FRANCISCA PALMA mirando a DANIELA CASTILLO
El azar, los tránsitos, la experiencia cotidiana y la inquietud. Estos son algunos de los planos que atraviesan esta entrevista y sus múltiples capas. El azar: un afecto compartido con el arte textil y el estallido social en Chile movilizaron la creación del repositorio virtual “Frente Textil”, una cuenta de Instagram que levanté para difundir y visibilizar las creaciones de artistas latinoamericanas que abordaran políticamente -en forma y/o fondo- sus imaginarios creativos. En pleno proceso de movilizaciones de 2019 en mi país, cada posteo explotaba como una bomba informativa que llegaba a más y más creadoras, invitándolas a mostrar su trabajo en este espacio, a recibir los comentarios de personas de otros puntos del planeta, a inspirar a sus compañeras. Una de estas artistas fue Daniela Castillo, cuyas piezas no dejaron indiferente a nadie, menos a mi.
El estallido social en Chile, país del que provenimos ambas, también fue un masivo detonante creativo, donde el textil tuvo un espacio preponderante y creciente, retomando la tradición de un abordaje político de la creación con esta materialidad: un dispositivo de denuncia ante las atrocidades que estábamos viviendo. La primera pieza que vi de Dani fue el retrato realista de una de las mujeres mutiladas de los ojos por parte de las fuerzas represivas; pieza que primero vi en una foto, y luego, a través de un vidrio en una galería cerrada en Buenos Aires. Simplemente, impresionante, a pesar de la distancia, sin poder tener frente a mi nariz la conjunción de hilos que conforman las obras de Dani, una experiencia que pude vivir en cuestión de meses cuando nos conocimos en persona.
El tránsito. Dani nació en la Región de Atacama, en el norte de Chile, luego de lo cual se movió a la capital, Santiago. Por diversas razones llegó a Buenos Aires, lugar donde está desarrollando su carrera con exposiciones, premios y residencias. “Creo que todxs somos una biografía, y es a partir de ella que surgen preguntas, experiencias, construcciones y carencias que nos llevan a reflexionar sobre la vida. Cada persona moldea su perspectiva, su presente y su manera de observar”, cuenta Dani.
“Igual que las experiencias, el territorio es parte de la identidad, por lo que de a poco le he ido dando mayor relevancia dentro de la experiencia visual. El territorio no solamente es un paisaje, sino más bien una dimensión compleja llena de texto y vida, así que con el tiempo he ido investigando más sobre él y he ido probando ideas. Incorporar piezas textiles en diversos espacios para que dialoguen o tensionen los lugares, ha sido todo un desafío. Sigo investigando posibilidades, incorporando diferentes materias a la intervención y descubriendo cada vez nuevas narrativas”, prosigue relevando que sus procesos creativos han estado atravesados por esta dimensión, por sus ancestras y también por la experiencia cotidiana.
La técnica y la experiencia cotidiana
Al principio, relata, “me enfoqué muchísimo en la técnica, en lograr dialogar amablemente con los hilos; quería dominar el material, pero he ido entendiendo que todo es diálogo y que debo ir conociendo su comportamiento para crear de mejor manera, es así que cada vez voy probando nuevos niveles de dificultad”.
Esta palabra es clave en la experiencia de presenciar las obras de Dani: cuesta creer que la conjunción de hilos lleve a formar las imágenes que ella nos propone. Y es que su técnica es francamente impresionante. ¿Cómo es que llegó a ella? Dani dice que fue un regalo atravesado, otra vez, por el azar.
En sus estudios de arte en Chile, Dani nunca se sintió totalmente cómoda con las técnicas conocidas, por lo que se refugió en el grabado, específicamente en el taller del artista y grabador chileno Jorge Lankin. En medio de ese proceso formativo, visitó al artista Miguel Ángel Caro quien “había encontrado unos marcos en la basura y se disponía a enmarcar varias obras suyas. Mientras hacía eso me regaló uno y yo comencé a tensar hilos, haciendo armonías, cruzándolos, jugando, hasta que en un punto Miguel me dice: ‘eso es una tela, bórdala’. Y ahí comencé a trabajar con aguja e hilo”.
De ese casual gesto surgió la técnica de Dani. “Por primera vez sentía que lograba conjugar todo lo que me gustaba, la línea, el color, el volumen y el detalle que me gusta tanto, además me permitía inventar todo, todo se conjugó”.
¿Qué tipo de gestos cotidianos o grandes procesos detonan en ti ideas a desarrollar desde el textil?
Al principio cualquier idea fue excusa para plasmar con hilos y desarrollar la técnica, pero muy pronto empecé a pensar en la idea de remendar, de reparar, empecé a encontrar a mis ancestras reparando la ropa, para darle más vida. Me pregunté: si yo tuviera que reparar algo, ¿qué sería? La injusticia, fue la respuesta.
Este ejercicio de mirar a mis ancestras, me invitó a pensar en los que no están, en los que exterminaron por codicia, en los que me faltan. Así que hice la primera serie de obras, que se llamó Calafate, donde investigué sobre el pueblo selknam.
Luego he seguido investigando sobre derechos humanos y vínculos afectivos. Entendernos como una red, cuidarnos y mantenernos juntxs, son los temas que me atraviesan. Por lo mismo, me sensibiliza mucho la contingencia, me indigna el abuso de los poderes hegemónicos y la desigualdad.
Hasta ahora has tenido experiencias expositivas en Santiago y Buenos Aires. ¿Cuán importante es para ti este tipo de apariciones públicas?
Para mí, el contacto con el público es esencial, pues la obra no se termina hasta que alguien la ve y la carga de sentido. La experiencia y el relato personal alimenta mucho mi investigación sobre los vínculos emotivos. Entendernos y escucharnos es uno de los materiales más preciados en mi trabajo. La realización de obra es un proceso lento y bastante solitario, es un acto de meditación activa en soledad que disfruto mucho, pero me aísla. Por lo mismo, para mí es fundamental exponer y conversar con la mayor cantidad de personas. Conocer gente es realmente un momento hermoso.
Esta entrevista es para una vitrina de arte de mujeres. Considerando diversas realidades territoriales y contextuales, ¿cómo diagnosticas el posicionamiento de las mujeres en los circuitos artísticos?
Creo que las mujeres tejemos red. Yo tengo mayormente contacto con colegas mujeres. En mi experiencia siempre trabajo con poderosas colegas a quienes admiro y respeto muchísimo. Creo que si bien el sistema en que nos toca vivir ha fomentado la competencia entre colegas y la invisibilización del trabajo femenino, hoy hay un trabajo hermoso de redes de mujeres. Mujeres mirando mujeres, Mil agujas por la dignidad y el Frente Textil, entre otros, nos conectan y nos juntan. Volvemos a unirnos para cuidarnos, respetarnos, admirarnos y querernos.
¿Qué estrategias aplicarías tú para visibilizar la creación de mujeres?
Lo que he ido aprendiendo de mis compañeras. Creo que lo mejor es crear y crecer juntxs. La creación de lugares comunes, de red, restaurar el tejido social es fundamental. Admirar sin miedo, confiar, unirnos y dar preferencia a compartir para dejar atrás la competencia que nos imponen. Creo firmemente que la forma de trabajar es mediante la creación de redes, y la estrategia, estar juntxs y cuidarnos a través de la admiración y el respeto. Buscar trabajar con personas con quienes nos sintamos segurxs y confiadxs. Además es muy importante saber valorar la diversidad de personalidades y creatividades.
¿Qué opinas de las nuevas tecnologías y cambios como la IA en la creación artística?
Tuve la oportunidad de trabajar con inteligencia artificial y realidad virtual y la verdad es que son mundos fascinantes, pero requieren de nuestro intelecto y talento para gestionar la tecnología como herramienta y no como arma. Es nuestra responsabilidad conocer la tecnología y saber que está al servicio de nuestras ideas y no al revés. En la historia, siempre la tecnología ha causado miedo y rechazo, por eso es sumamente importante conocerlas y ser responsables con su uso.
Francisca Palma. Web. Bio MMM.
Daniela Castillo. Web. Bio MMM.