Lina Ávila. El sonido del papel.
MARTA MARTÍNEZ mirando a LINA ÁVILA
Lina Ávila (Madrid, 1978) Collagista por excelencia, trabaja bajo el seudónimo de Collage Republic, creando o formulando composiciones que toman la temperatura a la sociedad actual, utilizando mensajes icónicos y directos.
Observadora hasta límites insospechados, Lina Ávila posee la capacidad de generar paralelos artísticos que aporten nuevas cuestiones políticas, sociales o de género. En torno a este último punto destacamos dos temáticas principales que desarrolla bajo una intención revisionista. En primer lugar el análisis de estereotipos de la mujer, generados dentro de sociedades patriarcales; y por otro lado el tratamiento de la sexualidad femenina, o más bien el desconocimiento de la misma, a largo de la historia .
Para ello utiliza el poder de la re-contextualización de la imagen a través del collage generando nuevas iconografías, que aporten un panorama artístico más igualitario. Debido a su formación como creativa dentro del ámbito publicitario, utiliza frecuentemente recursos y elementos gráficos que atraen la mirada del espectador, creando una pausa visual.
Como comisaria emergente, veo en la obra de Lina Ávila una conexión directa con la realidad de las dos primeras décadas del S. XXI. Es una artista de su tiempo, empática con los acontecimientos más recientes, además de ser una creadora polifacética y de rápida adaptación a los nuevos medios según sus necesidades artísticas. Sin duda alguna la considero una artista capaz de romper el polémico desfiladero existente entre arte y sociedad.
Te formaste como creativa dentro del ámbito del diseño y la publicidad. Cuál fue el momento en el que te fijaste en la técnica del collage y decidiste que era el medio que querías utilizar para expresarte plásticamente
Desde mi infancia tuve inquietudes creativas. Cuando llegó el momento de elegir una carrera universitaria, me decanté por la licenciatura de Publicidad y Relaciones Públicas porque se trataba una formación muy completa, ya que abarcaba diferentes ámbitos como historia del cartel, literatura, sociología; en definitiva, un amplio abanico de disciplinas que me interesaban. Luego me especialicé en creatividad, siempre he trabajado dentro del departamento creativo.
El collage fue una expresión más de todo ello. Surgió de una manera más íntima, como quien escribe un diario, sintiendo la necesidad de empezar a crear cada vez más lejos del ordenador. Algo que no tuviera que ver con clientes, con campañas o con proyectos freelances. Sin embargo, hace cinco años aproximadamente, experimenté una crisis personal donde mi tabla de salvación fue el arte. Entonces me di cuenta que lo que hacía no era un accesorio, sino que debía integrarlo en mi vida. Fue a partir de entonces cuando comencé a mostrar mi obra.
Obviamente los años anteriores dejaron un poso formativo. Cómo crees que afecta todo ese conocimiento en tu creación artística.
Creo que enriquece. Considero que la mayor parte de las veces separar o categorizar no beneficia, digamos que resta más que suma. En la actualidad existen nuevos discursos y nuevas narrativas. Hoy las fronteras se diluyen. En el arte hay que tener un sentimiento de apertura, para dejarse sorprender.
Qué opinas de los nuevos soportes artísticos del s. XXI. En la actualidad estamos experimentando un cambio vertiginoso en cuanto a la manera de trasmitir la información. ¿Crees que la creación artística debería adaptarse a los nuevos medios?.
El arte forma parte de la vida. Siempre hay miedo a lo nuevo, es una reacción natural frente a lo desconocido. Sin embargo, de una manera u otra se va integrando, tanto desde el punto de vista de la creación como de quien disfruta de la misma. En mi serie Entre líneas, por ejemplo, como artista me cuestiono la manera de tratar y procesar la información, que en ocasiones se convierte en un bombardeo donde se pone en cuestionamiento la veracidad de los datos que nos llegan.
No podemos negar el cambio, está sucediendo. Una prueba de ello es la pandemia. Cómo nos ha cambiado. Me pregunto cómo habría sido esta pandemia sin las nuevas tecnologías. Para el arte y la cultura ha marcado un punto de no retorno, donde ya no se duda de su importancia. ¿Qué pasa con los teatros que no se pueden llenar? ¿Con los museos que no se pueden visitar? ¿Qué pasa con las galerías, los eventos y sus inauguraciones? Lo digital no puede ignorarse. Su integración plantea grandes interrogantes al afrontar un cambio de paradigma.
Podemos llegar a pensar que estamos un poco atrapados e incluso forzados a expresarnos de manera digital. ¿Te afecta de alguna manera la utilización de nuevos soportes digitales en tu obra? ¿Piensas que cambiarías tu sistema de creación para adaptarte a las nuevas tecnologías?
Lo considero una herramienta más. Lo digital y, concretamente, las redes sociales pueden ampliar la difusión de la trayectoria y el trabajo de un artista, también su feedback, ya que sin ellas la muestra de la obra y la respuesta ante la misma está limitada a su exposición física y a una red de contactos. Además de esto también pueden formar parte del proceso creativo.
En mi caso, no me veo forzada a cambiar mi discurso artístico, lo que hago se genera de manera natural, compaginando el soporte digital con el analógico. Así pueden convivir piezas totalmente analógicas con otras digitales como Loading, pieza que ha sido seleccionada en marzo en Emergencia el nuevo proyecto online de la última edición de HYBRID Festival. Cada obra la realizo de manera muy particular, lo que conlleva una elección de materiales y soportes a la hora de crear. Nunca tengo problemas en experimentar, lo haré siempre que no ponga en entredicho lo que quiero expresar.
Considerarías que las redes sociales se han convertido en un termómetro para evaluar las creaciones o tendencias artísticas. ¿Existe una dependencia por parte del artista a la hora de dar visibilidad a su obra en las redes?.
Las redes sociales están diseñadas para crear dependencia, y es difícil no dejarse arrastrar por el discurso de la inmediatez o las constantes píldoras de información. No podemos negar que las redes están ganando en importancia en un breve período de tiempo. Se han convertido en el quinto poder que genera líderes de opinión que acaban influyendo en las tendencias artísticas actuales; además de tener su propio código con sus reglas. Esto hace que se limiten los mensajes al haber algunos que están permitidos y otros que no.
Además es un medio que democratiza el arte y permite un diálogo directo con el creador. Por otro lado, como todo medio de gran alcance conlleva una responsabilidad. El uso que le demos a estas herramientas condicionará su evolución.
Esta última frase invita a la reflexión. Quizás me equivoque, pero normalmente tus collages se convierten en flechas lanzadas a la conciencia del individuo. ¿Qué buscan tus composiciones? ¿Piensas que el arte tiene algún tipo de papel social? ¿O simplemente es una labor introspectiva?
En un principio empezó siendo una labor introspectiva. Para mi es muy importante que el propio acto artístico tenga valor per se, independientemente de cual sea el resultado o lo que transmita. En mi obra afloran mis propias inquietudes, cuestiones que considero que al menos merecen ser planteadas. Me gusta abrir un diálogo o una reflexión a partir de una pausa visual, sin adoctrinamientos.
Cuál es el proceso en el que generas estas imágenes. Partes de una manera espontánea de un elemento visto en una revista y decides utilizarlo para crear una composición. O por el contrario tienes una idea o interés sobre un tema y buscas los elementos que te ayuden a expresarte.
Se dan los dos casos. Por lo general soy una persona muy reflexiva, creo de manera pausada. Antes de empezar a materializar una pieza, hay una labor de búsqueda e investigación, tanto formal como a la hora de seleccionar los materiales. Es habitual que bocete y, a veces incluso que escriba, aunque el resultado sea una imagen. Este modo de trabajar está íntimamente ligado a mi persona y a la importancia que le doy a los procesos, sin negar que esos momentos flash puedan suceder. De hecho, ocurren y son maravillosos.
Soy una persona muy nostálgica. Tengo mucha memoria. Así el recuerdo y el olvido son elementos presentes en mi obra, cuyo resultado es la expresión de la necesidad de manifestar unos registros que permanecen en mí.
Dentro de tu trayectoria artística encuentras alguna constante, algún hilo conductor que defina tu obra con un rasgo determinado.
Para mí es muy importante la materialidad, que se revela en la textura, en los tipos de papel, en las manchas, en las arrugas,… Dos trozos de papel a mi me cuentan muchas cosas, aunque a priori no muestren nada figurativo, porque me trasmiten experiencias. Por ejemplo, hace unos días cogí una hoja de papel a la que le había dado el sol en parte de su superficie. Esto había hecho que tuviera dos zonas bien diferenciadas, una conservaba sus características originales y la otra había adquirido un tono oxidado. Al detenerme y observarlo me dije “esta hoja ya tiene una historia” Estos cambios ya me trasmiten sensaciones. Aunque tienda a ser muy figurativa, siempre hay una parte de mi narrativa centrada en la materia y su percepción.
A parte de tu registro vital, ¿tienes influencias de otros artistas que utilizan el collage?
No estrictamente del collage, sino más bien de la manera de narrar a través de la fragmentación. En ese sentido a parte de collagistas, conecto mucho con la narrativa de Agnès Varda. La profundidad y lirismo con la que trata acciones cotidianas, que llegan a comunicar aspectos profundos. Suya es la frase “me gusta pasar de una cosa a otra, jugar con el azar y los momentos de emoción”. Me siento muy identificada con esta idea.
También me resulta muy enriquecedora la obra de Marguerite Duras Su manera de escribir, sus saltos, sus juegos temporales,… Estas podrían ser algunos ejemplos de las influencias que marcan mis collages. En realidad todas las disciplinas están más conectadas de lo que parece.
Siguiendo un poco el hilo de la fragmentación visual, quería abordar tus proyectos enfocados en la Mujer. Tienes varias series donde trabajas la imagen femenina ¿En qué momento surgió dicha inquietud?
Siempre ha estado ahí, está ligada a mi persona. Soy mujer y es una realidad de la que no puedo ni quiero despegarme. También es cierto que, desde hace un tiempo, con el auge del feminismo, me he dado cuenta de cuestiones de las que antes no era consciente y también me ha permitido profundizar en otras. Es entonces cuando surgen proyectos como Antifémina. Cuerpo, tiempo y erotismo. En él hay una parte importante de reflexión y una necesidad de generar un debate para poner en tela de juicio conceptos que tenemos muy interiorizados y que merecen ser revisados. En este caso no solamente creé un collage orgánico, sino que experimenté con el vídeo, porque me interesaba introducir el eje temporal.
Sin embargo, en la trilogía Memorias, lo que hice fue recontextualizar imágenes de mujeres que en las fotografías originales aparecían en segunda línea, situándolas en un primer plano a través de una composición nueva. De esta manera las daba un papel protagonista, creando representaciones de mujeres, que rompen con los estereotipos del pasado. Esto también sucede en obras como, por ejemplo, Mamá, donde las figuras femeninas proceden de un anuncio de los años 60, en el que una madre enseña a su hija a poner la lavadora. Esa resignificación permite dar la vuelta a estereotipos, creando nuevos referentes,… En la pieza que realicé para el 8M del año pasado muestra una mujer partiendo una escoba. Parece que es muy transgresora al tratarse de una mujer de varias generaciones anteriores a la nuestra. En realidad, en el anuncio original partía la escoba porque se iba a comprar una aspiradora. Esta es la magia del collage, gracias al cual puedo rescatar esas figuras femeninas y darles un significado nuevo, modificando discursos estereotipados y antiguos.
Hablando un poco de discursos antiguos. Cuando conocí tu obra, me sorprendió muchísimo el tratamiento de la sexualidad femenina por la manera de exponerlo, donde utilizas la fragmentación que es de lo que nos has hablado. En la historia del arte hemos visto muchísimos artistas donde los genitales femeninos eran expuestos. Por ejemplo las Amapolas de Georgia O´keeffe o el arte feminista del s. XX – XXI denominado “Arte Coño” con figuras entre otras como Judy Chicago ¿De dónde partes a la hora de crear una obra que ejemplifique la sensualidad femenina?
En realidad la serie El jardín secreto, que fue la primera obra que viste en torno a este tema, fue en cierto modo la evolución natural de Antifémina. Porque quizá la segunda no hubiera sido posible sin la primera. En esta hago una reflexión sobre la cosificación de la imagen de la mujer hasta el punto que acaba convirtiéndose “Trozos de mujer” y cómo esos pedazos tienen un valor u otro en función del paso del tiempo. Este concepto de Mujer-Órgano, que pierde su identidad, lo encontré en el libro homónimo de la fotógrafa Colita y la escritora María Aurèlia Capmany. De hecho, el título de la serie es un homenaje a esa publicación.
Tiempo después surgió la oportunidad de colaborar con Javier Jimeno. Cuando vi sus fotografías no lo dudé. En sus imágenes se exponían el sexo femenino de forma directa y honesta. Muy diferente a la representación médica y pornográfica a la que estamos acostumbradas. Mi aportación fue a través de la fragmentación, pero, esta vez, trabajando con la palabra a partir de composiciones de textos con un trasfondo poético.
Qué feedback encontrasteis con esta serie, cual fue la respuesta del público.
Socialmente nos dimos cuenta de que, a pesar de que el cuerpo de la mujer está sobreexpuesto en el espacio público, sigue siendo un tabú. En la galería hubo reacciones de todo tipo. Desde personas que entraban a ver la exposición pensando que realmente eran flores, y cuando se daban cuenta que eran vulvas se marchaban. Familias que entraban con niños y se daban la vuelta, e incluso gente que visitaba el resto de la sala, evitando esa parte y dando la espalda a la obra. Es entonces cuando comprendes lo necesarias que son este tipo de representaciones, porque lo que se muestra es algo natural, sin embargo, están cargadas de significados peyorativos y hasta, diría, impuros.
Una de los aspectos que más me gusta de este proyecto es la variedad. Es cierto que estaban muy descontextualizadas, realmente parecen flores, y aún sin ver a la mujer sabes que pertenecen a personas distintas. Esa pluralidad me parece una de las características a destacar. Estamos acostumbradas a ver “Trozos de mujeres” que siguen los mismos cánones.
¿Piensas que la mujer está falta de referencias artísticas a nivel sexual? Y eso general un desconocimiento de nuestro cuerpo.
Las mujeres no estamos representadas de manera justa, ni de manera equitativa en ningún ámbito. En el sexual tampoco. Unos meses antes de comenzar a trabajar en El jardín secreto leí el libro de Vulva. El sexo invisible, de Sanyal, el cual recomiendo fervientemente. En él se documenta como históricamente a la mujer se le ha ido despojando de referentes, también en ámbito sexual, sin olvidarnos de sus órganos sexuales. Todo ello responde a una clara intencionalidad, dejar de ser dueñas de su cuerpo y de nuestra sexualidad. Los órganos genitales masculinos te los encuentras en todas partes, pero vaginas no es tan fácil. Ahora con la nueva ola sí que empezamos a ver más representaciones tanto artísticas como urbanas.
No es casual que durante la exposición tuviéramos problemas con censura en redes sociales. Hubo personas que quisieron difundirlas y tuvieron que seleccionar los poemas porque si subían la pieza entera, la publicación duraba apenas un par de horas. Retomando el inicio de la entrevista la censura es una de las aristas más negativas y limitantes que tienen las redes sociales para la creación.
Existen obras como El origen del Mundo de Courbet Qué opinas de las representaciones de la sensualidad femenina por parte de la mirada masculina.
¿Tiene que ser un hombre el que saque la representación femenina a relucir? Pienso que tenemos que ser nosotras mismas las que creemos nuestros propios discursos. Debemos ser dueñas de nosotras mismas, generando discursos propios, porque si no siempre estaremos bajo una postura paternalista. Esta es nuestra causa y depende de nosotras.
Sin embargo en Jardín Secreto la imagen de los genitales femeninos fueron fotografiadas por Javier Jimeno.
Pero eran fotografías muy científicas, primeros planos, vinculando sus imágenes con el plano natural, bajo una inspiración botánica. Para mí lo realmente interesante de este proyecto fue que, mediante mi intervención en sus fotografías, se conjugaba dos miradas, masculina y femenina, convirtiéndose en un punto de encuentro entre ambas.
Bueno pregunta casi obligada para finalizar nuestra conversación. Momento pandemia. ¿Cómo viviste la cuarentena, fue un oportunidad o calvario? Realizaste varias iniciativas que pudimos ver a través de tus redes, que hablaban de cómo se desagarró la fibra social dejando al individuo aislado, alejado de su vida. Háblanos un poco de las flores que plantaste en la ciudad deshabitada.
Durante el confinamiento entre otras cosas fui más consciente de los cambios estacionales. El día que realicé la intervención fue un momento muy bonito, que siempre recordaré con cariño. Fue uno de los primeros días que nos dejaron salir a pasear, cogí las flores de un descampado que estaba en ebullición primaveral y las pegué a la pared con una tirita junto con el mensaje “Las flores y el arte también curan”. Esta acción dio lugar a un diálogo precioso. Ese día me sentí menos sola, fue realmente una acción liberadora.
Fue un momento muy importante para todos porque de alguna manera recobrábamos la libertad.
Exacto, esta intervención es el resultado de una vivencia personal y colectiva, por ello tiene mucho de ritual de paso. De hecho, es el punto de origen de mi próxima exposición individual “Cinco centímetros por segundo”, comisariada por Ephemeral Projects, que se inaugura en Arte Efímero justo un año después, el próximo mes de mayo. A través de las fotografías que subrayan el paso del tiempo y la instalación floral realizada a partir de las noticias que han tenido lugar durante este tiempo, el espectador puede realizar una reflexión al respecto sobre su propia evolución personal.
Piensas que es un momento para obsesionarnos con el futuro, y obcecarnos en mantener la vida que llevábamos antes, o es el momento de recapacitar y hacer un mundo mejor.
Si algo he aprendido durante este año ha sido a vivir de manera más consciente el presente y a integrar la incertidumbre. Lo que me resulta contradictorio es que estamos esperando a que todo pase para volver a lo anterior. Sin embargo, el mundo que conocíamos ha dejado de existir. Sería un buen momento para que algo nuevo salga de aquí. Lo que me preocupa es que este paréntesis quede reflejado como una pérdida de tiempo, debido a la sociedad productiva en la que vivimos. Quiero pensar que este tiempo ralentizado, este período de pausa, sirva para repensarnos y darnos cuenta que estábamos bajo dinámicas erróneas y que es necesario cambiar nuestro modo de vida.
Imagen destacada: Serie Entre líneas. Serie de collages y piezas en técnica mixta realizados a partir de noticias intervenidas de Lina Ávila
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