IRENE CALVO mirando a ELENA GONZÁLEZ TORRES ^klamca^
Elena González Torres, ^klamca^, es una artista visual afincada en Madrid. Su trabajo se caracteriza por una fuerte carga de denuncia social y por utilizar diferentes lenguajes para desarrollar sus obras: postfotografía, performance, instalación… En sus proyectos siempre hay un impulso inicial colector, una pulsión por saber más y ahondar en el material a investigar que responde a una pasión y una sensibilidad muy marcadas, motores de su actividad artística.
^klamca^ es un alter ego de Elena, es ella pero también son muchas otras.
El humor, la ironía, la crítica o el profundo respeto por otras artistas son constantes en su producción y también aparecen en esta entrevista, en la que podemos conocer sus orígenes como arquitecta y gestora cultural, su proceso personal para autorreconocerse artista y fotógrafa, su trabajo artístico más ambicioso hasta el momento o la maceración de su próximo proyecto.

Elena González Torres, ^klamca^. Fotografía manipulada. “Ausencias (esta España mía)”, 2017.
Desde tu infancia has sido una creativa multidisciplinar: música, pintura, fotografía… Aunque todo apuntaba a que estudiarías Bellas Artes, cursaste Arquitectura, ¿qué te ha aportado esta carrera a nivel creativo?
Supongo que las ganas. Arquitectura es una disciplina, en la teoría, preciosa y ambiciosa, que pretende aunar el bienestar humano con la creación artística mediante una materialidad rotunda. La Escuela de Madrid entonces era un lugar peculiar: te soltaban allí siendo una cría y rápidamente te tenías que posicionar entre dos bandos (esta España nuestra): pragmáticos o utópicos. Cuando entré fue inmediato que adopté -o me adjudicaron, nunca sabes muy bien, o es un poco de todo- la etiqueta de “fuera de lugar”; “deberías estar en Bellas Artes”, esas palabras las recibí mal entonces, ahora las siento como una realidad que no supe escuchar. Recuerdo a mi profesor de Filosofía del instituto, Antonio: “Te estas equivocando, la Arquitectura está llena de mentes cuadradas”. No lo viví así, como te digo, era un lugar para posicionarse y enseguida lo hice: me posicioné del lado de los libres pensadores, apasionados de la Arquitectura como la más bella de las Artes.
A nivel creativo me quedo con las residencias de verano organizadas por los profesores Pedro Burgaleta e Irene Marcos, en las que se juntaban estudiantes de distintas disciplinas artísticas para reflexionar sobre la ciudad de acogida, y sobre todo con mi Erasmus en París, un curso en una escuela poco canónica en la que hice lo que me dio la gana, llevaba los pelos de colores y me ofrecieron quedarme con una beca que no pude aceptar. Fue la gran experiencia a nivel artístico y personal donde viví mi propio París dadaísta, lleno de aventuras con dos amigos polacos, mi fiel consejero y un gato negro que le tenía manía a Marilyn Manson.

Elena González Torres, ^klamca^. Instalación realizada durante las Residencias Artísticas del Konvent, Barcelona, 2019.
Tras estudiar un Máster en Gestión del Patrimonio Cultural decidiste estudiar Fotografía en Lens con Rafael Trapiello y en Blank Paper con Fosi Vegue. ¿Por qué tomaste esta decisión y qué supuso en tu trayectoria?
Podría decir que fue la crisis de los cuarenta, ser madre o la crisis de la construcción del 2008. Lo más honesto sería decir que el “fuera de lugar” no me había abandonado. El máster lo hice embarazada de mi primer hijo y fue un intento de encontrar una salida dentro del mundo del Arte a mi conocimiento acumulado. No me aportó nada, la sensación de vacío fue creciendo. Tras el nacimiento de mi segunda hija me precipité al mercado laboral como arquitecta: descalabro absoluto. Terminé con una baja por ansiedad y una abominación visceral por toda la realidad que acompaña a ejercer la profesión en un sistema capitalista y misógino.
La sentencia de mi profesor de Filosofía parecía cumplirse. A nivel personal sentí que esa no era la vida que quería vivir, que me había equivocado desde el principio hasta el final. Entonces me pregunté a mí misma qué era lo que me había acompañado desde la infancia y que me hacía feliz. La fotografía fue la respuesta.
En mi trayectoria supuso principalmente el autorreconocimiento como artista y sentir, por primera vez en mucho tiempo, que estaba en el camino. Yo no recuerdo haberlo dicho, pero el padre de mis hijas, mi pareja entonces, afirma que me oyó decir al espejo, según terminaba de cortarme la melena que me había acompañado como adulta: “He vuelto”; seguramente lo dije, esa era la sensación que tenía entonces.

Elena González Torres, ^klamca^. Fotografía manipulada. De la serie “El libro rojo de ^klamca^”, 2019
Mientras estudiabas Fotografía se incubó el proyecto «#Borradas. Historia de la Fotografía», pero antes realizaste otros trabajos y, más importante aún, apareció ^klamca^. ¿Quién es este «alter ego histriónico» como tú misma lo defines?
Por recomendación tuya, el mismo año que empecé el curso con Rafael, hice el curso on line impartido por Juan Martín Prada, “Arte e Internet”. Para mí realizar este curso fue como tener una revelación divina. El año anterior a mi Erasmus había estado enganchada a los chats entre universidades; en París, en 1998, organicé el entierro de mi nickname, “Kim Gordon”, en el cementerio de Père Lachaise, con trece invitados que no conocía en persona; nadie acudió, pero aun así hice mi performance e intervine una cripta con fotografías y dibujos. En su curso, Juan Martín cuenta que acciones similares, incluso en años posteriores, están actualmente registradas en el MoMA como acciones artísticas pioneras que cruzaron el mundo digital con el real. Aquello me hizo autorreconocerme: siempre fui artista.

Elena González Torres, ^klamca^. “Entierro del nickname Kim Gordon”, París, 1998.
En ese momento surgió un cóctel que se materializó en este alter ego, ^klamca^, que es el nombre que me otorgo como artista. Es una máscara con la que oculto mi inseguridad y mi evidente síndrome de usurpadora y, por otro lado, es otro más de los personajes con los que sé que ahora me siento cómoda trabajando, ser otras me permite ser libre.
Sin embargo, no surgió de forma consciente, fue por casualidad. Quería presentarme a mi primera convocatoria artística, una pequeña, familiar y cercana, tanto, que conocía a tres miembros del jurado, entre ellas tú. Para no poneros en un compromiso, decidí presentarme con un seudónimo. En la convocatoria se pedía una web-porfolio que visualicé como una acción artística en sí misma. En ella ^klamca^ nos hace reflexionar sobre quiénes somos, la identidad en internet, qué nos diferencia o nos une a las otras, qué mostramos. Es una reflexión existencial que todavía me sigue estremeciendo cuando la visito.

Vista de la web de María Carmen García ^klamca^, 2017.
En tu trabajo encontramos una fuerte carga de denuncia y crítica social. ¿De dónde surge la necesidad de abordar temas como la infrarrepresentación de la mujer en los medios de comunicación, el racismo o la relación entre identidad y política?
Estar fuera de lugar me ha acompañado siempre. Ahora sé que no es algo temporal o puntual, tampoco podría decir si es una decisión o te toca. Desde pequeña ya me apropié del supuesto insulto madridista -“la polaca”- por haber nacido en Barcelona, sin embargo, tampoco era catalana. Decidí vestirme diferente y ponerme ropa de cuando mi padre era joven. A veces me llamaban niño y ser “femenina” no estaba bien. Se va fraguando. Siempre me preocupó la injusticia social, la agresión a la naturaleza, la indefensión de los animales. Estuve noches sin poder dormir después de ver “J.F.K.: caso abierto”. Era la niña “friki” de las pelis a la que hacen bullying, la que es representante de alumnos, recoge firmas para retirar los envases de polipropileno y, sobre todo, admira y escucha atentamente a su abuelo anarquista que luchó por cambiar el mundo.
Como adulta se puede leer entre líneas lo que hemos hablado anteriormente. Esa sensación que te acompaña de por vida, “fuera de lugar”, cuestiona por qué estoy donde estoy. En la sociedad moderna la política, la identidad y las estructuras de poder están para mí en el meollo de la reflexión metafísica, es una llamada a entender y, a veces es tan intensa, que empatizo profundamente con Santa Teresa. Quizás tenía que haber estudiado filosofía como me advirtió mi profesor ¡y mañana renuncio a mí misma como artista!
Y la cuestión de género es visceral, un día te levantas y encajas tu puzle. En mi caso, la llama artística la mantenía oculta por no “quemar” a los varones que han marcado mi vida, ellos no lo pidieron, yo no era consciente, pero es así, lo sé, ahora lo sé, no hay culpables, es estructural.

“Ylla, 1955”. Elena González Torres, ^klamca^. Fotografía manipulada. De la serie “#Borradas, Historia de la Fotografía”, 2021.
Me gustaría que hablases de «#Borradas. Historia de la Fotografía», un proyecto de postfotografía – y coleccionismo, documentación, instalación, performance, divulgación…- en el que has reivindicado y puesto en valor a muchísimas fotógrafas y en el que has estado inmersa durante los últimos años, después de recibir una de las Ayudas a la Creación del Ayuntamiento de Madrid 2019 y ser seleccionada en el programa “Comisariado 2022” del Gobierno de Cantabria. ¿Cómo comenzó este trabajo, cómo lo has vivido y por qué lo das por finalizado?
Este trabajo comenzó por el descubrimiento casual de una fotografía que me dejó enganchada. Estaba finalizando el curso con Rafael y, de realizar retratos de mujeres feministas en manifestaciones, cambié a coleccionar lo que llamé “Cíclopes”, autorretratos de mujeres en Instagram que se tapan el rostro con su teléfono móvil. Estás imágenes me cautivaron por la reflexión sobre identidad, binomio humano-máquina, lo antropológico, la máscara, la sociedad capitalista y lo que supone la nueva realidad con las redes sociales. Durante mi búsqueda recolectora me topé con un “cíclope” de cien años. La fotografía era un autorretrato de Germaine Krull con su cámara en 1925. Sentí la indignación que me mueve muchas veces, es un gran motor creativo. ¿Cómo era posible que no conociera esa foto? Tantos años escuchando referentes de la vanguardia que hablan sobre el hombre y la máquina… Tirando del hilo me encontré con una realidad en la historia de la fotografía escandalosamente oculta: el borrado de mujeres fotógrafas de grandes carreras y prestigio profesional. Comencé a coleccionar sus autorretratos.

Autorretrato de Germaine Krull, realizado en 1925. Detalle de la exposición “#Borradas. Historia de la Fotografía”, realizada en el marco del Programa Comisariado 2022 del Gobierno de Cantabria en la Sala Concepción Arenal de Santander.
El proyecto evolucionó por la llamada de Diana Larrea para participar en la exposición “Feminismo Mágico”. Entonces apareció la idea de borrarlas de sus propias imágenes, para visualizar ese vacío histórico que nos han dejado. A los pocos días, con mucho malestar y sintiendo que cada fotografía que manipulaba estaba siendo un ritual personal entre la fotógrafa y yo, encontré la imagen de Lilia Brick y Maiakovski, intervenida para que apareciera él en solitario. Aquello fue mágico.

Fotografía de Lilia Brick y Vladimir Maiakovsky antes y después de la manipulación. Detalle de la exposición “#Borradas. Historia de la Fotografía”, realizada en el marco del Programa Comisariado 2022 del Gobierno de Cantabria en la Sala Concepción Arenal de Santander.
Lo he vivido como una revelación personal, así funciona para mí el Arte. Siento que este borrado histórico me ha quitado la posibilidad de ser otra persona, más libre, más capaz, más segura. De niña, a pesar de cuánto me gustaba la fotografía, nadie me animó, tampoco tuve ningún referente cercano, ni lejano, de mujer fotógrafa profesional. Este borrado, como otros, nos deja a las mujeres atrás en la parrilla de salida: sin referentes es difícil visualizarnos en el futuro en lugares diferentes.
Para la exposición del programa “Comisariado 2022”, en Santander, llegué a la conclusión de que en “#Borradas”, una vez más, como en otros proyectos, lo principal era esa parte personal, autobiográfica, que sigue persiguiendo saber quién soy y por qué y sentí que tenía que seguir, que este proyecto ya me había dado sus respuestas.

Vista de la exposición “#Borradas. Historia de la Fotografía”, realizada en el marco del Programa Comisariado 2022 del Gobierno de Cantabria en la Sala Concepción Arenal de Santander.
De forma paralela a tu actividad artística trabajas como foto fija para cine y televisión. ¿Cómo influye esta actividad en tu producción artística?
Trabajar como fotógrafa profesional y disfrutarlo, sentir que me pagan por algo que me satisface y que no está en contra de mis principios, es una novedad en mi vida. Podría decirte que en cuanto a la influencia en mi producción artística hay una de cal y otra de arena. Como foto fija el mayor peso lo lleva la técnica y la intuición, la creatividad queda un poco aparcada y ocupa una parte pequeña en la edición y, aunque suene contradictorio, no por ello dejas de utilizar un lenguaje artístico, la fotografía es arte, da igual para qué la estés usando. Cuando empecé a poner mi arte al servicio de un encargo, algo cambió y dejé de usar igual la fotografía, no hago fotos que no sean estrictamente necesarias. No obstante, el lenguaje lo estoy utilizando y me siento ágil para enganchar proyectos personales que se conectan de alguna manera con lo que haces. El ejemplo más claro es el proyecto “#Borradas”. Si no hubiera comenzado a trabajar como fotógrafa profesional hace ocho años, seguramente no existiría.
Actualmente siento que tengo una asignatura pendiente: fusionar la artista con la fotógrafa profesional. Como foto fija me siento cómoda sin pararme a pensar en la parte artística. Compartimentos separados: Elena Gonzalez Torres, fotógrafa; ^klamca^, artista. Durante estos años no he utilizado el lenguaje fotográfico en el sentido más clásico, me he expresado a través de la postfotografía, la intervención del espacio y la performance. Todos mis trabajos han sido como dar a luz, intensos y graves, llenos de carga emocional, conceptual, política y existencial, dejando la técnica, la estética y la composición para los encargos profesionales.

10. “Sue Ford 2009”, Elena González Torres, ^klamca^. Fotografía manipulada. De la serie “#Borradas. Historia de la Fotografía”, 2021.
¿Estás trabajando en algún proyecto artístico en estos momentos? ¿Nos podrías adelantar brevemente en qué consiste?
Bueno, ya te he dado una pista. Estoy trabajando con mi propio archivo como foto fija durante todo este tiempo. La fotografía tiene una capacidad de validación poderosa, es documento, prueba de fe y, además, es intrínseco su valor estético y de conmoción al espectador. Me interesa esta parte más material y menos conceptual para levantar un nuevo proyecto acerca de la propia profesión de fotógrafa para cine y televisión, bastante desconocida a la vez que poco reconocida en este país. Siento la necesidad de poner en valor mi trabajo y quizás de cerrar un capítulo de mi vida.
En paralelo tenía ganas de regresar a una de mis mayores preocupaciones desde niña: la naturaleza. Necesito estar en el campo, la ciudad cada día se me presenta más hostil. La última DANA dejó la zona que suelo frecuentar totalmente devastada. Sentí la necesidad de documentarlo, aunque rápidamente el proyecto ha virado y vuelvo a recolectar en la red. Hay datos que desatan mi indignación: para fabricar un pantalón vaquero gastamos 8000 litros de agua. Por otro lado, la inteligencia artificial está aquí ya, estamos viendo imágenes impresionantes, incluso ganan concursos de fotografía… En mi cabeza resuena un cóctel, de nuevo metafísico, social, político… ¿Cuál es la condición para ser un ser humano? ¿Es real que la renuncia a la naturaleza a la que parecemos encaminarnos es la única salida a esta encerrona que ha construido la humanidad, aceptando el sistema capitalista como único motor económico? ¿Finalmente no estaremos todas fuera de lugar?
Irene Calvo. Web. Bio MMM.
Elena González Torres ^klamca^. Web. Bio MMM.