensa de los Derechos Humanos.
Para ello, se crearon piezas textiles de tamaño pequeño (postal textil), que luego formaron parte de una intervención urbana, que permitió resignificar el espacio público.
Una de las consignas fundamentales de este proyecto fue la reivindicación del arte textil femenino. En el instructivo que cada agrupación recibió para sumarse a la manifestación, quedó estipulado de manera específica el uso exclusivo del arte textil y no otro, como medio de expresión para poder participar.
Esto surge al tener en cuenta que el arte textil es un arte poco visibilizado en las instituciones, principalmente porque muchos de los conocimientos de estas múltiples técnicas han sido traspasados de generación en generación, transmitidos por mujeres que en su mayoría no tuvieron una formación académica.
Por otra parte, América Latina tiene una exquisita tradición textil y son muchos los grupos que siguen desarrollando esta actividad hasta la actualidad. La mayoría de estos colectivos son integrados por mujeres, quienes han podido mantener en el tiempo características propias de sus raíces, pero sin cerrarse a incorporar avances de la modernidad que enriquecen sus piezas textiles.
Mujeres que enseñan a otras. Una manifestación con rostro de mujer.
“Reivindiquemos a todas nuestras maestras, esas de manos marcadas por jornadas extensas, las de ojitos cansados por coser de noche, de enseñanzas humildes pero profundamente significativas, porque sus hazañas de guerreras textiles, no caben en los libros de historia para recordarlas”
Históricamente, el arte textil ha sido un legado de resistencia femenina. Muchas mujeres han sabido deconstruir lo que pudo haber sido un método de sometimiento patriarcal para transformarlo en una herramienta de lucha social, de visibilización de injusticias y también de emancipación femenina.
Abundan los nombres de mujeres que no aparecen en los libros de historia, dejando sus hazañas de todo tipo, condenadas al anonimato. Tantas de ellas compartieron sus saberes con otras sin pretensiones, desarrollando un lenguaje propio que las liberó y las potenció en la lucha de género.
El arte textil ha sido considerado un arte de segunda y hasta tercera categoría, eso no fue impedimento para que éste siguiera desarrollándose con más fuerza en el tiempo.
Es por eso que, en la actualidad, de manera no tan silenciosa y profundamente resiliente, el arte textil se levanta en América Latina en manos de mujeres de todas las edades. Muchas de ellas se encuentran trabajando de forma sistemática en diversas agrupaciones de empoderamiento femenino.
Sus creaciones visibilizan problemáticas vinculadas a las violaciones de los Derechos Humanos, transformándose en un medio de expresión para conseguir el bienestar de la comunidad.
Las textileras que participaron de esta protesta textil, se movilizaron desde sus diversos territorios y espacios públicos, a través de sus lenguajes maternos y afrontando distintas condiciones climáticas y de horarios.
Mientras algunas jornadas textiles del 7 de diciembre terminaban en una ciudad, al otro lado del mundo comenzaba una nueva, donde otro grupo de mujeres empezaba a ordenar sus hilos y telas para manifestarse. “Mil agujas por la Dignidad” representó un momento de encuentro para toda la comunidad.
Sin embargo, las extensas jornadas de manifestación tuvieron en su gran mayoría rostros y manos de mujeres, las que de forma desinteresada y movidas absolutamente por convicciones, le dieron voz y reconocimiento a todas sus maestras que alguna vez también bordaron para exigir una vida más digna.
Lo que dejó “Mil Agujas por la Dignidad”.
“Porque a las ideas le crecen alas cuando son colectivas, cuando van direccionadas a un bien común”.
En más de 80 ciudades del mundo, como Barcelona, Londres, Buenos Aires, Santiago de Chile, Cali, Amberes, Porto Alegre, Toronto, Cuzco, Helsinki, París, entre otras, se generaron jornadas de “Mil Agujas por la Dignidad”.
La enseñanza de los conocimientos y el intercambio de experiencias artísticas entre los participantes permitió revalorizar el arte textil como herramienta de lucha social femenina y también como reliquia cultural de los pueblos latinoamericanos.
Gracias al impacto de este encuentro, muchas organizaciones lograron conectarse y generar proyectos de artivismo social que se han potenciado con el tiempo y perduran hasta la actualidad. En las reflexiones obtenidas de los participantes de los diferentes países que formaron parte de la manifestación textil, convergió la necesidad de visibilizar conflictos sociales derivados de la desigualdad socioeconómica de América Latina, y la incansable búsqueda por justicia social y mejores condiciones de vida en todo el continente.
En la actualidad, “Mil agujas por la Dignidad” se ha transformado en una plataforma de visibilización de proyectos textiles de todo el mundo y no se descarta la posibilidad de que existan nuevos encuentros en torno a los ideales de la manifestación.
Imagen destacada: Fotografía Claudia Machuca. Mil Agujas por la Dignidad Barcelona, España.
Para leer el manifiesto textil completo y obtener mayor información de esta manifestación ver sitio web.
Mil Agujas por la Dignidad. Web y Manifiesto.
Karen Rosentreter Villarroel. Bio.