Isabel Muñoz. Enamoramiento y destino
MasauR MIRANDO A Isabel Muñoz
Isabel Muñoz es fotógrafa hasta la médula. Quizás mi presentación podría comenzar y terminar con esta única frase, pues Isabel es esencia pura del arte fotográfico, necesidad vital de ver y capturar, pasión traducida en blanco y negro, una forma de vida siguiendo los pasos de su instinto, investigación tras los matices, experimentación constante…, es en definitiva, coherencia con aquello que ama.
Tras un café en su estudio se queda en mi cabeza el poso de que si hay dos palabras que han constituido el horizonte de su carrera esas son: ENAMORAMIENTO y DESTINO.
Esta barcelonesa (1951) adoptada por Madrid (1970), destila amor hacia su trabajo y hacia el ser humano, ser fiel a sus propios sentimientos es lo que le ha permitido saber captar la sinceridad, el misterio, la profundidad de la mirada de aquellos que abraza con la cámara. Para convertirse en el altavoz de los débiles, de las infancias perdidas, de las excluidas, de las mujeres rotas, … denunciando y abriéndonos los ojos a aquello que no queremos ver para que no descoloque nuestros mundos de cristal, herméticamente cerrados al dolor ajeno. Isabel derrumba las fronteras y los obstáculos para que las historias de mujeres y niñas como Mayuma, Kabala, Zabulonda o Sifa (1) perduren, y poder poner un grano de arena para remediar situaciones que jamás deberían producirse en pleno S. XXI.
Su andadura en la Fotografía comienza en Photocentro (Madrid 1979) de la mano de Ramón Mourelle y absorbiendo los consejos técnicos de Eduardo Momeñe. Pero en esos años para una mujer fotógrafa las posibilidades de crecer que le ofrece la capital son insignificantes, demasiadas trabas y falta mucha amplitud de miras; así pues, Isabel se traslada a Nueva York (1982) y continúa su formación en Visual Studios, allí con sus inagotables ansias de aprender irá descubriendo algunos de los ingredientes que serán parte de su cocktail particular. John Wood (collage), Martha Madigan (cianotipia), Craig Stevens (platinos), Robert Steinberg (albumen), Neil Selkirk (luz), serán los encargados de darle las cartas de una baraja que con el tiempo le permitirá desarrollar su propio juego, su impronta personal.
A la hora de fijarse en algún referente, Isabel vuelve la mirada hacia Tina Modotti (Italia), Mapplethorpe (E.E.U.U), Avedon (E.E.U.U) y un gran fotógrafo español Ortiz-Echagüe que empleaba la técnica del carbón fresson, de hecho aunque la fotografía evolucionó hacia otros sistemas de positivado, él la mantuvo a lo largo de toda su carrera, buscando en el blanco y negro una mayor riqueza de contrastes y tonos, emulsionando el papel, cultivando ese aspecto de artesano que trasforma el resultado final en algo único ¿Quién le iba a decir a Ortiz-Echagüe que tendría una magnífica “heredera” en la figura de Isabel Muñoz?. Existen muchos paralelismos entre ellos, exigentes, inquietos, indagadores, convierten su carrera en un “work in progress” continuo.
Si bien Ortiz-Echagüe utilizaba el carbón fesson, Isabel logra que su metodología haya desembocado en la fusión de lo artesanal -por medio de la platinotipia (2)- y el mundo digital, entrelazando la técnica manual que exige el emulsionado del papel de acuarela con la precisión que proporcionan hoy en día los negativos digitales. Logrando unas copias con un amplio registro tonal, perdurabilidad y calidad; extrayendo a su vez toda la textura y sensualidad del papel, muy necesaria para que afloren hasta los más nimios matices en las pieles y los cuerpos que nos presenta.
Echando la mirada atrás, su primera exposición tuvo lugar en el Instituto Francés de Madrid en 1986, bajo el título de Toques. Durante varios años el cuerpo y la danza serán el foco central de su obra, el filtro para indagar en el ser humano, en su sensualidad, en su lenguaje, en su belleza… el tango, la danza cubana, el ballet, los mevleví, la capoeira, la danza Khmer y el flamenco, han desfilado ante el objetivo de su cámara, de manera que Isabel pudiera relatarnos no sólo la hermosura del movimiento sino también el erotismo, la tensión e incluso la ironía.
El hilo conductor del cuerpo le llevará a buscar etnias más puras, ritos no contaminados por la modernidad, hombres que relatan en sus cuerpos la esencia de la tierra que habitan. Etiopía y Nueva Guinea van a descubrirle una nueva topografía del ser humano, pieles convertidas en lienzos que narran su fortaleza, su valor, su estatus, su estado de ánimo; las escarificaciones y los pigmentos (minerales y vegetales) delatarán las historias adheridas a su piel.
En Camboya se producirá un punto de inflexión en la carrera de Isabel Muñoz, Gervasio Sánchez la invita a conocer un hospital donde hay niños que han sufrido amputaciones, y será a partir de este momento cuando la temática social será un nuevo referente en su fotografía. Transformándose en emisaria de realidades difíciles y dolorosas que habitan en muchos rincones del planeta, acercándonos esas historias silenciadas de las que muchos preferirían no saber, para poder seguir disfrutando de su bendita ignorancia. Tráfico de niños y hospitales con enfermos de sida en Camboya, las maras de las cárceles salvadoreñas, las mujeres del Congo… han incorporado a la vida de Isabel nuevas historias sobre las que arrojar luz y otros seres humanos de los que enamorarse, un amor ingrato que duele y del que es imposible desprenderse a la vuelta de esos viajes, tal y como me relataba en su estudio, no le queda otra que aprender a vivir con esa pesada mochila, preguntándose ¿qué será de ellos?.
Circunstancias en las que ha pasado miedo, pero no podía permitirse el lujo de demostrarlo. Miedo y dolor camuflados para poder seguir adelante, porque para Isabel siempre habrá un “adelante”, el destino volverá a presentarle una anécdota en una cena, un testimonio de un amigo que acaba de leer una noticia que despierte su instinto y se corrobore que en algún remoto lugar alguien necesita una narradora de imágenes como ella, o simplemente en este loco mundo sucederán historias que no debieran a personas que no se lo merecen. Confiemos en que lleguen a los oídos de Isabel, para que esta mujer luchadora que no cede ante las dificultades siga persiguiendo aquello que tanto ama, el ser humano, incluso en aquellos que parecen poseer esa cualidad de humanidad más que el propio “homo sapiens”.
Es difícil imaginar a una autora que represente mejor dentro del mundo del Arte, que si una mujer se lo propone, nada ni nadie podrá ponerle suficientes trabas como para no lograr sus metas. Y que en ocasiones se hace justicia y no todo se queda en palmaditas en la espalda o segundos planos, sino que los reconocimientos (3) y las recompensas merecidas, terminan llegando. Así pues, cada una en nuestro territorio, seamos un poco Isabel Muñoz.
Otras fotografías de Isabel Muñoz:
© Isabel Muñoz | Web
Maite Sanchez Urueña – MasauR | Web
(1) Exposición Mujeres del Congo – 17 Marzo al 18 Junio 2017 – Museo Nacional de Antropología
(2) Platinotipia – Procedimiento fotográfico que obtiene copias por contacto en materiales sensibilizados con sales de platino y hierro.
(3) Premio Nacional de Fotografía (2016), Premio Unicef España a la Sensibilización y Movilización Social (2010), Medalla de Oro al Mérito en BBAA (2009), el Premio Bartolomé Ros en PhotoEspaña (2009), 1º Premio de Cultura de la Comunidad de Madrid en la categoría de Fotografía (2006) el 3º Premio “Portraits Stories” en la 48ª Edición de World Press Photo , el 2º premio de “The Arts Stories” en la 43ª Edición de World Press Photo o la Medalla de Oro en la Bienal de Alejandría (1999).