Julia Martínez: «No encuentro sentido a hablar desde la distancia»
SARA TORRES SIFÓN mirando a JULIA MARTÍNEZ
Agitadora de la conciencia social, la artista Julia Martínez (Madrid, 1981) realiza un trabajo que no deja indiferente a nadie. Fotógrafa, performer y videocreadora en su obra artística analiza la verdad del ser humano, la fealdad como belleza, la muerte y la no ortodoxia.
Os invito a conocerla y a reflexionar con su obra.
¿Cómo fueron tus inicios en el mundo del arte? ¿Cómo era tu trabajo fotográfico en este momento?
Llegué por accidente, quería hacer periodismo, pero pensé en estudiar primero fotografía. Una vez que empecé con la foto ya no pude parar. Mi primera exposición la hice muy pronto, con 18/19 años en el Café La Palma, cuando solo había estudiado un año, y le empecé a coger el gustillo a esto.
Al comienzo tuve una época en que experimentaba mucho, pero siempre me ha interesado la figura del ser humano, el retrato me gustaba mucho y luego me especialicé en retrato psicológico.
Mis primeros trabajos estaban relacionados con el mundo de la música, conciertos, directos, festivales… Gracias a esta temática, en el año 2008 llegó la exposición “Espejos del Alma”. En esa época yo tenía un estudio junto a Sebastián Coccuci e hicimos la portada y el libreto del disco de Roberta Marrero, y esas fueron las imágenes elegidas para exponerse.
El año 2013 marca tu trabajo ya que comienzas a trabajar junto a Omar Jerez ¿Cómo os conocisteis y comenzasteis a trabajar juntos?
Tras la exposición “Espejos del Alma” me sobresaturé y decidí que no quería hacer nada más, ni siquiera fui a la inauguración de la exposición, me aparté de todo y solo me dediqué al sector editorial.
Un día vi una noticia de un tipo que se había suicidado por Facebook, me llamó la atención, empecé a investigar un poco más y descubrí a alguien de quien si me interesaba su discurso artístico y su manera de trabajar. Hasta ese momento todo me parecía muy aburrido, muy riguroso… Le hablé por Facebook, estuvimos hablando medio año y me propuso trabajar juntos en la acción ‘Un buen día para morir’ (2013), concretamos una reunión, vio mis fotos y comenzamos a trabajar desde ese momento.
¿Cómo es vuestro proceso creativo?
El cerebro de Omar va a toda prisa por lo que le surgen las ideas de forma espontánea, esa parte es muy fácil, pero luego el desarrollo de ésta lleva años. Siempre buscamos algo que nos mueva, que nos llame la atención o moleste, estudiamos la manera de trasladarlo a un lenguaje artístico y luego lo ejecutamos.
La duración del proceso, entre las piezas performativas que realizamos en el extranjero, suele ser de unos cuatro años, ese es el tiempo que se necesita para que todo esté como tiene que ser.
Huimos de lo que es noticia, no creemos que lo que está ahora de actualidad sea de lo que se tenga que hablar, hay muchos temas que se olvidan y lo importante es conseguir hacer un recordatorio y remover con un tema de hace cinco años. De manera que, aunque el ser humano tienda a olvidarse de lo que no está de moda en ese momento, el tema vuelve a escocer, ya que las heridas no se han cerrado.
Entre las performances que habéis realizado hay varias de claro carácter feminista, ese es el caso de Armas de destrucción pasiva (2015), ¿puedes hablarnos de ella?
Esta es de las piezas más especiales para mí, fue un tema que yo le propuse a Omar, ya que llevaba tiempo indignada con todo lo que pasaba en Ciudad Juárez, en cómo se había olvidado, como tuvo su momento de auge y todo el mundo quería apoyar a las muertas… y, de repente se olvidó.
Se lo propuse a Omar, y comenzamos a trabajar. El proceso de trabajo duró cinco años, para nuestro trabajo es esencial conseguir información de primera mano, para saber realmente de lo que estás hablando, ya que lo que llegaba a través de los medios era información sesgada…
Ciudad Juárez es el peor sitio para nacer mujer, si naces mujer estás condenada. Es la aberración por la aberración y por eso no entendía porque se había olvidado. Se merecían visibilidad y por eso les dedicamos una acción a ellas, a las muertas, piensa que cuando nosotros hicimos la acción se contabilizaban 30000 mujeres y niñas muertas.
Me puse en contacto con Marisela Ortiz, la Fundadora de Nuestras Hijas de Regreso a Casa, me costó mucho que confiara en mí, porque yo no era más que una tarada que la escribía desde España para preguntar por las muertas, por las cifras, por lo que pasaba. Marisela fue una pieza clave para poder realizar la acción.
En la acción generamos el rostro de la desaparecida universal, recogí fotografías de desaparecidas reales, fui cogiendo trocitos de piel del mayor número de pesquisas que pude conseguir y generé un rostro formado por partes de todas las desaparecidas. Realizamos un rostro indígena y uno caucásico, porque sosteníamos que había una cuestión racial, por lo general lo que sucedía era que desaparecían chicas indígenas, muchas que provenían de Chiapas, e iban a trabajar. Gente muy pobre, y quisimos establecer estos dos paralelismos. Pegamos las dos pesquisas y a su vez lo mezclamos con la realidad, vino con nosotros el padre de una de las desaparecidas que pegaba la pesquisa de su propia hija y las nuestras. La performance duró hasta que llegó la Policía Federal y tuvimos que irnos.
Otra de las acciones que quería comentar contigo es la videoperformance Discúlpenme ustedes, pero esto es fascismo (2016).
Cada vez que hacemos un proyecto queremos saber de lo que estamos hablando. Si yo quiero hablar de qué se siente al llevar un burka tengo que ponérmelo, no encuentro sentido a hablar desde la distancia.
En la acción, algo tan sencillo como comer un plato de espaguetis se hace algo tedioso, porque no veo, por mi inexperiencia se me escurre el tenedor por los guantes, no calculo las porciones, hay algunas muy pequeñas, hay algunas gigantes… No puedes respirar bien porque te agobias, es una prenda que dudo mucho que alguien por propia iniciativa quiera llevarla, porque está probado científicamente que provoca glaucoma, obesidad…
En esta línea hay otro video performance que consistía en que yo hacía un largo en una piscina con el burka puesto, algo muy peligroso.
La serie SKIN (2017) nos ofrece una manera distinta sobre la que reflexionar sobre sexualidad, intimidad y género.
La revista Vandals nos propuso hacer un ensayo sobre sexualidad e intimidad y nos parecía que estaba muy trillado el ser muy explícito con estos temas. La serie está basada en el zentai japonés que anula los sentidos excepto el del tacto. Las personas que lo practican ni siquiera se conocen y se ha comprobado que aumentaba el sentido del tacto por encima de todo.
Nosotros queríamos comprobar si esto realmente era posible, que dos personas del mismo sexo, una de ellas con ideas conservadoras era capaz de traspasar la barrera del género en base a tener todo anulado y dejarse llevar por el tacto, y sorprendentemente la pasaron, conseguimos con esta serie demostrar que sí se pueden llegar a traspasar las barreras autoimpuestas y lo que nos han enseñado culturalmente.
Todo lo que se creó lo hicieron solas, se fueron soltando y acabaron excitadas, fue un gran ejercicio de intimidad, manifestando que se puede lograr intimidad solo tocándose y sin intentar nada sexual.
¿Ha cambiado tu manera de entender la fotografía tras realizar arte de acción?
Si, ha cambiado 200 por cien. Empecé a ver problemas o cosas muy chungas, que para mí era una locura que la gente no supiera, o que no importase a nadie. En México no sabían lo que pasaba en Juárez, comencé a ver que somos motas, que a nadie le importa nada. Esta manera de ver injusticias por el arte de acción ha influido en mi fotografía.
Generalmente, la foto tiende a tener una mancha muy grande, y lo he reducido a un formato minúsculo. Tienes que buscar la imagen, entendiéndola como un universo y lo que ocurre es una mota de polvo.
Es un lenguaje con el que me siento más cómoda, porque yo soy introvertida, y se adecúa más a mi manera de ser. Es un lenguaje al que he llevado a través del arte de acción y que de momento no ha visto casi nadie.
Recientemente, has comenzado tu faceta de escritora.
A ser escritora llegué por accidente, el libro “Susanita no perdió su ratón” comenzó como algo personal para mi pareja, escribiendo sobre algo de lo que no puedes hablar abiertamente, encontré en la escritura un modo de canalizar lo que estaba sintiendo y termino convirtiéndose en un libro que publico Libros Indie.
Ha sido una experiencia muy bonita, al principio me daba miedo porque era algo tremendamente personal, la gente puede ver lo que hago en mi vida personal. El libro se completa con una parte de fotografía muy significativa.
En el libro “Hugo y el dragón”, me propusieron hacer las ilustraciones. Es un cuento para niños que trata el tema de la violencia de género, hecho con delicadeza, tacto y escrito por Luis Abril. Es un proyecto muy bonito, necesario, porque olvidamos que la base de todo está en la educación. Si tu comienzas a dar a entender que hay cosas que no son como quieren hacernos creer, tendremos unos jóvenes más sanos mentalmente. No puede consentirse que todo se normalice.
¿Alguna vez has sentido alguna discriminación o desventaja por el hecho de ser mujer?
Si, muchas. Si te das cuenta Omar y yo llevamos trabajando desde 2013 y nunca usábamos mi nombre. Entendimos que Omar Jerez era una marca y así la usábamos. Pero, ¿Qué pasó? Que se asoció que como yo era mujer yo era la secretaria de Omar Jerez y comenzamos a tener problemas serios que llegaban a la falta de respeto en ferias, en conferencias a las que nos invitaban y donde a mí no me ponían silla…
Al principio yo no tenía necesidad de que saliera mi nombre, y que empezase a salir fue una imposición de Omar al ver a los niveles a los que se estaba llegando.
Al ser mujer tengo que demostrar más, tengo que hacer más, si decides que no quieres publicar tu nombre lo tienes que hacer por fuerza porque si no la gente te va a faltar al respeto, como eres mujer van a minusvalorar tu trabajo y menospreciarte.
Lo vivo continuamente…
¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Durante este año tenemos planificadas varias performances. Además, estoy terminando un ensayo sobre fotografía en el que me centro en los diarios íntimos en la fotografía femenina y en cómo están sufriendo una involución por el abuso de clichés como fragilidad, melancolía, tristeza… En la parte fotográfica estoy disgustada porque veo que el trabajo de grandes mujeres fotógrafas que han tenido un peso importante, como Nan Goldin, Diane Arbus, entiendo que se ve empañado por el trabajo de artistas que reivindican que son mujeres y libres, pero lo representan en posturas encogidas, melancólicas, rotas…
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