María Rosa Aránega Navarro: «quemaría mis lápices antes de hacer un arte sin contenido social»
MARÍA ARREGUI mirando a MARÍA ROSA ARÁNEGA NAVARRO
La artista María Rosa Aránega Navarro es natural de Almería (1995), aunque actualmente trabaja y reside en Cúllar (Granada). La artista crea imágenes cuyas narrativas se fundamentan en su labor como investigadora, la cual se focaliza en la memoria histórica, especialmente en torno a la Guerra Civil Española y la dictadura franquista, analizando asimismo los modos de transmisión de este periodo histórico a personas que no lo han vivido y el cómo lo perciben desde la distancia temporal. María Rosa también aborda en su trabajo la memoria familiar, la política, las violencias, los abusos de poder, las violaciones de Derechos Humanos y la justicia social a través de la fotografía, testimonios orales y el dibujo.
MA: Desde tu trabajo, siempre planteas cuestiones que pueden provocar cierta incomodidad a según qué sectores, que normalmente hablan desde el privilegio de no haberse visto afectados por la cara silenciada de la historia, esa que tú rescatas. El hecho de que dediques tu trabajo a plantearnos realidades “enterradas” -literalmente- en el pasado, evidencia tu compromiso con tu propio tiempo. ¿Cómo ha sido -y es- tu experiencia al desarrollar una obra política desde una perspectiva crítica siendo mujer y joven?
MRA: Los circuitos artísticos no están exentos de machismo, sexismo, paternalismo y abusos de poder por parte de galeristas, comisarios, críticos, directores de centro de arte, que en su mayoría siguen siendo hombres, o incluso de otros artistas…. Hay que trabajar mucho para que las mujeres encontremos un marco seguro donde denunciar estos abusos y agresiones sin que esto suponga ser doblemente juzgadas, poniendo en peligro nuestra salud mental o nuestras trayectorias, porque el corporativismo en nuestro sector también es brutal. Respecto a producir obra política siendo mujer y joven, por supuesto que también me he encontrado con situaciones muy paternalistas que sencillamente ignoro. Sí que he tenido algunas situaciones donde se me ha dicho que tengo una obra demasiado política, como si fuera un obstáculo, para participar en alguna exposición o convocatoria. Lo que más me entristece de esos episodios es que me han ocurrido muy cerca, en Andalucía, por lo que he tenido que, para mostrar algunos proyectos, buscarme las habichuelas fuera de mi tierra.
María Arregui: Aunque también creo que es importante señalar que, a pesar de las trabas que siempre traen consigo los organismos de poder, las mujeres profesionales del ámbito artístico tienen un gran peso y juegan un papel fundamental. Quizás a veces confundimos los nombres más mediáticos con lo que es la realidad en este sector, donde realmente vemos que hay una gran cantidad de mujeres comisarias, críticas, galeristas y, por supuesto, artistas. Quizás debamos crear consciencia de que nos convendría acercarnos a personas afines a nuestros valores como profesionales y como personas.
María Rosa Aránega: Tener una buena red de contactos y amistades es algo fundamental para seguir adelante en esto, ahora mismo tengo un círculo en el sector artístico muy sano y comprometido, y que por encima de las afinidades profesionales hay una amistad, espero que siga así durante muchos años. Por otro lado, también es cierto que me da lástima normalizar las pocas ganas de acercarme a determinados lugares, convocatorias o centros de arte donde reina más la anestesia colectiva, los intereses partidistas que la libertad creativa y crítica. Aunque parezca surrealista, hay personas en el sector con muy pocas luces y muy retrógradas que siguen pensando que el arte no debe hablar de política. Siendo artista emergente algunas veces es agotador que se acoten aún más las oportunidades, pero quemaría mis lápices antes de hacer un arte sin contenido social.
MA: En este sentido, haciendo una breve revisión de la posición de la mujer en tu trabajo, apreciamos que en Ad perpetuam memoriam. Melegís se narra el asesinato de 18 soldados republicanos que trataban de huir desde Málaga hasta Guadix, pero que a la altura del río Dúrcal llegaron extenuados y, sin resistencia, se entregaron. Apuntas que salvaron del fusilamiento a dos personas: una por muy joven y otra por ser mujer -el arma de doble filo que supone ser mujer en este contexto: por un lado, y en este caso, le salva de la muerte, por otro lado la mujer se convierte en objetivo de guerra a través de violaciones, torturas y abusos-. Igualmente, en tu proyecto Aquí yacen los restos de cinco compañeros también apreciamos la figura de la mujer como algo destacado, aunque no intencionadamente. Señalas cómo en 1947 fueron fusilados cinco jornaleros del esparto en el paraje de la Venta del Peral, en Cúllar (Granada) y que fueron enterrados en una fosa común del pueblo sin ser reclamados por nadie. Es llamativo el hecho de que fueran un grupo de vecinas de la localidad las que decidieran adecentar la tumba colocando una lápida. Por último, en Impulsos de libertad visibilizas el valor de la reacción y del inconformismo, tomando como punto de partida el concepto que da nombre al proyecto y que fuera acuñado por Sigmund Freud. Tu trayectoria se ve marcada por un interés a la sublevación ante las desigualdades e injusticias a todos los niveles -histórico, político, social, económico- pero, de nuevo, un destacado protagonismo de la historia de las mujeres y de la lucha por sus derechos se presenta con fuerza en este trabajo.
MRA: Cierto, desigualdades e injusticias que se han vivido en mi familia y que no quiero vivir yo ni que las vivan mis descendientes. De esa perspectiva de género que siempre tienen todos los trabajos de memoria me di cuenta hace bastante poco, pero siempre estuvo presente. Son las mujeres las que custodian los álbumes familiares, las que pueden descifrar sus caras, las que disponen la decoración del hogar, las que llevan flores a los difuntos… y sobre todo las que cargan con la violencia más tácita y difícil de verbalizar. Son varias las generaciones de mujeres que no han conocido la libertad y no han vivido plenamente su vida, en el caso de España, por culpa de una moral nacionalcatólica y un patriarcado que aún parasita a las esferas políticas, judiciales, económicas y culturales. Para comenzar cualquier toma de conciencia en una lucha, lo principal y el primer paso es hacerse visible, y en este sentido, el lenguaje artístico me permite reactualizar episodios históricos que, en conjunto, forman espacios activadores de memoria seguros y abiertos donde reconocerse e identificar conexiones o secuelas en el presente.
MA: Teniendo en cuenta que el presente es la antesala de la historia, tu interés por señalar las desigualdades no solo abarca una mirada retrospectiva, sino que también pones el foco en cuestiones que afectan a tu carrera como artista. Ambas conocemos, por nuestro trabajo, que la cuestión de género es un handicap, y que además compartimos el desacuerdo con el concepto “periferia” y todo lo que ello engloba, entre ellas, la discriminación del trabajo por una mera cuestión territorial. ¿Cómo hablar del panorama artístico actual si obviamos todo aquello que ocurre en las llamadas periferias? Me gustaría preguntarte por cómo crees que ha influido en tu carrera el ser mujer andaluza.
MRA: Junto con mi género y mi clase social, el territorio probablemente sea una de las cosas que más me influyen. Es bien sabido que gran parte del movimiento cultural, especialmente el que tiene que ver con la creación contemporánea, se monopoliza en las capitales, y cómo no, principalmente en Madrid, Barcelona… El resto de capitales, por ejemplo de Granada, que es la que más conozco, tienen bastante actividad y ni qué decir sobre la calidad de los artistas que recién salen de la carrera… pero la proyección y los recursos son mucho menores. Siento que las personas que tienen una posición para descubrir y apoyar artistas están miopes y desconectadas de las prácticas emergentes y “periféricas”, por lo tanto, las artistas emergentes que no vivimos en la ciudad dependemos doblemente de las convocatorias para poder desarrollar proyectos y darnos a conocer, con la presión y la precariedad que las convocatorias implican… Con estas circunstancias son muchos los factores de casualidades, suerte, tiempo y dinero que se tienen que dar para traspasar ese techo de cristal.
La desigualdad norte-sur se da también en este sentido. Desde un pueblo de una de las regiones más pobres de Europa como es Andalucía, y en mi caso Andalucía Oriental, es muy difícil aproximarse a un mercado del arte. Probablemente esa falta de proyección y de miradas externas hace que el flujo y la diversidad de propuestas sea más escasa, por lo que los circuitos aquí se quedan en dinámicas más locales, cerradas, endogámicas e incluso corporativistas. Cuando ojeo convocatorias de otras comunidades autónomas noto aún más de la falta de apoyo institucional en Andalucía, que no es para nada proporcional a ser la mayor población de España, una de las más grandes en territorio o a tener tres facultades de Bellas Artes.
Uno de los puntos adonde quiero llegar con todo esto, es que el factor territorio se me suma en momentos de crisis artísticas y de síndrome de la impostora… Otras veces influye en el grado de exigencia que me pongo y me obligo a meterme el doble o triple de caña para estar a la altura, sobre todo a nivel nacional, ya que el andaluz da tan pocas oportunidades… Sin embargo, no me sorprendería que, en algún momento, el agotamiento por ser prácticamente invisible desde mi pueblo me jugase una mala pasada y me cayese de esa criba que cada año va dejando atrás a excelentes artistas por la falta de oportunidades y recursos o el desgaste mental que implica la inestabilidad o competir constantemente en convocatorias, que rara vez incluyen honorarios, para poder desarrollar un proyecto. Esa criba se lleva por delante a quienes menos capacidad económica tenemos para seguir o para trasladarnos a Madrid para ser más visibles para coleccionistas, comisari@s y galeristas que no miran más allá de lo que se mueve allí… Las redes sociales ayudan un poco, pero no es lo mismo que conocer en persona al artista y ver su trabajo in situ. He tenido la enorme suerte de que, desde que acabé el grado, he ido encadenando proyectos o residencias y por ahora estoy sobreviviendo, pero han sido muchos los momentos donde me he dicho: “acabo este proyecto y paro”.
MA: Observando tus obras y tu trayectoria, vemos que el dibujo es técnica y rasgo fundamental en tu modo de expresar tus planteamientos, e incluso hablas del dibujo como medio para la creación de espacios de memoria. Aunque ciertamente no elaboras exclusivamente dibujo, ya que te sirves de otros medios como el videoarte -que completa esa parte testimonial tan importante en tu investigación- el dibujo, en concreto el realizado a base de grafito, identifica profundamente tu producción.
MRA: Sí es cierto que desde el grado de Bellas Artes hasta ahora me he encontrado con situaciones en las que he tenido que defender al dibujo como técnica dentro del arte contemporáneo. Pareciera que el dibujo es un ejercicio intermedio, no definitivo, para llegar a otras disciplinas con mayor consideración como la pintura o la escultura… A menudo me encuentro también con situaciones de paternalismo e ignorancia que confunden el dibujo contemporáneo con la ilustración… No sé si forma parte de una visión clasista y elitista donde no se toma en serio al dibujo por ser tan accesible a nivel material y testimonial, o simplemente es otra consecuencia de ese retraso de los 40 años de dictadura que desconectaron a España de las tendencias y discursos de las prácticas contemporáneas internacionales. Algunas personas me han avisado de que el dibujo, en el resto de Europa, está muchísimo mejor considerado, aún no he salido de España pero tengo mucha curiosidad por comprobarlo yo misma.
Me parece un tanto medieval tener que reivindicar que el dibujo es una técnica más, autónoma y con el mismo peso que cualquier otra. Aunque el dibujo es la técnica que más controlo, en la mayoría de mis proyectos también uso otros elementos audiovisuales… Pero la realidad es que su austeridad material y visual influye muchísimo en la recepción y en la lectura de mis obras, sobre todo cuando tienen un marcado carácter testimonial y político. A día de hoy el dibujo es la técnica que mejor me permite comunicarme, gesticular el paso del tiempo y la reconstrucción de relatos y ensayos visuales, no voy a recular por esa concepción tan rancia de las técnicas artísticas.
María Arregui. Bio MMM. Web.
María Rosa Aránega. Bio MMM. Web.