El futuro será viscoso o no será: Magia y ciencia en la sociedad Monsterizada. Un acercamiento a la obra de Marian Garrido.
Bárbara Vidal Munera MIRANDO a Marian Garrido
Conocer a Marian Garrido hace que te explote la cabeza. Esto es así. No sólo porque en una conversación -la suya suele ser ancha, profunda y divertida- puede saltar de la música electrónica a los Hashashin, del ciber medievo a Vocaloid, de la sociología a la cábala, de forocoches al nihilismo… Si no porque, cuando te acercas a su trabajo, tienes la sensación de acceder a un universo nuevo, de un dinamismo frenético, casi psicotrópico, cuajado de referencias conocidas pero descontextualizadas (o, precisamente por estar en su contexto te descontextualizan a tí, espectador), un planeta-universo en el que la fantasía rige en los mismos términos que la ciencia, la realidad/ima gen glichea y el tiempo es un agujero de gusano.
Aceleracionista, maestra de la sospecha, espigadora digital, terrorista psíquica y sagitario. Artista multidisciplinar residente (resistente) en Madrid. Todo lo que dice Marian en su statement es cierto. Y ¿Porqué lo de ser aceleracionista y este afán por el advenimiento del futuro? ¿El presente no es estimulante para Marian Garrido?
“En realidad es un truco que juega a la antítesis, porque aunque me sirva de la coyuntura abierta que brinda el futuro, siempre estoy hablando del presente o incluso del pasado. El futuro es muy cómodo para poder especular y nos permite además ver el presente desde otros ojos, lo que está genial”.
Para conocer la obra de Marian es necesario abandonar ideas preconcebidas acerca del Tiempo y el Espacio, del objeto artístico y el autor, y dejarse mecer, literalmente, en una alfombra voladora para sobrevolar sin prisa la producción artística contemporánea con ojos de dipsómano de La Nube.
Precísamente una alfombra mágica es la pieza con la que abrimos esta presentación. Esta alfombra, que flotaba en la exposición ‘Nicely Offensive’ comisariada por Cristina Anglada en Jugada A3bandas 2015, está inspirada en la leyenda de Alamut, el Viejo de la Montaña, mito que habla de un secta de asesinos aficionados al hachís que seguían sus designios. Esta Ficción-Historia del imaginario colectivo de Oriente llegó a Occidente gracias al Libro de las Maravillas de Marco Polo y está cuajada de visiones alucinadas, el “vuelo del águila” que lograban no sólo los chamanes sino los propios fabricantes de alfombras bajo los efectos de algunos de sus tintes y que Marian Garrido traduce a la contemporaneidad con ‘En los mundos desaparecidos fue posible perderse en el éxtasis…’ (2014, tapiz, impresión digital, fallo de Google earth, pigmentos Han y Peganum armala, magia) una pieza que habla de las herramientas del conocimiento actual, de la visión satélite, del surfeo por las redes y la realidad virtual, y nos hace pensar en la transformación de aquellos “vuelos mágicos” en el actual cientifismo. “El arte», explica ella, “hace de catalizador de ilusionismo para que podamos entender lo mágico desde la tecnología”. Es fascinante ver su capacidad de síntesis, la profundidad de su discurso, la creatividad de la factura y la facilidad para abrir la puerta a la Filosofía, la Literatura, la Historia y la Sociología con una pieza instagrameable hasta el delirio.
Pasado y futuro, el tiempo expandido también es uno de los motivos que aparecen en ‘Souvenirs of Future Nostalgia’, proyecto seleccionado en Generaciones 2017 de La Casa Encendida, un espacio-instalación que evoca viajes en el tiempo, expediciones al mundo venidero, que cuestiona lo posible y lo imposible, lo real y lo virtual e invita al misterio y al juego “presentes en muchos aspectos culturales, y que se evidencian de forma particular en lo contracultural, en esos cambios sociales o avances del pensamiento que se deben a ciertos personajes considerados, en su día, locos o desviados de la senda establecida, y que, sin embargo, posibilitaron un cambio de dimensión en nuestra manera de percibir el mundo”, como explicaron acertádamente desde LCE.
En las mesas, dispuestas como un fantástico catálogo de cristalografía, reposaban piedras iridiscentes de distintos tamaños cuyos reflejos se fundían con el tapiz de impresiones digitales que cubría las paredes, patrones esterográficos que invitaban a jugar al “Ojo Mágico”, aquel libro prodigioso con el que – relajando el nervio óptico frente a un plano cuajado de líneas, colores y tangentes – hacíamos aparecer mágicamente objetos y volúmenes. Una mise-en-scène completa que incluía un audio estéreo de Vocaloid (aplicación software de síntesis de voz capaz de cantar que ha trascendido lo digital y se ha convertido en un fenómeno musical “real” en forma de hologramas que llenan estadios con sus melodías frenéticas) y fragmentos del libro editado por la John Titor Foundation, dedicada a John Titor, supuesto viajero en el tiempo procedente del año 2036 que del 2000 al 2001 dejó numerosos mensajes y predicciones en foros de Internet, crónicas del futuro que incluían la desmembración de Estados Unidos en cinco regiones o un ataque nuclear que devastaría las infraestructuras de la mayoría de potencias mundiales. Hay un poco de Titor en cada uno de nosotros. La veracidad de su historia, la veracidad de nuestra Historia, es a menudo una cuestión de fe, como quien lee las crónicas de los expedicionarios al Ártico. Prestidigitación fáctica.
El futuro para Marian Garrido es más ucronía que distopía, es más una reconstrucción histórica armada lógicamente con hechos posibles pero que no ha sucedido realmente. Así lo plasma en su serie Caosmotropía, a la que pertenece ‘Caosmotropía 2: Rolling start’ (2018), una “maquinita” arcade del Daytona USA modificada con una pieza audiovisual que hemos visto en la exposición Adverbios Temporales, comisariada de nuevo por Cristina Anglada (hay binomios imprescindibles en la creación contemporánea y éste es uno de ellos), que plantea una reflexión sobre el futuro desde la narración, la ficción y sus conexiones con la experiencia humana de un presente “desquiciado”.
Marian Garrido con su videoinstalación aborda la subjetividad radical en la comunicación online, el tecno-nomadismo y los movimientos de resistencia de lo que ella llama “Comunidades Temporalmente Autónomas”, “grupos minoritarios de usuarios que se identifican por no tener un reflejo fuera del mundo online, erigiéndose como nuevas aproximaciones sociales creadas a través de la web 2.0. Son comunidades donde se da una vinculación afectiva pero cuyos miembros pueden entrar y salir en el tiempo a la vez que están totalmente integrados en la sociedad mayoritaria. De esta manera, mediante las técnicas del stalking y la performance en redes sociales, se configura un artefacto audiovisual que cruza tiempos suspendidos con la narrativa de la ciencia ficción”. Muy en la onda de las Zonas Temporalmente Autónomas, TAZ (Temporary Autonomous Zone) por sus siglas en inglés, de las que hablaba el ensayista y poeta norteamericano Hakim Bey, espacios temporales que como principio sociopolítico eluden cualquier estructura formal de control social y que son referente de la anarquía postizquierda, del movimiento hacker y de buena parte de la cultura del cyberpunk.
¿Y el presente? ¿Cómo aparece el nuestrotiempo en su obra? Marian Garrido investiga las narrativas y símbolos contemporáneos, los de la era de la post-verdad, la del fin de los grandes relatos, la de las corporaciones y el nihilismo, una corriente que “ha inundado Internet” y anegado gran parte de la producción cultural dando lugar a lo que la artista, experta en subcultura y cultura liminal (la que concierne al principio de las cosas), llama la “cultura mutante”.
“Muchas de mis obras parten claramente de ahí – de este tiempo concreto que corre hacia el futuro, el tiempo aceleracionista – como por ejemplo ‘An·nihil·lation’ pero está claro que la sensación del capitalismo acelerado es una apisonadora que nos viene encima. Muchos de mis materiales tienen esa connotación: la tecnología obsoleta y basura tecnológica y de desguace, los deshechos de coches e industria. Uno de mis materiales emblema son las latas de bebidas energéticas, y siempre comento que no puede haber mejor metáfora: se trata de una bebida pensada para acelerar, para insuflar energía artificialmente al cuerpo en aras de la producción. También tiene una connotación de clase y de cómo el ocio es una máquina de control y de consumo. Me fascinan las bebidas energéticas por sus diseños y eslóganes, es el producto que define nuestro siglo que además si no se recicla puede vagar por la naturaleza durante siglos. No encuentro nada más sublime que pensar en una lata de Monster oxidada en un descampado cuando la humanidad se haya extinguido. Monsterificarse es alcanzar un estado mental superior en la era del capitalismo acelerado”.
¡Levantarse, salir, e ir a por ello! Ultra Sunrise está dedicado a aquellos que sacrifican el sueño por la pasión: dominar las primeras olas al amanecer, ver el rocío de la mañana desde la bici, empacar antes de que salga el sol. […]Ultra Sunrise es ligero, refrescante y con un sabor muy propio, trae un toque de cítricos y naranja con un sabor seco sofisticado, para que comiences el día al estilo Monster.
(Fragmento del texto del comisario Tolo Cañellas para ‘An·nihil·lation’)
Si para Zygmunt Bauman la sociedad contemporánea vive una “vida líquida” (de verdades y estructuras efímeras que se desvanecen), la sociedad de Marian Garrido es una sociedad viscosa, ni sólida ni líquida, una realidad de realidades simultáneas, elástica y maleable, una sociedad slime: “Yo hablo de la condición viscosa-slime (fluidos no newtonianos) que es una condición liminal, básicamente el terreno dónde siempre me muevo. Creo que la condición viscosa-slime social es un planteamiento similar al que hago cuando hablo de las «sociedades temporalmente autónomas» en relación a los comportamientos on y off line, una condición múltiple simultánea. De hecho, mi próxima expo tiene un título referencial con otro de los materiales que están presentes en mi obra y que también comparte la condición de fexibilidad: ‘Time is a wonderful material; flexible and elastic like Spandex Lycra’”.
La liminalidad posee varias condiciones inherentes, según Arnold Van Gennep el folclorista y etnógrafo francés que acuñó el término, la ambigüedad, la invisibilidad estructural y la carencia… Tres caracteres que, sin embargo, no representan a Marian Garrido, una voz artística sólida y coherente, con un conocimiento expansivo y contagioso y un acervo tan ecléctico como evocador. Deberíamos investigar si es ella misma una de las predicciones de Titor, o si no será ella misma aquel Viajero del Tiempo.