Memoria y poética en las Instalaciones Artísticas de Gertrudis Rivalta Oliva
ALMERIS HERRERA MARTÍNEZ
mirando a
GERTRUDIS RIVALTA OLIVA
Desde hace algunos meses vengo siguiendo la obra artística de Gertrudis Rivalta Oliva. Sin embargo he necesitado realmente poco, para convertirme en una respetuosa admiradora de su personalidad como mujer creadora, y la trayectoria de su obra.
Fue el cineasta cubano Tony Romero quien nos presentó, mientras producía y dirigía el documental “Sentir la conexión”, uno de sus últimos proyectos audiovisuales, que próximamente se estrenará en Madrid.
La condición que a ambas nos une, mujeres afrodescendientes de origen cubano, migrantes y el compartir realidades y sentimientos sobre identidad, raza, género y otras pertenencias comunes con la historia, han trillado un interesante camino para cultivar nuestra amistad y conocerla como si desde hace muchos años, se tratase.
Con solo trece años de edad a Gertrudis Rivalta le concedieron una plaza para estudiar en la Escuela Nacional de Arte de La Habana. Había nacido en la ciudad de Santa Clara en el año 1971.
En esta preciosa etapa de inquietudes inocentes, Gertrudis iría estampando huellas precoces de su talento para marcar caminos que explosionarían mucho más temprano que tarde en una de las indagadoras de argumentos y realidades más polifacéticas. Dominaba la técnica del dibujo, el óleo, la acuarela, la fotografía, la instalación.
Desde muy pequeña empezó a migrar. Primeramente, de Santa Clara a La Habana, donde las mixturas y contexturas de la nueva ciudad podían resultarle estentóreas. Luego, a la edad de veintisiete años, su segundo y largo viaje lo emprende desde La Habana hacia España para exponer en la Universidad de Alicante “Evans or not Evans”. Un exhaustivo estudio sobre el sujeto racializado y politizado. Y aquí una nueva realidad de acogida vuelve a ocuparle cada uno de sus sentidos y con ciertas sutilezas le señala el color de su piel. Ha elegido la ciudad de Alicante para vivir la mayor parte de su tiempo.
Es una mujer mestiza que ha llegado para situarse como creadora visual, en las estructuras sociales, políticas, económicas y culturales de Occidente, pero seguirá conectada a sus cordones de existencia y siempre regresará a Cuba, a La Habana o Santa Clara, para exhibir allí nuevos proyectos y nutrirse de todo aquello que le atañe sobre los temas de género, raza e identidad. Estos referentes conceptuales se entretejen con lo poscolonial, las hibridaciones y la diáspora, no solo como parte de su poética expresiva, sino también (y sin imaginarlo desde que pisó La Habana por primera vez), de sus autorreferencias discursivas.
Para la presente Edición de MMM, hemos querido referirnos a sus instalaciones artísticas de los últimos años, porque habitualmente nos sitúa en estos espacios para que experimentemos y cuestionemos momentos de la historia pasada y presente, sentimientos tan universales como el miedo y los deseos, las soledades, ausencias y rechazos, en medio de ambientes sugerentemente poéticos, que no siempre en el arte de la Instalación suelen lograrse.
Los materiales, objetos y formas que Gertrudis emplea no están supeditados ni al discurso ni a otras apariencias. Y resultan, repito, espacios donde las coordenadas conceptuales se ubican entre la sinceridad del discurso y la poética expresiva.
Tal vez porque los sufrimientos de la invisibilidad, la negación de las identidades, el desgarramiento de los procesos de la diáspora y las migraciones, se narran mejor desde la dulzura que no desde la soberbia.
“Nubes del desierto” es el título de su última exposición personal, y que dio nombre a su vez, a la instalación artística realizada para hablar de las migraciones actuales.
Las nubes del desierto (ciertas plantas rodadoras o el estepicursor como también se les conoce) han sido elevadas remedando nubes en la atmósfera y llueve.
Bolas de telas parecen haber germinado como nubes del desierto, y simbolizan a los hombres y mujeres que como diásporas en su atroz recorrido van rodando y dejando huellas esparcidas con retazos de memoria.
Con “Nubes del desierto”, asistimos a los discursos de Gertrudis Rivalta, quien poniéndose en el lugar del otro, invita a movernos por caminos tan azarosos como los destinos del migrante pero sin actitud dramática. No es necesario. Prefiere acudir a un lenguaje agudo y poético, que consolide y a su vez sensibilice la experiencia del espectador, frente al fenómeno del exilio obligado y el desamparo.
Otra magnífica instalación es “La Boda Paralela.
Fotografías instaladas sobre la pared documentan el acontecimiento, y un ramo de rosas rojas irónicamente enjaulado, entre dos instantáneas de la pareja recién casada juega con las referencias de las falsedades.
Las rosas nunca crecen en cautiverio y marchitaran irremediablemente. Muchas mujeres se verán reconocidas en los compromisos rotos. Gertrudis ha vuelto a hacerlo. Esta vez, denuncia la brevedad de las uniones, la violencia contra la mujer, sus muertes, y sin embargo, no puede hacerlo si no con la delicadeza poética que se respira en el espacio.
El conjunto es estéticamente bello, coherente y armonioso. Algunos espectadores se sientan absortos en el momento de los votos. Otros con una intrigante contemplación intentan descifrar por qué hay un lazo de color negro.
Con la instalación “La medida de uno mismo”, el participante transita entre piedras, jaulas para palomas, velas de luz y muñecos hechos de tela que penden del techo. Los elementos utilizados representan nuestras mentes llenas de luces y sombras. Nuestras propias trampas psicológicas y las inseguridades condicionadas por el ambiguo cuestionamiento del propio yo. Son los patrones que marca “aquel”, los que muchísimas veces limitan la percepción que tenemos de nosotros mismos.
El “Yo” puede arrinconarse hasta esconderse y convertirse en nuestra mayor negación.
En el espacio, un pequeño ser ( Cuquita), apenas perceptible por el lugar que invade, representa a Gertrudis tirando de todos los hilos y conexiones con los miedos, las inseguridades y las apariencias sigilosas que se apropian de nuestras vidas cuando se pierde la verdadera identidad y la medida de uno mismo. (Las Cuquitas son figuras recortables que las niñas cubanas utilizaban en sus juegos, manipulando y reinventado su imagen exterior)
Gertrudis sentencia…”Siempre tienes que parecerte a alguien, responder al modelo que está de moda, un concepto errado sobre lo que es estar actualizado y ser funcional; de este modo, las fuentes verdaderas, por llamarlas de alguna manera, siempre quedan aparcadas”
Una última instalación titulada “Solo quería que me quisieran”, merece mencionarse en la presentación de la artista que me ocupa.
Es una instalación que no exige espacios transitables. Tampoco han sido utilizados elementos naturales como las plantas estepicursoras o las rosas, ni otros objetos materiales como en otras obras. Gertrudis la concibe y luego construye sobre la pared, porque cual libro autobiográfico tiene muchas páginas para leerse. Más de160 obras de diferentes formatos, pintadas con óleo o acuarela y carboncillo y brea sobre lienzo, han sido expuestos hasta hoy día, porque le seguirán otros.
“Solo quería que me quisieran”, es su diario personal. Narra el universo de la artista y sus memorias. Retratos de su mestizaje familiar, momentos históricos, ratos entre amigos, escenas de los años vividos y crecidos en Cuba y en España, su segundo país.
La obra de Gertrudis Rivalta rezuma talento y sinceridad.
Sería injusto concluir este trabajo sin reconocer una vez más, su ardua trayectoria y el magnífico desempeño en el campo del dibujo(es una excelente dibujante), la escultura, la pintura, la fotografía, el video y la performance. No es casual que estuviese incluida en la Exposición Itinerante “Creadoras del Siglo XX”, 2009, como la artista más joven entre otras mujeres artistas influyentes dentro de la historia del arte, como Frida Kahlo, Yoko Ono, Cándida Hofer entre otras.
Gertrudis es generosa e implica en sus proyectos la verdad, la investigación y la historia. Polemiza y provoca.
Insiste en sus planteamientos haciendo de su obra una continuidad seriada.
Ella insiste porque sabe que a través de su discurso narrativo, la más noble de las intenciones es la de hacer de este mundo globalizado un sitio noble, menos ignorante y más justo para todos.
Gertrudis Rivalta. Web
Directorio Artistas Afrocubanas
Almeris Herrera Martínez. Bio