Judith Borobio: «El arte tiene el poder de visionar otros mundos posibles y de reinterpretar los ya conocidos»
MARÍA SOTO BELLOTTI mirando a JUDITH BOROBIO
Judith Borobio (Soria, 1986) tiene un especial don en despertar miradas. Trabaja con y desde la materia, la visualiza, la estudia, la toca, la siente. Borobio centra su creación artística en la investigación del medio, rural y urbano, desde el análisis y la observación científica. Espacios olvidados, ‘ruinas’ e higueras, toman cuerpo y se erigen como realidad en forma de micro-ecosistemas. Una búsqueda de nuevos modos de hacer, ver y percibir el arte, donde el espectador juega un papel crucial como sujeto activo en su reinterpretación.
Borobio siente una enorme admiración por el litoral gaditano, que recorre con mimo en busca del lugar idóneo para comenzar su baile ritual; uno que recupere la vida y el sentido a un territorio olvidado. Algunas senderistas, se acercan con sigilo y observan con timidez, otras hacen amago de preguntar, pero finalmente desisten, y otras siquiera se percatan. Durante la performance, las senderistas no saben que forman parte fundamental de la misma, y mientras Borobio continúa con su ritual de extracción de huellas, observa disimuladamente la reacción de sus espectadoras: ‘Ese momento en el que todo está pasando es lo más puro que hay, no existen artificios, es todo transparente’. Es en esas miradas, donde radica el cambio, ese lugar es observado y reinterpretado desde sensibilidades distintas, recuperando la dignidad una vez perdida, entre un mar de ruido y plástico.
¿Cómo concibes ese activismo en tu práctica artística? ¿Cómo surge y qué importancia tiene?
Para mí, el activismo es participación, acción, cooperación, escucha, diálogo horizontal y compromiso social, entre otras cosas. Es una de las principales vértebras en mi práctica artística así como mi modo de vida. ‘Activismo’ es la contraposición a ‘quietismo’, lo cual acoge muy bien lo que procuro transmitir a las personas con mi trabajo. Movimiento ante el alineamiento social en el que la humanidad se halla cada vez más inmersa. Por ello considero, que el arte es una herramienta para despertar conciencias y otros modos de ver y sentir la vida. Pretendo conectar con el espectador, no con propósito comercial sino didáctico. No busco que mi obra simplemente agrade estéticamente, lo que me interesa es utilizarla como herramienta catalizadora de emociones.
Desde niña he sido muy inquieta, buscando más allá de lo que percibimos a simple vista, recorría el monte y sentía una paz y un respeto hacia ese lugar que era sobrecogedor. Me preguntaba y sigo preguntando a día de hoy, ¿qué podríamos hacer cada una de nosotr@s para convivir respetando al resto de seres vivos? Mi crianza en Navaleno, un pequeño pueblo de Soria, tiene un modelo de vida que gira en base al cuidado, respeto y mantenimiento de lo natural. Desde niñ@s aprendimos que formamos parte de la Naturaleza, en contraposición a la cultura materialista imperante, que ve lo natural como un “objeto” más dentro del sistema capitalista al que exprimir todo su jugo.
Para mí es de vital importancia que mi práctica artística sea un reflejo honesto de quien soy y de cual es mi discurso, no puedo concebirla como un artificio, por ello trabajo con mi cuerpo como principal herramienta.
Mi modus operandi, fuera del taller, en contacto directo con un espacio determinado y las personas que por allí aparecen, me introduce en lo cotidiano, irrumpiendo en su rutina pero de forma casi desapercibida, proponiendo nuevos canales y caminos alternativos de difusión en el ámbito cultural contemporáneo. Pues sólo así, puedo acercar el arte a personas que jamás han estado en un museo, que desconocen por completo el circuito artístico y cuyo contexto es totalmente diferente y ajeno a todo lo relacionado con el arte.
Podría contar muchas anécdotas que me han sucedido mientras trabajo al aire libre (de las que destaco un aprendizaje mutuo). En una de las ocasiones un pescador, que llevaba tiempo viéndome por allí, se acercó y me preguntó “¿chiquilla en qué estás trabajando?”, mientras le explicaba lo que estaba haciendo, él me miraba con curiosidad y no sólo me agradeció por poner en valor ese territorio y apreciarlo, sino que me dió consejos de cómo podría mejorar la escultura que estaba realizando, ya que él utilizaba el mismo material para arreglar su barco.
Durante la ejecución de “Territorios Líquidos”, invitaba a personas con las que me topaba a que dibujaran conmigo in-situ. Las reacciones fueron del todo satisfactorias, puesto que accedieron al instante y se divirtieron mucho, pero sobre todo porque aprendieron a mirar de forma diferente el suelo que pisaban. A raíz de este proyecto, muchas personas han descubierto el enorme tesoro geológico que hay a su alrededor y que ahora enseñan a sus familiares y amigos con el propósito de proteger ese espacio. Esto es lo más hermoso que puede pasar, compartir esos instantes lo convierte en una experiencia única, somos personas anónimas compartiendo experiencias y conocimientos mientras dibujamos rodeados de naturaleza, en sintonía con el lugar. Simplemente fluimos.
A tu pregunta de la importancia que tiene para mí el activismo, te diría que es la parte más necesaria en mi labor artística. Mi forma de entender la práctica artista es a partir de lo local para alcanzar lo global, evaluando las problemáticas, las necesidades de mi entorno. Es decir, estudiar la situación del lugar donde estoy y utilizar el arte junto a la mediación para construir puentes que nos vinculen con la necesaria reactivación de una conciencia planetaria fundamentada en el respeto y el cuidado, así podremos iniciar procesos de transformación desde el compromiso y la experiencia vivencial.
El arte como propulsor de conocimientos y miradas, para que tod@s puedan conocer su entorno y por consiguiente cuidarlo, amarlo y protegerlo. El arte debería ser un@ compañer@ para ayudar al medio donde surge, que lo mime y custodie.
Tal y como comentabas, tu práctica artística se desarrolla casi en su totalidad al aire libre, tanto en el medio rural como urbano. ¿Es un factor que haya supuesto en alguna ocasión un hándicap? ¿Has sentido entorpecido tu trabajo por el hecho de ser mujer artista?
Como te decía antes, trabajar al aire libre me aporta momentos muy especiales con personas que no conozco pero con las que puedo compartir una experiencia vivencial en torno a la práctica artística.
Al trabajar fuera del taller, me he encontrado en alguna ocasión con personas con actitud extraña, que me han hecho sentir bastante incómoda. En una ocasión dos hombres me estuvieron siguiendo para ver qué es lo que estaba haciendo y saber cuáles eran mis intenciones. Está claro que si trabajas sobre todo en espacios periféricos y más aún en un lugar como el Estrecho de Gibraltar puedes encontrarte con situaciones un tanto surrealistas para la mayoría de las personas a las que esta realidad les es ajena.
Si he sentido en alguna ocasión entorpecimiento por ser mujer ha sido dentro del campo profesional artístico por parte de algún que otro compañero que ha visto peligrar su ego frente a una artista mujer joven. Ahí sí que he tenido alguna experiencia desafortunada, pero que no me ha pillado por sorpresa, ya que es algo que he sufrido en el entorno laboral en infinitas ocasiones. Sigue existiendo mucho abuso de poder. Por eso pienso que tenemos que enseñar desde el cariño y la empatía que hay otras formas de estar y de convivir y que esto no es una competencia, simplemente es vivir respetando y en equilibrio l@s un@s con l@s otr@s.
En cada uno de tus proyectos, la huella juega un especial papel en la interpretación del espacio/tiempo. Tu respeto hacia el medio te lleva a acariciar con suma delicadeza aquellas superficies que hablan de su propia historia. Tus frottages redescubren la memoria de lo habitado. ¿Qué significado tiene esa constante búsqueda de raíces?
Es algo orgánico, lo concibo como un proceso de maduración como ser vivo y creadora, donde puedo sentirme más identificada con ciertas incógnitas y preocupaciones. En mi caso, tengo fascinación por estudiar, explorar y crear espacios, siempre relacionados con la Naturaleza. Ahondar en el pasado, en la geología, en los procesos de formación de los suelos, de los seres vivos, para así intentar comprender nuestros modelos de comportamiento y replantear cómo podríamos ser una sociedad más amable y tolerante con nuestros vecinos así como ser una como comunidad en sintonía con la biodiversidad de la cual somos una pieza, un “ser” más.
Necesito entender cómo y por qué los seres humanxs como especie, nos hemos desarraigado y desvinculado de nuestras raíces. En nuestra conciencia occidental prima el concepto de la Naturaleza como un objeto de consumo externo a la vida humana. Por suerte hay culturas que se sienten totalmente inmersas en ella y no como un accesorio más. Ser consciente de que hay un resquicio al alza de personas que parecen adoptar consciencia y sensibilización con su entorno me da muchas esperanzas.
Ya lo decía Joan Nogué, “toda esa urbanización sin sentido ha causado una pérdida de identidad territorial: La gente se pregunta qué está pasando. Tanto localmente como en el contexto de la globalización. Todo eso causa en las personas desorientación, desasosiego, la sensación de que aquí algo no funciona.”
La vida humana es ecodependiente, necesitamos vivir en sintonía con todas las formas de vida existentes. Esta búsqueda de raíces es más bien un querer transmitir, un agitador de conciencias, de crítica y reflexión; para dar lugar a experiencias artísticas que promueven maneras de organización colectiva fomentando así el sentimiento de pertenencia y la construcción de comunidades vivas.
En tu práctica artística, el paisaje toma una importancia fundamental en materia de transformación y construcción social. ¿Cómo lo incorporas al proceso creativo y a la producción final?
Como dice Fietta Jarque, “antes de la mirada, el paisaje era sólo territorio. La naturaleza en su estado más puro e ilimitado se convierte en paisaje a partir del momento en que es observada desde un determinado lugar y en la medida de lo visible. Por lo tanto, el paisaje es cultura y apreciación estética.”
El paisaje es resultado de nuestro modelo de vida, la naturaleza que conocemos es una naturaleza humanizada con múltiples paisajes, no sólo el natural, también el urbano… Por ello podría decir que mi trabajo se desarrolla dentro de diferentes paisajes, unas veces en plena naturaleza y otras veces dentro de las ruinas que quedan de antiguas construcciones humanas, donde lo natural y lo construido se fusionan consolidando espacios que podrían asemejarse a los llamados “no lugares”. Espacios como los bunkers, desde donde puedo explorar y pensar ‘qué es el paisaje’.
En uno de mis últimos proyectos dentro del paisaje urbano “aquella semilla que decidió crecer” desarrollo un recorrido por medio de la siembra de esquejes de una higuera que lucha por sobrevivir en un medio hostil. Por medio de este proyecto, estudio el paisaje como resultado de las relaciones sociales que lo hacen posible.
Este proyecto comienza con una pequeña higuera que encontré hace unos meses en una placita abandonada de mi barrio.
Un tallo pequeño que sufría la poda constante de los vecinos porque al parecer dañaba el suelo de su casa. Tras hablar con ellos entendí su preocupación, pero también ellos entendieron mi intención de dar a esa higuera un lugar digno.
Conseguí que se comprometiesen a no cortarla para que yo pudiese sacar un esqueje (necesitaba un tronco de mínimo 30 centímetros). Ahora tengo en mi casa varios esquejes esperando a que llegue el momento de ser trasplantados para posteriormente desarrollar la segunda parte del proyecto.
En esta segunda parte, utilizo la mediación para crear conciencia de comunidad por medio de la implicación de los vecinos en el desarrollo de happenings trabajados desde la empatía. Abogar por promover la integración social en su espectro más amplio. Este proyecto surge de la necesidad de ‘vivir el barrio’, contemplarlo; sentarme a observar cómo funcionan los circuitos cotidianos de los vecinos y cómo viven estos espacios.
En cuanto a cómo incorporo el paisaje al proceso creativo y a la producción final, diría que el proceso creativo está inmerso en el paisaje y en cuanto a la producción final, trato de crear un paisaje con toda la información que recopilo in-situ. Construyo un paisaje cultural a partir de un lugar determinado, abierto a la reinterpretación por medio de la experiencia sensorial de cada persona que pueda visitar la instalación.
El trabajo de campo ha supuesto un profundo cambio en mi forma de entender el arte, el trabajo del artista y su imbricación con el presente. Por ello la obra que propongo se inicia fuera del taller, sujeta a una transformación constante, ya que entran en juego agentes que se escapan de tu control al contrario de lo que sucedería en un taller. Es por esto que mi proceso creativo está inmerso en el paisaje, donde pongo en cuestión los conceptos entre ciudad y campo, periferia y centro, cultura y naturaleza. Todo lo que acontece en el lugar donde trabajo, es para mí, la obra en sí misma. Desde cómo se gesta la idea hasta su maduración, el intercambio de diálogos y emociones con las persona con las que colaboro así como con aquellos que aparecen en el camino, cómo mi cuerpo se relaciona con ese espacio, convirtiéndose la forma en que trabajo en un acto performativo que surge de manera espontánea.
Por lo tanto mi trabajo es paisaje. Mi cuerpo es paisaje. Tu cuerpo también.
Despertar un ‘espíritu crítico’ en esta era de alineación e influencers es ahora más que nunca una tarea fundamental a retomar ¿Dónde sitúas tu creación en relación a este tema?
Me gustaría pensar que mi creación puede ayudar a crear vínculos, a generar nuevos lenguajes que nos ayuden a conectar la emoción con el despertar de un pensamiento crítico en un momento de suma de crisis y deshumanización en el que nos encontramos.
Esto es algo realmente complejo, vivimos en la fugacidad extrema, alimentada por las plataformas imperantes como instagram, tik-tok, facebook, etc. esta forma de entender el mundo está produciendo un adormecimiento social. El tema de los influencers y toda esta serie de representaciones del individuo a través de la pantalla, nos está llevando a ser más individualistas, pues pasamos mucho tiempo “trabajando” nuestra imagen o mejor dicho, la imagen que queremos proyectar a los demás de nosotros mismos. No hay tiempo para permitirnos perder el tiempo, ni para aburrirse, tenemos que ser “productivos” constantemente. Vivimos en una constante psicosis en la que necesitamos ser reafirmados por los likes y el reconocimiento del otro tras la pantalla, sólo por ser productivxs, esa es la forma de decir que existimos, pero al instante ya has desaparecido y necesitas otra vez estar ahí.
Es agotador..
El uso abusivo de las redes puede provocar un aumento de ansiedad y depresión, por mencionar un par de las enfermedades tan características del siglo XXI. Este alineamiento no nos permite vivir el presente y ser conscientes de lo que nos rodea, por lo tanto enfermamos, y como medicina: el consumo, paquetes que llegan a casa en cuestión de horas. De nuevo ese “quietismo”. ¿Cómo vamos a progresar como especie hacia un modelo de vida sostenible si no salimos de las urbes, si no observamos, escuchamos, tocamos, apreciamos y valoramos lo que nos rodea? Corremos el riesgo de convertirnos en seres más agresivos y vulnerables si esto no cambia.
Mi creación artística es todo lo opuesto, toma tiempo. Suelo trabajar de forma simultánea en varias ideas, ya que una no es sin la otra. Esto me permite reflexionar y hacer un ejercicio de introspección sobre mi propio discurso y sobre mi modo de habitar en el mundo.
Mi forma de trabajar tiene un enfoque híbrido entre creación artística, investigación, pedagogía y gestión cultural. Me interesa poner en marcha el arte como crítica de nuestro modelo económico, laboral y cultural hacia un modelo más sostenible, partiendo de microproyectos que visibilicen los problemas que nos rodean como sociedad. Trabajar de forma colaborativa y transversal con el fin de proponer nuevas fórmulas que construyan otros planteamientos posibles.
Siento que con la forma de trabajar que tengo, mediante mi proceso creativo in-situ, ya estoy haciendo una acción en la que reivindico a las personas con las que me cruzo un ejercicio de “contemplación” (cuando me ven trabajar), así se ven sujetas a replantearse qué está pasando ahí, se produce una convivencia, un diálogo horizontal y un intercambio.
El arte tiene el poder de visionar otros mundos posibles y de reinterpretar los ya conocidos, tantos como miradas, por ello cuando estas personas regresan a ese lugar, su mirada se ha transformado y pueden transmitir ese sentimiento a otras personas.
Así vamos despertando conciencias de forma colectiva, el llamado ‘espíritu crítico’ que se detiene, medita, se hace preguntas, no se conforma, despierta y lucha por proteger su entorno más cercano, para así poder extender el cuidado a algo más global.
La invisibilización de la mujer en el ámbito artístico es un hecho, cuéntanos desde tu propia experiencia personal y laboral cómo has vivido esta situación y qué influencia ha tenido en tu manera de concebir tu trabajo, así como tu proyección de futuro. ¿Cómo concilias tu vida personal con la laboral?
Nuestras compañeras y referentes “Guerrilla Girls”, denuncian desde 1985 la escasa presencia femenina en el ámbito artístico, creo recordar que el Museo del Prado alberga tan sólo 10 pinturas de mujeres artistas en sus salas con más de 1000 obras expuestas. Según datos del informe MAV, (Mujeres de las Artes Visuales), estas cifras profesionales se tornan en el plano académico, ya que las mujeres que estudian Bellas Artes alcanzan más de un 60 por ciento frente a los hombre.
También es el caso de Arco, de nuevo MAV ha recopilado datos alarmantes sobre la presencia de mujeres en la selección de las galerías. En 2016 sólo el 25% eran mujeres de los 3.700 artistas participantes, en 2019 se clausuró el año más desigual de los recopilados por el colectivo; de cada 100 artistas, podías encontrar obra de seis mujeres españolas. En 2010, según los estudios del grupo, estábamos algo mejor representadas: un 7% de artistas españolas presentes y un 29% del total de la feria; frente al 6,4% de representación de mujeres artistas españolas y un 29,7% del total de artistas mujeres en Arco 2020, en cuanto a las galerías de las 71 españolas sólo 17 eran dirigidas por mujeres.
Un dato más optimista de 2020 nos lleva a ferias como Justmad o Hybrid, donde vemos representados a mujeres y hombres artistas en paridad con 49% y un 48% respectivamente.
Un factor importante a destacar que se suma a esta encrucijada, es el socioeconómico, ya que dificulta la dedicación plena a la práctica artística, pues la inmensa mayoría de creador@s nos vemos obligad@s a la precariedad laboral para poder subsistir.
Es muy difícil en la actualidad y en un país como España, compatibilizar las obligaciones laborales con la práctica artística. En mi caso he tenido que compaginar durante años, trabajos diversos con la realización de mi obra. Desde hace dos años, estoy trabajando en un Centro de Internamiento de Menores como educadora y llevando el taller de Arte. Gracias a este trabajo he podido poner en práctica mi vocación de poder enseñar y he descubierto además una forma de trabajo que desconocía y de la cual me siento muy agradecida y orgullosa.
Ahora puedo ayudar a personas con dificultades por medio del Arte Contemporáneo. Aquí puedo poner en práctica como el arte es una de las mejores herramientas transformadoras que conozco, así como una terapia para poder expulsar de nuestros cuerpos todo lo que nos hace daño. Esta experiencia con los menores me está enseñando que fuera del circuito del arte más tradicional, hay muchas formas de vivir y convivir con la experiencia artística. Hay otras realidades que no solemos ver, que están invisibilizadas, pues se salen del marco establecido.
Gracias a que ahora tengo más estabilidad laboral, puedo dedicar más tiempo para compartir con la práctica artística. Es evidente que la situación socioeconómica y laboral de cada creadxr influye en el progreso de su carrera artística, lo cual suele afectar en mayor porcentaje a mujeres que a hombres, ya que solemos tener menos oportunidades laborales y se mantiene una amplia desigualdad salarial.
También pienso que otra dificultad a añadir es la maternidad y cómo la abordamos. Deberíamos repensar cómo construimos desde las instituciones y el ámbito laboral el concepto de familia, pues en cuántas ocasiones me han preguntado en una entrevista de trabajo si tengo intención de ser madre. Creo que sería bueno establecer que las responsabilidades familiares son corresponsabilidad entre hombres y mujeres, no sólo en papel sino también en la práctica, pues el hombre históricamente es el que ha tenido más tiempo para dedicar tanto al arte como a cualquier otra profesión, frente a la mujer que lo ha tenido que compaginar con la crianza y la casa.
También considero que las instituciones deben apoyar a un espectro de creadores mucho más amplio, por medio de más becas y apoyos, así como contrataciones e inserción laboral.
Por lo tanto conseguir una igualdad plena, viene de la mano de conseguir una igualdad social, una igualdad de oportunidades para mujeres y hombres pertenecientes a diferentes estratos sociales; poniendo el foco en las personas que están en situaciones de exclusión social donde la conciencia igualitaria ha avanzado más lentamente a causa de las circunstancias sociales, demográficas y culturales de sus entornos.
Me encantaría que mi trabajo contribuya a que el arte sea algo contagioso, sin limitaciones, que no encuentre barreras, que se expanda entre todos los seres humanos para de forma colectiva, participativa y circular construyamos juntos, partiendo de la escucha del otro, poniendo en valor las necesidades de los demás.
Quiero invitar a la contemplación, al disfrute de lo que nos rodea, a ser consciente del momento presente, a que fluyamos como el agua, pues al final somos casi todo agua; a replantearnos o crea nuevos modos de habitar y convivir tanto con las personas como con el entorno que nos rodea y las demás formas de vida.
María Soto Bellotti Web. Bio MMM.
Judith Borobio. Web. Bio MMM.