martes, septiembre 10, 2024

    María Adela Díaz: Hilos Rojos

    CECILIA SANTAMARINA mirando a MARÍA ADELA DÍAZ

    Agosto de 1999 María Adela Diaz realiza uno de sus primeros performances: Para la superficie. Creaba desde 1995 poesía y artes visuales, pero la intensa sensación de frustración por la flagrante violencia contra las mujeres la movió a expresarse desde su cuerpo y con el cuerpo, toma la calle como lienzo y pedestal. Lo que pareciera un último recurso desesperado, más bien fundó los cimientos para lo que vendría. Decidió introducirse dentro de un tragante en la vía pública, máquina de escribir, papel y un manojo de cuerdas en mano. Las ató a un árbol cercano por un extremo y el otro lo llevó consigo. Perfectos desconocidos tiraron de las cuerdas para acceder a los poemas que, desde ese anonimato, ella escribe sin cesar durante una hora. Colaboran separados por una rendija metálica de la calle, los peatones, la gente, la sociedad parece aplastarla. Algunos se detuvieron a tirar de estas cuerdas, leyeron los poemas en voz alta. La sociedad representada por los transeúntes, consume su producto, está para eso. La mujer, desde el anonimato, es generosa. Reconoce su ser mujer y produce, da a luz, comparte, acciona y afecta; en otras palabras toma el espacio público, lo resignifica y deja que se le arranquen aquellos trozos de vida. Curiosos ellos, a la vez, testigo y parte.

    Lacarga_María Adela Díaz | Mujeres Mirando Mujeres | Cecilia Santamarina

    Lacarga, 2005

    Temple_María Adela Díaz | Mujeres Mirando Mujeres | Cecilia Santamarina

    Temple, 2005

    Aquella potente veinteañera, hoy mi amiga, figuraba en este reducido espacio subterráneo, apestoso. Simbólica bartolina, aplastante contexto que encarcela desde miradas alienadas de todas las personas “a cargo”. Sistemáticamente invisibilizan a las hembras por el mero hecho de serlo. A todas, por medio de la indiferencia y la cancelación de sus voces. Especialmente a las artistas mismas las arrancan y desgarran como tapujo simbólico que ahoga el aliento de su mensaje. Deshiladas y desangradas igual nos levantamos y tensamos amarras al rescate de nuestra voz y la de todos por instinto de sobrevivencia. ¿Por qué dejarlo al instinto?

    Rastros_María Adela Díaz | Mujeres Mirando Mujeres | Cecilia Santamarina

    Rastros, 2018

    Ella utiliza su talento como cuerpo político de resistencia y registro de la anulación a la que la mujer guatemalteca, específicamente, y todas estamos relegadas. En ese 99, mi constelación contaba con muy pocas mujeres a quienes seguir, mujeres como yo, guatemaltecas. El lugar de la maestría estaba ocupado por varones. Muchos años de enfrentamientos armados nos dejaron incluso casi sin artistas. Debo mencionar que algunas estaban ahí, formando nuestro imaginario, quizá una docena entre artistas visuales, escritoras, autoras experimentales. El futuro estaba cantado, las artistas se mueren de hambre, las activistas de asfixia. De entonces a las de la generación de María Adela, que es la mía, hay una lista un poco más nutrida, diversa, es decir poco ha cambiado a la fecha . Nuestro destino sería sobrevivir. ¿Por qué dejarlo al destino?

    Tzikin_María Adela Díaz | Mujeres Mirando Mujeres | Cecilia Santamarina

    Tzikin, 2009

    Por un golpe de suerte, la encuentro, 20 años después. Basta ya, no puede pasar un día más sin que esta mujer y su propuesta salgan a la arena internacional como merecemos todos, que se le nombre. Su obra nos pertenece y representa de manera contundente y sutil a todos. Voz de mujer que con sus propias manos ha tallado un espacio en el paredón de la indiferencia, un espacio desde donde expande su templo y provoca. ¿Por qué dejarlo a la suerte?

    Borderline_María Adela Díaz | Mujeres Mirando Mujeres | Cecilia Santamarina

    Borderline, 2005

    La fuerza de su discurso es indiscutible, hoy su lenguaje es completo y se expresa libremente desde la diáspora. La distancia la invisibiliza dentro del contexto de la patria a la cual sigue atada por el hilo rojo de la sangre, presente en muchas de sus piezas. Esa patria que representa con dignidad, propiedad y altura se sale de sus fronteras gracias a ella. Incesante, estudia y enfoca cada vez de modo distinto las problemáticas de todas nosotras. Ella sostiene un cordón umbilical voluntariamente elongado hasta donde llega cada letra, cada poro de su piel por medio de sus piezas de performance, videoarte e instalación.

    Conecion umbilical_María Adela Díaz | Mujeres Mirando Mujeres | Cecilia Santamarina

    Conecion umbilical, 2005

    Su cuerpo de trabajo incluye observaciones relacionadas con diversos ámbitos y planos del ser mujer. En el plano histórico, hace profundas reflexiones al respecto del conflicto armado, por ejemplo, desde su pieza Vida en el campo de batalla. Interpreta que las secuelas del mismo resultan en violencia contra la mujer continuada hasta el sol de hoy, su represión y la indiferencia sistemática ante la problemática específica de la mujer. Recientemente se fija en el ámbito domestico en We can’t breathe, video performance que muestra su rostro distorsionado, anulado, asfixiado por diferentes versiones de un material transparente lechoso. Con aguja e hilo rojo penetra el material bordando palabras usadas como insulto contra ella misma. Muchas mujeres y niños han recibido también estos insultos. Violencia subida de volumen durante el encierro obligado. Alude a lo que ella identifica como terrorismo psicológico, golpes invisibles que anteceden muchas veces a los físicos y, las menos afortunadas, a las consecuencias fatales. ¿Por qué dejarlo a la fortuna?

    We can't breathe_María Adela Díaz | Mujeres Mirando Mujeres | Cecilia Santamarina

    We can’t breathe, 2020

    De primera mano conozco Nostalgia, instalación sonora en desarrollo para London Design Biennale 2021, como curadora de la misma. Nostalgia expresa su preocupación por el plano global. Ganamos el espacio respondiendo al tema «Resonancia», planteado por la directora creativa Es Devlin. Su propuesta se basa en un instrumento ancestral, invita al público a interactuar directamente, recrea el sonido del agua, al evocar un estado armonioso ecológico provoca la reflexión en torno a la conservación y valoración del agua en su ambiente natural. Durante el proceso, ella acciona el gesto hermoso de invitar a un varón, músico nonagenario, amigo de ambas por 30 años, el maestro músico guatemalteco Joaquín Orellana. Él se ha inspirado en ella y su obra en varias ocasiones y viceversa. Ella lo invita a danzar en el sentido mágico de la colaboración artística, sanan a tiempo las brechas generacionales y de género. El tiempo dirá si el agua nos continúa perdonando, sanando y sosteniendo. ¿Por qué dejárselo al tiempo?

    Desde la diáspora, tiramos de los mismos hilos rojos en un intento honesto porque se levanten las voces de todas, ella los teje, borda y transforma.

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      1 Response

      1. Claudia Flores

        Muy buena presentacion!! Gracias por compartir a tan talentosa Artista y gracias a Cecilia por deleitarnos con su narrativa y su bella forma de presentar a una Artista de esta embergadura!! Sos grandes Mujeres!!!

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