Liliana Luis Sogues. La identidad un juego, la ropa un disfraz, el cuerpo una herramienta y la acción un arma.
CARMEN NAVARRETE
mirando a
LILIANA LUIS SOGUES
La obra de Liliana Luis Sogues surge por la necesidad de dar voz a problemáticas e inquietudes personales. Cuestiones de género, terrorismo machista, identidad sexual, opresiones que ejerce este sistema europeo, occidental, patriarcal, heteronormativo, capitalista y cristiano, son temas que esta artista multidisciplinar aborda a través de la performance y el video arte, principalmente.
Sobre una mirada transfeminista se desarrolla su discurso, su obra artística y quienes la conocemos sabemos que también su vida personal.
En 2017 se graduó en la Facultad de Bellas Artes de San Carlos en la Universitat Politècnica de València, presentando su proyecto «Tradición no es naturaleza», en él se incluyen una serie de acciones en las que principalmente se cuestionan algunos de los valores heredados que nos inculcan desde bien pequeñas por parte de diferentes pilares educativos como son la escuela, la familia, los medios de comunicación o la religión, que nos enseñan realidades inventadas como si fueran verdades absolutas y leyes de la naturaleza.
– Si pulso la tecla «RESET», ¿Quién soy? ¿Qué soy? – Se pregunta Liliana
En este tiempo su obra ha ido evolucionando tanto en el discurso como en el lenguaje visual. La participación en la pieza escénica “Big Data” (2017), supuso el abandono de una puesta en escena poética aunque con un trato crudo hacia el cuerpo, para pasar a plantear imágenes más absurdas, irónicas y directas.
Aunque la mayor parte de su trayectoria es en solitario, lo que más le motiva es la creación en colectivo. Le gustaría crear una propuesta escénica entre varias mujeres y moverse por el mundo, mover el arte y sus contenidos por salas alternativas y por las calles, pero hasta el momento no se ha dado esta situación así que cada vez que se presenta la oportunidad de hacer alguna colaboración, no deja pasar la oportunidad. Así fue como a mediados del año pasado trabajó con la compañía de danza BAAL en la obra CROCHT, dirigida por Catalina Carrasco.
Enfrentarse a cada proyecto y a las necesidades que éste exige, supone enfrentarse a sí misma, es un proceso de empoderamiento personal y de crecimiento continuo. De análisis introspectivo y un acto terapéutico.
A finales del año pasado, tras el 25 N, escribió un texto “Mujer”, donde expresa su posicionamiento y los sentimientos que esta palabra produce en ella.
“MUJER”
Con esta palabra aprendí todo aquello que no quería ser…
porque mujer era ser dulce, obediente, callada, sumisa, cuidadora, servicial, prudente, competitiva con las demás, consumidora, superficial…
Ser “mujer” me aburría soberanamente
ser “mujer” me encorsetaba
me limitaba
me silenciaba.
Ser “MUJER” me hacía esclava
Ser “MUJER” me hacía objeto de consumo
me daba miedo…porqué a las mujeres las someten, las dominan, las humillan, las acosan, las violan, las maltratan y las matan.
-y todo por ser “MUJER”
Eso me ha enseñado la vida. Eso me contaron los cuentos, eso me mostraron las películas y los anuncios publicitarios. También las calles y los penes que por ellas transitan (creyéndose que son suyas)…y por supuesto la escuela, la Iglesia, el telediario y el porno.
Lección aprendida: -Mujer, calla y traga-
Lección que junto a las matemáticas y el inglés, aprobé justita y me la quité de en medio en cuanto pude. Pero todo lo que se aprende a la fuerza es difícil de olvidar.
Vale, soy mujer, me encanta esa palabra pero solo cuando detrás de ella hay un:
“soy mujer pero tomo consciencia de lo que esto supone en la sociedad falocentrista, heteronormativa y patriarcal en el que vivo, en mi entorno, en cómo me relaciono y en porqué hago o dejo de hacer cada cosa…me pregunto si lo hago porque quiero, porque me sienta bien o si simplemente me dejo arrastrar por lo que una y otra vez me han repetido que debo ser y hacer.
Me gusta cuando MUJER significa persona que lucha, que crece, que se empodera, que se libera y cuida de sí misma sin necesidad de ningún machito o machita (que también las hay) que venga a salvarla. Me gusta cuando ser mujer no está ligado a tener vagina, ni a depilarse porque sino eres sucia y descuidada, ni a una larga cabellera porque sino eres “Mari macho”, ni a grandes pechos
-ni siquiera a pechos-, ni a feminidad porque ¿Qué coño es eso?, ni a reproducción -que por cierto, parece mentira que seamos nosotras mismas quieres parimos a quienes después nos matan-.
Debemos recordarle a este sistema que las mujeres también son las valientes, las madres, las solteras, las viudas, las guerreras, las precarias, las obreras, las bolleras, las bisexuales, las transexuales, las que follan cuando, cuanto y con quien quieren, las payasas, las putas, las brujas, las invisibles, las emigrantes, las rapadas, las peludas, las que tienen diversidad funcional, a las que les dicen ¡Se te va a pasar el arroz! , las menopáusicas, las canosas y arrugadas…
Porque como ocurre en todas las ciudades, en la periferia es donde se encuentra lo que se esconde, lo que se invisibiliza, de lo que nadie habla y lo que nadie escucha. Lo que no interesa política ni económicamente…y donde se crean poblados y comunidades que gritan unidas al unísono. Donde se encuentra el alma de un lugar.
Y ahí mismo, en la periferia es donde yo encuentro sentido a la palabra “MUJER”
Y me gustará mucho más cuando antes de “mujer”, sea “persona” y no tenga que estar defendiéndome, ni justificándome, ni soportando abusos de poder, ni silenciándome en cada cena familiar para mantener la armonía y no ser la pesada que solo sabe hablar de los mismos temas, bla bla bla… yo también me canso de siempre estar alerta pero es que nunca se me dio bien lo de callar y tragar.
«LO PERSONAL ES POLÍTICO»
El pasado diciembre Liliana presentó la acción «09.10» en las IV Jornadas de Performance de la Fundación Caja Castellón en la Sala San Miguel. Proyecto en el que actualmente está trabajando.
Una vez más un despliegue de energía arrolladora y de descaro. Un golpe de realidad disfrazado de surrealismo y una clara muestra más de que el arte es político.
En este momento se encuentra trabajando sobre la actualidad política. Poniendo en evidencia la violencia que ejerce el poder, de la mano del hombre sobre la tierra y el cuerpo de las mujeres por el afán de poseer y colonizar.
El terrorismo machista y fascista que ha sido manifestado sin tapujos por partidos políticos de extrema derecha en este país, está siendo motivo de seguir trabajando desde el arte sin abandonar su condición como mujer.
Liliana se pregunta: El poder lleva corbata y la violencia tiene cojones. ¿Será casualidad?
Carmen Navarrete. Web. Bio en MMM
© Liliana Luis Sogues. Web. Bio en MMM