Mar Cantón (Kiki), más allá del arte
Doll Ida MIRANDO a Mar Cantón
Mar Cantón se cuestiona, a través de sus obras, los cimientos del ser humano. Su fragilidad y su soberbia, pero también evoca a la naturaleza y su fulgor. Nos enseña la belleza de “lo oscuro”, invitándonos a experimentar un viaje interior para hacer frente a nuestros propios demonios y explorar las dualidades de la vida… pero sobre todo, la vida. El trabajo de Mar es un canto a la esperanza, un soplo de aire fresco o un rayo de luz, que nos muestra un camino para mirarnos, sin tapujos ni vergüenza, al espejo de nuestra existencia.
Mar, ¿Qué ha significado y significa el arte para ti?. ¿Qué te está proporcionando?
El Arte….. (suspiro…)… hoy por hoy lo es casi todo para mi. Siempre ha sido importante, crearlo y contemplarlo. Actualmente es mi principal ventana al mundo, procuro verlo todo a través de su tamiz incluso sin planteármelo, desde lo más hermoso hasta lo más terrible… puede que eso me haga más visceral aún de lo que ya soy. Más emocional. Ver así las cosas me facilita el poder comprenderlas y asimilarlas. Digerirlas… cuanto más vieja me hago más me cuesta.
La capacidad de crear y recrear es -pienso en este mismo instante- una de las pocas cosas por las que se me hace más asumible nuestra existencia, la humana. Es como si tuviéramos la capacidad de dejarnos un legado a nosotros mismos, del que nunca aprendemos, eso es evidente, pero ahí está para quien sienta la curiosidad de vernos a través de él.
El arte (en general) no miente, no pretende, no busca… nace y permanece tal cual. Creo que es «la Historia» mejor contada, siempre está viva. Cruda. No tiene miedo, no espera nada. (Lo digo abstrayéndome de corrientes, modas, técnicas, estilos… de cualquier cosa que pueda encasillarlo y refiriéndome a cualquier forma de arte).
Me proporciona aire para respirar. Es como vivir en un medio hecho a medida, en una «realidad paralela», ahuyenta mis horrores, o al menos así ha sido hasta el momento.
Obviamente no hablo -sólo- del arte que yo creo, ni mucho menos, no da para tanto, ¡ojalá!, sino de todo el que me rodea, del que percibo.
Crear es un «aparte». Puede ser maravilloso o terrible, (risas) , para mi, claro, físicamente tengo demasiadas limitaciones, no soy libre de elegir qué hacer, los medios que usar, el tiempo que dedicarle… Si poseyera esa libertad probablemente tocaría todos los palos posibles, la música, por ejemplo, siempre será una asignatura pendiente y los medios audiovisuales (que no controlo en absoluto, ni lo uno ni lo otro) cada día me fascinan más. Pero además el proceso de creación es como un parto… llegas a pelearte con la obra, mantienes un diálogo con ella, siempre he necesitado mucha intimidad para esto, sobretodo cuando podía pintar al óleo. Pero lo cierto es que las artes plásticas son a las que más horas le dedico, horas de contemplación, de disfrute.
No doy para más tampoco, (risas)
¿Piensas que de tu obra podríamos deducir que existe una necesidad de descubrir lo que ya está ahí, pero todavía no ha sido visto?
(Pensando bastante…)
Probablemente sí -si te he entendido bien-, no todas mis obras llevan «un mensaje» pero cuando una lo lleva procuro hacerlo entender y es cuando realmente disfruto, cuando alguien me demuestra que ha captado lo que trato de decir. En esos casos lo que menos me importa es que sea bonita, fea, que esté mejor o peor ejecutada, etc. Y es lo que más me impresiona en general del arte, de las obras que van más allá, las que notas que han sido creadas más allá de la estética, las que son fruto de una necesidad. Por ello me atrae tanto, desde siempre, el arte que ahora llaman oscuro («Dark Art», me hace gracia esta expresión, la verdad).
En general el arte que denuncia, cuanto más crudo, real, más oscuro, no tanto por la forma como por el contenido, ése es el que realmente nos cuesta mirar de frente, el arte que nos desnuda y avergüenza. Supongo que heredera de este reflejo se manifiesta la censura. Todo lo que nos hace pensar, y nos puede hacer tambalear, se cuestiona como «peligroso».
Así que no creo que en el arte «oscuro» haya nada que no se haya visto antes, sino más bien algo que no se quiere ver, ya sea por estar en un contexto determinado (cultural, político, económico…) o porque retrata una cara que nos pertenece tanto como nos repugna en cualquier contexto.
Me adentré de lleno en este «lado» del arte cuando descubrí a Giger, con… no sé, entre 13 y 15 años (apenas había dejado atrás el catecismo, (muchas risas), hice la EGB en un colegio religioso). No recuerdo haberlo mirado nunca con vergüenza sino con fascinación absoluta. También miraba comics (Totems, Víboras)… mi memoria es mala, estaban en casa. Pero no tomé conciencia de lo que tenía entre las manos hasta que descubrí a Goya, los Desastres de la Guerra, sus pinturas negras… sobre todo éstas me hicieron imaginarlo a escondidas, dibujando con poca luz, pintando sus horrores, «los horrores» que había visto y sentido, los horrores por los que nadie le pagaría, con los que quiero seguir imaginando, no platicaría con ninguna persona.
Siempre nombro a Kalho y a Witkin también cuando hablo de este periodo de mi vida, mi infancia/juventud, de cada uno de ellos aprendí cosas diferentes e importantes para mi; de Kalho lo imprescindible de las emociones, de Witkin lo imponderable de la fealdad, del lado más negro. Y no digo nada nuevo, todo es tan humano como nosotras, todo nos pertenece y caracteriza, a lo uno lo tachamos de oscuro y a otras cosas no. Probablemente Kalho no sea concebida como una artista «oscura» por su uso del color, por su folklore, reflejado en todo cuanto hace, pero es negra, muuuuy negra. Directa, como una daga. Y ella nunca se salva, como su tierra.
Para mi todo esto es importante, me recuerda quién y qué soy.
A veces creo que todo lo demás es mentira.
Si partimos de la base de que el arte tiene un poder purificador, porque salva a los fenómenos del olvido, Mar, ¿Que intenta salvar tu arte?
No estoy muy segura de que el arte tenga ese poder… Incluso diría lo contrario. Depende, puede que como observador pero ni siquiera. Si te adentras, te enredas y si te enredas, no te salvas (como dije antes), tras una pregunta vendrá la otra y eso se puede hacer interminable. Pero en cualquier forma de arte podemos encontrar las claves, en muchas ocasiones, claves que conviene que estén olvidadas pero que despiertan como nosotros despertamos al reencontrarlas, una y otra vez. Los libros podrían ser el mejor ejemplo, aunque en tiempos como estos la imagen, su impacto, actúa más rápida y efectivamente. Nos guste más o menos, es un hecho. La imagen es fugaz, ha de tener la capacidad de quedarse atrapada en la retina de quien la observa y no todo el mundo responde por igual a los mismos estímulos. Pero quien busca sin duda encontrará en cualquier forma de arte si no respuestas (¿quién las tiene?), caminos. Todos los senderos que otros abrieron, surcaron. La esencia humana está para mí, sin duda, atrapada por completo en estos caminos.
No podemos saberlo todo pero sí acercarnos a la que considero la mejor base para adquirir conocimientos y ésta es ser consciente de que «no sabemos absolutamente nada», de que no existe ninguna «verdad». El ser humano está hecho de lo mejor y de lo peor que podamos imaginar, es necesario que así sea, y el arte ha sido su válvula de escape, su espejo, su diario, el lugar donde ha dejado plasmado sus miedos, sus alegrías, sus dudas, su odio, su amor… pero sobretodo aquello que no ha podido plasmar libre y abiertamente y en esas rendijas se encuentran más realidades que en cualquier libro de historia, que en cualquier tratado médico, que en cualquier libro santo, etc.
Si fuéramos capaces de concebir la oscuridad como una parte natural de nuestra existencia, tan natural como la luz, podríamos hacer tantas cosas… La primera quizás expulsar al miedo que nos es impuesto de manera continuada para doblegarnos. No me refiero al miedo instintivo, al que nos paraliza y nos coarta. Simplificando mucho -que me enredo más-, no aceptar que nos den las cosas hechas, no aceptar que nos sea dicho «esto es bueno, esto es malo», es mentira. Es la gran mentira de siempre.
Vivir duele, y porque duele, aprendemos a evitar el dolor cuando podemos y a apreciar la alegría. No digo que éste sea el «ideal» ni mucho menos, creo que es «lo que hay».
A día de hoy aún vemos cómo renace una y otra vez la eterna y estúpida lucha por ser mejor siendo «más felices», bah! me da mucho asco.
Lo que quiero salvar es la vida, pero no hay vida sin muerte. Me encantaría que todos fuéramos capaces de mirar de frente a toda la mierda que nos rodea, sentir el asco que da y rechazarla, actuar en consecuencia, pero nos hemos acostumbrado a vivir en ella, tenemos una capacidad de adaptación infinita, vivimos asqueados y a la vez aspirando a la máxima de la felicidad, es tan absurdo…
A veces lo veo así de fácil, obviamente no lo es.
Decía Th. W. Adorno en su obra “Estética» que “el arte es una promesa de felicidad no mantenida” . Sin embargo, en su otra obra «Modo de ver» indica, que “la promesa de felicidad es la publicidad” . ¿Qué opinas de estas afirmaciones, tú que has trabajado también como publicista? ¿Qué me puedes decir de la relación entre el arte y la publicidad?
La publicidad… tan antigua como el arte en sí mismo… A la larga llego a la conclusión de que son la misma cosa, la publicidad es una forma de arte que utiliza estrategias más refinadas para poder ser lo que es hoy en día, lo que ha sido siempre sólo que ahora lo tiene más difícil, como todo. Somos más en un mundo más complejo. Por otro lado el arte también se ha complicado mucho, es «otro mercado», aunque en este tema no entraré porque no poseo los conocimientos ni la experiencia. El marketing es una herramienta con la que nacemos todos. Todos utilizamos estrategias de promoción y de venta desde la cuna. Todos queremos gustar, ser queridos, deseados, admirados… en fin. Con respecto a las «promesas de felicidad» es el engaño más viejo del mundo, ya hemos hablado de ello (según mi humilde punto de vista, claro). Todos hemos caído o caeremos alguna vez. Es un arma segura, siempre va a funcionar.
En cualquier caso comencé a «crear arte para fuera» con la publicidad. Conocí este mundo a una muy pequeña escala, en estudios y agencias de publicidad en Sevilla, nunca «emigré» para tener más éxito, no me fue mal, no me quejo, pero aprendí lo suficiente como para saber que no era lo mío. No entré por vocación tampoco. Siempre quise dejarlo para hacer «otras cosas» y la oportunidad me llegó de la forma menos deseada, cuando enfermé. La publicidad tiene premisas que utiliza sin vergüenza alguna: el engaño, la manipulación…, eso no va conmigo, ni siquiera con el éxito de un producto o servicio debería ir, opino, pero lo efímero premia, así que si cuela… ya «estamos dentro», es un gran avance para cualquier estrategia. Para ser un buen publicista hay que ser un maravilloso psicólogo, un estratega de la mente y las emociones humanas sin escrúpulos y esto… es muy atrayente, se aprende mucho, pero si tienes escrúpulos no sirves. Lo digo con todo el respeto, que nadie se ofenda, es una profesión como otra cualquiera.
Con respecto al arte en publicidad es una forma más de utilizarlo para un fin: seducir y obtener beneficios, pero el arte también se prostituye -doy por sentado que el arte aplicado a la publicidad lo hace-. No todo el arte ni todos los artistas, por supuesto. Pero si pretendemos vivir de esto, a veces no nos queda otra.
Me consta que has padecido la censura en las redes sociales y, en concreto, en Facebook… Esa doble moral que nos permiten las RRSS de difundir y promover Arte mientras lo censuran al mismo tiempo ¿Qué sensación te provoca?
De entrada vergüenza. Vergüenza ajena y propia por estar metida también en el engranaje.
No me gustan los límites, aborrezco la censura pero puedo entender que en lugares así exista una línea. Marcarla justamente es sumamente complicado, yo no sería capaz pero para eso están «ellos» que se sienten en posesión de esa capacidad, o mejor dicho, que son los «amos». Sería mucho más «decente» que simplemente se avisara de que algo puede llevar un contenido que «desagrade» y que lo mire quien quiera, pero eso sería «libertad» y no la quieren para nosotros. Las redes sociales son un ejemplo de cómo están funcionando las cosas, la comunicación, la información… «el poder»… a nivel general.
Con el arte es para echarse a llorar con desespero, volver a un pasado retrógrado: «no a los pezones» y ¡ojo! a los de mujer, eso es básicamente el «pecado» con excepciones, con los culos no pasa nada, (muchas risas), es demencial.
Nos manipulan, pueden hacerlo y lo hacen, y lo peor es que nos utilizan para enfrentarnos los unos a los otros y lo consiguen, eso es de cajón. Si censuramos el «desnudo» en el arte, en una red social no sólo estamos destrozando al arte y la cultura sino allanándoles el camino a miles de mentes retrógradas e hipócritas que encuentran suma satisfacción haciendo este tipo de cosas: denunciando al vecino, incluso cuando el desnudo es lo de menos. En Facebook, por ejemplo es de lo que viven, del cotilleo, del «patio de vecinas», como decía un buen amigo, y le cito: <> Lo he dicho muchas veces y lo repito: Facebook, especialmente, es capaz de sacar lo peor de nosotros mismos, por eso el negocio les va tan bien.
Con las evidentes diferencias y sin que se ofenda nadie, no es mi intención, se me asemeja a las guerras civiles, a la que más conozco: La guerra civil española, a como me han contado siempre mis mayores, he leído, visto, etc, las personas usaban el odio, la envidia, etc, acumulada de años para denunciar al pariente o al vecino de toda la vida aún a sabiendas de que podía esperarles la muerte.
Una locura del demonio.
A mi me han denunciado sopotocientas veces y «con castigo». Lo sé porque la misma «máquina» me lo cuenta, aunque no me dice quién, ¡una pena! (risas) , y eres culpable desde ese momento, la presunción de inocencia, la defensa, no existen, te borran la obra y te obligan a borrar tú mismo todo resto. Un dolor muy grande cuando el trabajo es tuyo y lo que enseñas es un pezón (dos, ese es el «número de la bestia», uno sólo podría ser cualquier cosa). «Ad Maiorem Dei Gloriam», aparece aquí, tras la denuncia le hice unos cuantos cambios y le mutilé los pezones imitando el martirio de una Santa católica, Santa Águeda. Con ese, toco madera, no tuve problemas y es bastante más desagradable y violento. Tampoco el niño que acompaña a la obra y que es una crítica a la religión católica ha tenido problemas jamás, a pesar de su aspecto (sacándolo de contexto, claro, no es agradable). A.M.D.G. Santa Águeda puede verse aquí: La violencia explícita o no, no se censura. Apenas tengo palabras para definir esto salvo el miedo, que cada vez me provoca más. El miedo ante la pasividad de todos y lo que nos quede por ver. Quieren convertirnos en seres «no pensantes» desde hace mucho. Yo diría que ya lo han conseguido. No opino así sólo por las RRSS sino también sumándole muchas otras cosas que estamos contemplando cada día. El fascismo se impone a pasos agigantados, se está dando forma al nuevo orden mundial que a mi humilde parecer está bien redactado y planeado desde hace muchísimo tiempo. Para finalizar no creo que el fin de las RRSS sea el de promover el arte ni muchísimo menos, más bien el arte pueda ser una china en sus zapatos, a ellos les va el cotilleo como antes dije, las recetas de cocina, la decoración… ese tipo de cosas que hacen las «personas normales» (y los artistas, (muchas risas) ). Los artistas, muchos de nosotros, somos molestos, «políticamente incorrectos», nuestra mera existencia lo es. Como te comentaba al principio el arte tiene la capacidad de desnudarnos, de avergonzarnos cuando nos muestra esa parte de nosotros mismos, como especie, que no nos agrada. Censurarlo es lo más fácil: «!volvamos al pasado¡, esto es malo, inmoral, pecaminoso»… y todos contentos, así nada nos «amarga la vida» y podemos seguir consumiendo, “creyendo” y comportándonos como se espera de la gran masa que formamos para aquellos que dictan las reglas, y tristemente también para muchos que tienen que obedecerlas.
Eres una mujer que difundes y das a conocer obras de un sinfín de artistas y, por supuesto, siempre preocupándote por incluir su autoría. ¿Qué opinas de los que comparten, en entornos digitales, obras de artistas sin citar al autor?
Me parece una barbarie, (risas), en serio, es terrible, pero convivo con ello. Hace muchos años yo también pequé de eso, veía cosas que me maravillaban y no sabía cómo buscar información en la red pero aprendí todo lo rápido que pude porque quería saber más, quería saber quién hacía esas obras que me gustaban tanto. Y aprendí más aún porque aprendí de ellas. Si no hubiera compartido, coleccionado y admirado tanto arte probablemente no haría ahora las cosas que hago. Compartir las obras de mis colegas o de desconocidos me parece fundamental, al menos para mi.
Lo más doloroso es que cuando insistes en ello, cuando «corriges» a alguien y colocas el nombre del autor, a veces siembras una semillita, pero otras… hay quién se molesta. Es una lucha que no tiene fin porque en definitiva a la mayoría les da igual, está ahí y es gratis. No ven que eso que disfrutan «gratis» conlleva detrás un esfuerzo; es un trabajo y no merece menos que citar al autor. Por otra parte hay autores que lo ponen difícil, a veces me he tirado horas buscando una autoría por todo internet y cuando he llegado a la fuente… ni la obra estaba firmada, ni el blog, web o página del artista lleva su nombre o uno conocido… ni había ningún tipo de referencia, así que los autores tienen también mucha responsabilidad, puede que a ellos no les importe ser reconocidos pero otros queremos conocerles, seguirles, aunque eso ya es cosa de cada quién.
Dos cosas para mi pavorosas (y seguro que se me escapa alguna): Personas que eliminan conscientemente la autoría, eso se da muchísimo en Pinterest. Así las obras de arte se hacen virales, llegan a todas partes sin «nombre». Triste.
Y los grupos de arte en Facebook, yo participo en ellos compartiendo mis obras… muy poquitos se salvan de controlar que todo lo que se publique lleve el nombre del autor. Lamentable hasta decir basta. No he encontrado aún ninguno en el que esto no ocurra de un modo u otro. El otro día pensaba que con la música esto no ocurre, habrá mucho pirateo, sí, pero esto no pasa, y creo que tampoco con los libros. Sumémosle el plagio que tristemente también se da. La indefensión de la obra plástica es absoluta, pero si ni siquiera se preocupan los propios artistas no hay mucho que se pueda hacer.
“No se nace mujer, se llega a serlo” ¿Qué crees que es más complicado, llegar a ser mujer, llegar a ser artista o llegar a ser mujer y artista? En otro orden, cada vez más artistas e iniciativas manifiestan su preocupación por la discriminación de la mujer en el mundo del arte. ¿Qué crees que le falta y le sobra a este mundillo para alcanzar la igualdad de oportunidades?
Jamás he tenido problemas en el «mundo del arte» por ser mujer, probablemente porque nunca he pertenecido al «mundo del arte». Hoy por hoy sólo padezco los que me limitan a mí misma por mi salud y claro, las críticas y denuncias por el arte que creo a veces, que se llegan a hacer insoportables. El San Benito de «rara» desde niña ya no me lo quito ni yendo de peregrinación,…. me río, pero es un tremendo lastre, los prejuicios me han herido demasiado por ello, fuerte y hondo. En un mundo «que busca la sempiterna felicidad de pacotilla» yo no encajo, soy como el demonio, (muchas risas), y no sólo por lo que creo, también por lo que digo y por cómo vivo. Pero te prometo que no tengo «niños enterrados en el jardín», no tengo ni jardín…
Con la salud sí, sí he vivido la losa añadida de ser mujer, en cuanto te ves afectada por una enfermedad poco conocida o entendida es fácil que caigan en tildarle de histérica, de tener un problema de salud mental, -hay que tener en cuenta que en muchos casos ciertas enfermedades atacan más a las mujeres que a los hombres y en la edad en la que estamos más activas y plenas, sobre la treintena-, si además tienes inquietudes por comprender el mundo que te rodea y te interesas por lo «feo», de «negativa». Si eres sensible mejor lo dejamos para otro día porque «tonta» es lo más suave que pueden llegar a llamarte. Volviendo al mundo del arte, me he mantenido al margen por mi trayectoria y experiencia, soy autodidacta y no ha sido hasta hace relativamente poco (y como buenamente puedo) que no me estoy dedicando al arte con exclusividad y casi siempre «por amor al mismo», no me he visto implicada nunca y cuando lo he rozado me he apartado conscientemente. En el ambiente publicitario si viví varias veces «la hoguera de las vanidades» con compañeros «creativos», pero por envidia, celos… y eso es una característica «humana» no va por géneros, pero en definitiva lo poco que he conocido no me gusta, me echa completamente para atrás.
Soy mujer desde que nací y sin ningún problema. No me ha costado ni serlo, ni dedicarme al arte, ni ambas cosas a la vez. Puede que en este sentido haya tenido mucha suerte, no lo sé, quizás mañana te cuente otra cosa. Mi salud me limita muchísimo pero por ejemplo no tengo hijos, un dato importante a tener en cuenta.
De lo que sí soy cada vez más consciente es de que ese problema existe y por desgracia es muy común y real, leo, escucho a compañeras y procuro no perder puntada, quiero saber qué ocurre y por qué. Me parece terrible, es más, me parece asombroso y lo digo sin inocencia alguna, a estas alturas de la película y que aún haya que trabajar tantísimo por la igualdad es desolador.
Pero el mundo es desolador por más que algunos nos lo quieran «pintar de color rosa».
Mejor dicho, el mundo no, el mundo es maravilloso… somos los humanos los que lo hacemos desolador, a mi eso de que «los buenos hacen menos ruido» ya como que no me vale.
Mar, muchísimas gracias por haberme concedido esta maravillosa charla/entrevista. Ha sido un verdadero placer volver a disfrutar de ti y de tu trabajo. Un beso
El trabajo de Mar Cantón lo podéis encontrar en su web, Behance, facebook, y RedBubble
Doll Ida | Nuncalosbre