MICAELA FERNÁNDEZ DARRIBA mirando a LILIANA PORTER
«Para mí, político es aquello que genera reflexión y quiero creer que mi obra la genera».
Liliana Porter
Liliana Porter nació en Buenos Aires en 1941. Ingresó en la Escuela Nacional de Bellas Artes «Manuel Belgrano» cuando apenas tenía doce años, ya que en aquella época se podía acceder luego de completar los estudios primarios. En 1958, a sus dieciséis años, viaja a México donde reside junto a su familia y estudia en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, especializándose en el grabado. También tomó clases como oyente en la Facultad de Filosofía y Letras y entabló amistad con jóvenes escritores de la época: Juan Arreola, José Emilio Pacheco y Carlos Monsiváis. Entre los intereses de Liliana Porter, además de las artes visuales, se encuentra la literatura. Ella se declara admiradora de la obra de Jorge Luis Borges y, también, de artistas multidisciplinares como Laurie Anderson.
Su primera exposición la realizó a los diecisiete años, en la ciudad de México, en la Galería Proteo, en la que presentó doce pinturas al óleo y diecinueve grabados.
Luego de un tiempo de residir en México regresó a la Argentina donde completó su formación en la Escuela Nacional de Bellas «Prilidiano Pueyrredón», en la que tuvo entre sus docentes a Fernando López Anaya y Ana María Moncalvo.
En una entrevista concedida a Adriana Gallo en Liliana Porter. Selección de obra temprana y una reflexión desde el presente, Porter describe su llegada a Nueva York en el año 1964.
«Fui a visitar a mi hermano a México y mi profesor de grabado me convenció de que debía ir a París a ver los museos. Un excompañero de Bellas Artes que en ese momento vivía en Nueva York con sus hermanas me convenció de que fuera primero allá por unos días y que viera la Feria Mundial. Así fue, y cuando llegué a Nueva York entendí que era absurdo estar solo una semana en esa ciudad, pues ver los museos me iba a llevar mucho más tiempo, y decidí aplazar el viaje a París. A los cuatro días averigüé del mejor taller de grabado en la ciudad, y en poco tiempo ya estaba compartiendo un departamento con dos chicas argentinas y finalmente, sin proponérmelo, me quedé en Nueva York hasta el presente».
En aquella época, Nueva York era la capital centro del arte contemporáneo y Porter quedó impactada no sólo por las experiencias artísticas del pop art, el minimalismo o el conceptualismo, sino por el movimiento feminista, las luchas antirracistas, las manifestaciones contra la Guerra de Vietnam, el apogeo de artistas como Joan Báez, Bob Dylan, Janis Joplin, etc. En aquella ciudad conoce el Pratt Graphic Art Center, una galería-taller libre de grabado e impresión asociada al Pratt Institute, donde toma contacto con el artista argentino Luis Felipe Noé y al artista uruguayo Luis Camnitzer, con quien conformará un notable tándem artístico.
Esos vínculos y relaciones con artistas de Latinoamérica y de diferentes lugares del mundo, le aporta enormes experiencias para reflexionar sobre su obra y el desarrollo de la técnica. Técnica que trabajará vinculada a conceptos que forman parte de la realidad social y política que le tocó vivir y de la experimentación de la su disciplina, el grabado.
Porter conoce la obra teórica de Lucy Lippard, a quien considera una de las investigadoras paradigmáticas de ese momento. En 1969, la artista participa en una exposición colectiva comisariada por la propia Lippard. En dicha exposición se abordaba la idea de la materialidad de la obra y su carácter efímero.
La investigadora Silvia Dolinko, en su libro Arte plural. El grabado entre la tradición y la experimentación, 1955-1973, expresará lo siguiente acerca de este período de Porter:
«A fines de 1968, la artista había realizado Arruga, una sucesión de diez estampas monocromáticas en las que reflexionaba sobre la cualidad del hecho gráfico, y fusionaba soporte y objeto para desarrollar la imagen del proceso de conversión de un papel liso y estirado que va pasando por distintas torsiones, arrugamientos, deformaciones, hasta devenir en una pequeña forma abollada. En esta obra, Porter incursionaba en la modalidad híbrida como es el fotograbado.
Esta técnica implicaba una serie de traslaciones -la selección de una imagen fotográfica, su transferencia y registro de una matriz de metal, el entintado y la posterior impresión en el papel soporte- que en un juego de fijación y ocultamiento de la fuente de origen proporcionaba una versión mediatizada en tercer grado de la propia imagen fotográfica.
(…) Arruga involucraba un planteo sobre la relación entre ficción y realidad, entre presentación y representación, tensiones que atraviesan toda la obra de la artista».
En 1969, esta serie de obras se expondrá en el circuito latinoamericano junto a Luis Camnitzer: en el Instituto Di Tella (Argentina), en el Museo de Bellas Artes de Caracas y en el Museo Nacional de Bellas Artes de Chile.
En 1970, participó junto al grupo New York Graphic Workshop en la emblemática exposición Information, una obra de carácter participativo ligada al trabajo en papel y al arte postal.
Sobre finales de los años 70, Porter produce en Italia unos quince grabados de la serie denominada Magritte. En esta serie vuelve a abordar el tema de la percepción y de su representación. Hacia finales de esa década, Porter experimenta con el dibujo, con obras sobre tela e instalaciones murales de carácter transitorio, utilizando en estas últimas el discurso escrito con palabras o frases. Por aquellos años, comienza sus trabajos con la aparición del elemento barco y la serie de los primeros juguetes. En esta última serie, la artista hace un paréntesis con la técnica del grabado y aborda el tema de los objetos cotidianos, no sólo juguetes, también aparecen otros elementos como libros, jarrones, estatuillas. Esto le posibilita crear relatos con figuras-objetos reales, de la cotidianidad, presentados de manera estática sobre el soporte fotográfico, que contienen múltiples sentidos.
Desde sus primeras obras hasta la más reciente exposición en el Uruguay en enero de 2023, Porter traza un discurso marcado por la constancia estética y conceptual, y esto es un desafío complejo de sostener cuando se habla de una obra tan prolífica y con tanta diversidad de técnicas, disciplinas, materialidades, temas y conceptos.
Porter expresará lo siguiente acerca de su proceso creativo:
«Cuando planteo una obra, parto de la idea a la técnica. O sea, la idea es la que me va a indicar cuál puede ser la técnica o la solución visual más efectiva para esa idea en particular. Por eso, para hacer una instalación de papeles arrugados, utilicé impresiones en offset, que es una solución coherente con la idea, o cuando necesité que la imagen sea lo más realista posible utilicé el foto-grabado o la foto-serigrafia».
Las obras de Porter abordan siempre los límites; límites entre ficción y realidad, entre el concepto y la figura, entre técnicas y disciplinas en constante movimiento. Por eso ha utilizado como soporte el grabado, el dibujo, obra sobre tela, instalación, mural, fotografía y video.
En 1994, realizó una serie de mosaicos Alice: The Way Out, inspiradas en Alicia en el país de las Maravillas de Lewis Caroll para el metro de Nueva York y en 1998, realiza la obra For you/Para usted, una pieza filmada en 16 mm y transferida a video digital. Ya, a principios del siglo XXI, creó piezas audiovisuales junto a la artista uruguaya Ana Tiscornia y con la colaboración musical de Sylvia Meyer.
Andre Giunta en su libro Poscrisis. Arte argentino después de 2001, afirmará sobre su obra:
«En el caso de Porter, en el que gran parte de su obra consiste en explayarse sobre los dispositivos con los que el arte elabora una distancia entre la realidad y la representación, la percepción final del conjunto nos acerca a una emotividad cotidiana, tierna, basada en sutiles ironías. La cita, la parodia, la apropiación, recursos constantes en todas las obras de Porter, no son los instrumentos de un comentario sarcástico, sino una manera de aproximarnos a una sensibilidad atravesada por los lugares más comunes de la cotidianeidad. Es, en definitiva, una comprensión cómplice de los lugares menos solemnes de la vida contemporánea; una obra en la que sus procesos de elaboración no proponen abordar los grandes temas, sino aquellos que impregnan las más pequeñas y comunes experiencias. Las cosas que pasan todos los días y que contradicen nuestras certezas.»
Desde 1964, Porter reside en Nueva York, ciudad donde trabajó como profesora de arte en la universidad Queens College y sigue exponiendo.
La obra de Liliana Porter es de una singularidad contundente y, por esta razón, ha obtenido innumerables reconocimientos, como la Beca Guggenheim y ha expuesto en más de una treintena de museos y galerías de todo el planeta, de este mismo modo sus trabajos forman parte del patrimonio público y privado del mundo.
Micaela Fernández Darriba. Bio MMM.
Liliana Porter. Bio MMM. Web.