Laura V. Wheeler. Capacidad comunicativa y coherencia.
BARBARA V. GHISLERI mirando a LAURA V. WHEELER
Laura V. Wheeler es una fantástica representación de artista implicada, apasionada y responsable. Desde mi punto de vista, destaca por su recorrido artístico, su capacidad comunicativa y su coherencia consigo misma tanto en artista como persona.
Artista visual, realiza diversos talleres y cursos que orbitan alrededor del arte sonoro, el video arte y el arte vegetal con figuras como Adad Hannah, Hilton Brothers, Arash Moori o Esther Mañas.
Su obra la hemos podido disfrutar, entre otros, en Art Madrid, Art Room Fair o Entrefotos. Seleccionada en Descubrimientos PHOTOESPAÑA (2011), ha ganado diversos concursos entre los que destacan el premio Joven de Artes Plásticas de la Fundación UCM, el premio Joven de la Bienal de Artes Plásticas de Albacete (2010) o el segundo premio en el Certamen de Fotografía Museo Biblioteca Nacional de Madrid.
Madrileña de nacimiento, de padre puertorriqueño y madre estadounidense, Laura V. Wheeler afirma haber percibido desde niña cierta desorientación al sentirse en cierta manera con tres identidades diferentes y al mismo tiempo, no sentirse representada en ninguna de ellas.
Esta situación ha influenciado directamente la obra de la artista, que la ha centrado en la investigación, sobre todo a través de la fotografía observacional, de la identidad, el existencialismo y el choque de culturas, en un intento de entender diferentes formas de vivir como extensión de entenderse a sí misma.
Si bien Wheeler no se considera una artista de género, sino más bien trata la temática porque ciertamente se tropieza con ella, sí tiene proyectos al respecto como trabajos que ahondan en la presión social que se ejerce sobre la mujer en relación a la maternidad, el concepto de belleza femenina creada por el patriarcado y la crítica hacia el concepto de mujer todo terreno.
Querría apuntar que la fotografía como herramienta artística, tiene, en su propio mecanismo de realización, una particularidad muy interesante, y es que el fotógrafo debe relacionarse obligatoriamente (en mayor o menor medida) con el sujeto, objeto o paisaje que retrata, por lo que el diálogo con lo retratado es inevitable.
En el caso de Wheeler, estos diálogos con lo retratado impregnan su obra, más teniendo en cuenta que la artista elige la frontalidad en sus fotos, y aunque su obra no está desprovista de experimentación, la ha ido dirigiendo hacia elegir objetivos con poco zoom que la comprometen con el sujeto al obligarla a tener que estar más cerca.
Al construirse su obra sobre un recorrido vital, la artista va más allá de la estética de la imagen y ahonda en los recovecos de aquello que retrata, atesorando los testimonios de los sujetos en una relación de retroalimentación siempre positiva entre la imagen y el discurso, que le da una profundidad a sus fotografías que salta a la vista y se disfruta.
Es precisamente esto lo que impide ojear una foto de Wheeler, que muy al contrario, exige por sí misma el volver la vista para remirarla y recorrerla, porque de un vistazo no lo hemos visto todo.
Siendo una artista que trabaja con el presente vital que la envuelve, no es de extrañar que a día de hoy muestre un profundo interés en la Naturaleza, que aparece cuando Wheeler es consciente de una creciente dualidad en su vida entre lo rural y lo urbano. La fijación de la artista por la naturaleza ha comenzado a crecer alimentada por la conciencia de paz que el medio natural le facilita y al mismo tiempo, reparar en el profundo desconocimiento que tiene del mismo.
Sin duda, Wheeler combina la mirada de la fotografía documental con la de la artística, y sus proyectos reflejan una profunda y sincera necesidad de conocer y entender el mundo. En su obra podemos observar gentes y emplazamientos muy diversos, y es que la artista se nutre mucho vital y artísticamente del viaje. Es difícil separar lo personal de lo artístico porque se respiran el uno al otro.
Wheeler, es una creadora lenta y carente de impaciencia por completar sus proyectos, que siente placer en dejarlos abiertos para ir alimentándolos a lo largo de su propio tiempo: “Soy muy caótica y voy haciendo cosas literalmente según fases de la vida e intereses vitales del momento (…) Me gusta recopilar, alimentar, documentar el mundo que se cruza en mi camino. Temas que me atrapan (…) Suelo trabajar por impulsos, y no lo veo como algo negativo”.
El dejar proyectos abiertos, sin duda le da la posibilidad de reflexión en la propia revisión cuando retoma o completa alguno, ya que si habla de viaje (literal) e identidad, el recorrido (desplazamiento y existencial) está adherido.
Quiero resaltar que a través de la obra de Wheeler podemos acercarnos sin filtro a las personas que retrata. Su mirada limpia y sin prejuicios pero al mismo tiempo increíblemente estética, nos atrae e inmoviliza. La artista compone sus proyectos a fuego lento y vive el presente a través de su cámara y su obra, paciente, minuciosa, bellísima, sin pretensiones y responsable. Uno de los puntos de excelencia de Wheeler estriba en que es capaz de hacernos mirar sin guiarnos, en crear una obra que produce placer estético sin ocultar el discurso.
Desde mi punto de vista la obra de Wheeler es de máximo interés por las temáticas que trata, tanto como por el enfoque que utiliza. Los temas que explora, como la búsqueda de la identidad o nuevas estrategias y herramientas en el arte a través del mundo natural y vegetal son indiscutiblemente contemporáneos y por lo tanto, de gran interés actual.
De hecho, representa la dicotomía actual que muchos sentimos entre el amor hacia el medio natural (y la vuelta al mismo como empoderamiento social y humano) y el amor hacia la vida urbana. De igual modo, Wheeler tiene una mirada de la identidad no segregada (algo insólito hoy en día), afrontando esta temática tan sensible de manera directa y sin reservas, desde un punto de atención y contemplación curiosa, lo que le da a su obra una calidad de autenticidad muy espectacular.
Barbara Velasco Ghisleri. Web. Bio en MMM.
Laura V. Wheeler. Web. Bio en MMM.