domingo, diciembre 8, 2024

    Feminismo, aculturación y ecofeminismo. Elisa Ortega Montilla.

    EMMA TRINIDAD mirando a ELISA ORTEGA MONTILLA

    «Sentí que era importante que las mujeres aprendieran sobre el trabajo de las mujeres del pasado, identificarse con sus vidas y utilizar sus logros para ampliar los suyos. Personalmente, quería ver el trabajo y examinarlo en busca de pistas que pudieran ayudarme en mi propio arte», escribe Judy Chicago en Through the Flower en 1975. Desde hace un tiempo, aprender sobre nuestras antepasadas, como posibilidad de construir una genealogía de mujeres, viene ocupando mis investigaciones y trabajo. Una parte de todo ello está volcado en WomanArtHouse, un proyecto iniciado en 2017 junto a Sara Torres Sifón con la valiosa complicidad de Montaña Hurtado a la que se suman otras compañeras, artistas, críticas de arte e investigadoras, tomando en la actualidad un rumbo editorial más allá de la mera divulgación. Porque, como apuntaban Griselda Pollock y Rozsika Parker en 1981, no es suficiente ni debemos conformarnos con el mero rescate de nombres de artistas del pasado, sino que es conveniente desarticular la propia historia del arte para ampliar los contextos y ubicarnos, como mujeres, en aquel pasado histórico que nos ayude a construir un horizonte más equitativo y diverso.

    Es en este punto en el que la experiencia artística y sobre todo pedagógica de Judy Chicago y Miriam Schapiro desarrollada en 1971 a través del Feminist Art Program y materializada en la exposición Womanhouse (1972), nos descubre la posibilidad de encontrar un arte femenino. De existir un arte femenino, para Chicago y Schapiro, vendría definido por cuestiones inherentes a las mujeres tanto biológicas como culturales, que determinan modos de hacer (lenguajes creativos, técnicas, soportes o materiales) e imaginarios comunes. Así se defendía cómo las mujeres, habiendo quedado desplazadas del canon artístico, a lo largo de la historia habían construido sus propias prácticas artísticas y artesanales, en cualquier caso todas ellas creativas. El textil, la cerámica o la miniatura, y tantas otras actividades relegadas del gran arte, comenzaban a ser estudiadas y reivindicadas como parte de una historia aún no contada. El movimiento artístico feminista comenzaba a andar en base a estas preocupaciones de recuperación y visibilidad de las tradiciones de las mujeres e incorporando los nuevos lenguajes de la instalación, el vídeo, el arte de acción o el body art.

    This Is a Model_Elisa Ortega Montilla | Mujeres Mirando Mujeres | Emma Trinidad

    Elisa Ortega Montilla, This Is a Model, 2015. Serie La historia no contada. Pintura acrílica sobre papel.

    Regresar a la experiencia de las artistas vinculadas a la Womanhouse de 1972 es, desde hace medio siglo, conveniente para todas aquellas artistas, historiadoras, críticas e incluso pedagogas vinculadas, o simplemente interesadas, en el encuentro entre arte y feminismo. Es en este interés compartido donde Elisa Ortega Montilla (Córdoba, 1985) y yo nos encontramos por primera vez, bastantes meses antes de que la pandemia volviera a ubicar lo doméstico en el centro de nuestras vidas e ideas. En aquel momento Elisa Ortega era una artista española migrante en Santa Bárbara donde estaba finalizando un Máster en Bellas Artes en la Universidad de California. Mientras ella escribía su tesis centrada en las artistas, espacios y experiencias de los primeros años del movimiento artístico feminista, yo estaba en plena obsesión con Judy Chicago y la reconstrucción histórica de aquella Womanhouse, que 50 años más tarde aún no está insertada como un capítulo fundamental de la historia del arte contemporáneo.

    Milicianas_Elisa Ortega Montilla | Mujeres Mirando Mujeres | Emma Trinidad

    Elisa Ortega Montilla, Milicianas, 2015. Serie La historia no contada. Pintura acrílica sobre papel, collage con tela.

    Juarez_Elisa Ortega Montilla | Mujeres Mirando Mujeres | Emma Trinidad

    Elisa Ortega Montilla, Juárez, 2016. Serie La historia no contada. Pintura acrílica con collage de papel de periódico y bordado con hilo.

    Ferguson_Elisa Ortega Montilla | Mujeres Mirando Mujeres | Emma Trinidad

    Elisa Ortega Montilla, Ferguson, 2016. Serie La historia no contada. Pintura acrílica sobre lienzo con detalles de tela y bordados con hilo.

    He seguido y conocido desde la entusiasta mirada de Elisa Ortega su obra artística de los tres últimos años. En este transcurso del tiempo ha ido abandonando una pintura figurativa inicial en la que ponía énfasis en la representación de la historia de las mujeres, con un cierto sentido didáctico y sobre todo mucha sensibilidad feminista. En la serie La historia no contada (2017) recorre el legado de mujeres, activistas, famosas y anónimas. «Mujeres sin miedo», aclara la artista, que cambiaron la historia contemporánea. «Si hubieras sabido quiénes fueron Angela Davis, Berta Cáceres, Hedy Epstein, Wangari Maathai o Lita Cabellut, si hubieras estudiado en la escuela el movimiento sufragista, la organización Pantera Negra, el movimiento zapatista o el movimiento por los derechos civiles en EE.UU. y el papel que tuvieron las mujeres en ellos; ¿crees que hubieran cambiado tus aspiraciones y tus sueños?». Esta colección de acrílicos y grabados está trabajada con textiles, bordados, telas recicladas y maderas, materiales que se convertirán en el corpus de sus trabajos escultóricos inmediatos y que directamente conectan con las técnicas, artes y artesanías tradicionalmente realizadas por mujeres, indígenas y gente pobre. Actividades colectivas y anónimas, atravesadas por la clase y la raza, desatendidas por el canon de la historia del arte, la academia y los museos hasta que han comenzado a ser reivindicadas por el movimiento artístico feminista al que Elisa Ortega se vincula a partir de una obra tan política como íntima.

    Clips_Elisa Ortega Montilla | Mujeres Mirando Mujeres | Emma Trinidad

    Elisa Ortega Montilla, Clips, 2020. Madera MDF con pintura acrílica. Anatomías, 2020. Serie Objectifying. Madera contrachapada, acero y textiles reciclados.

    Thig Gap_Elisa Ortega Montilla | Mujeres Mirando Mujeres | Emma Trinidad

    Elisa Ortega Montilla, Thigh Gap, 2019; Gemelos, 2019; Asimetría, 2019; Plana, 2019; Punto G, 2019; Side Boob, 2020; Paquete, 2020 (de izquierda a derecha). Serie Objectifying. Diferentes tipos de maderas con textiles de ropa interior reciclada.

    This is not a vagina_Elisa Ortega Montilla | Mujeres Mirando Mujeres | Emma Trinidad

    Elisa Ortega Montilla, This Is Not a Vagina I-II, 2021. Madera de pino y ropa interior reciclada. Chocheras, 2021. Serie Objectifying. Acero con tela de encaje.

    De aquella primera obra conectada con el artivismo, su trabajo evoluciona hacia formas escultóricas abstractas donde lo político es ahora personal. «He pasado de mirar solo hacia afuera a mirar también hacia adentro». En el proyecto Objectifying (Cosificando, 2019-2022), su obra se vuelve mucho más experimental con el uso de materiales reciclados, textiles, fibras y maderas (especialmente la madera de pino sin tratar). Vuelca su interés hacia el legado de la artesanía, los procesos de elaboración de los materiales, sus cualidades formales y estéticas, desafiando los límites de la resistencia, la fragilidad, la permanencia y lo perdurable.

    El patio de mi casa_Elisa Ortega Montilla | Mujeres Mirando Mujeres | Emma Trinidad

    Elisa Ortega Montilla, El patio de mi casa, 2020. Acero, textiles y maderas recicladas.

    En este proceso de experimentación material interrumpe su propia experiencia como mujer migrante en Estados Unidos: «Intento fusionar el pasado y el presente, lo olvidado y lo redescubierto, España y USA, tradición y experimentación, lo hecho a mano y lo encontrado por casualidad. Cómo los textiles afectan a la madera en mis esculturas, o viceversa, simboliza estas transformaciones físicas y metafísicas, e interminables». En la instalación El patio de mi casa (2020), «exploraba mi identidad española a través de la creación de una instalación donde reproduje elementos, objetos y productos españoles que se habían convertido en elementos simbólicos para mantenerme conectada a mi experiencia bicultural como española viviendo en los Estados Unidos. Creando formas que reflejen los jamones y chorizos colgados en las casas y bares españoles, trayendo lo doméstico al espacio de galería, como elementos estéticos que definieron mi infancia y que han resistido al paso de los años… todo de una manera escultórica y fuera de contexto». Elisa Ortega se sitúa en un no lugar entre culturas, ciudades y tradiciones. Un no lugar que las mujeres conocemos bien. En este proceso de adaptación interviene el concepto de aculturación, es decir, la adaptación a los valores de la nueva cultura, Estados Unidos como lugar de adopción, mientras retiene elementos de la cultura española, el lugar de origen.

    «A lo largo de mi infancia, crecí viendo a mi madre y mi abuela coser, remendar, tejer y reparar ropa. Solía ​​sentarme alrededor de la enagüilla de la mesa redonda de mármol de mi abuela mirando los movimientos de sus manos mientras contaba historias de la guerra civil». Este aprendizaje familiar es de gran importancia para comprender su sensibilidad creativa. El trabajo textil, los bordados y los arreglos son conocimientos transmitidos de madres a hijas, de abuelas a nietas. Mujeres que se reúnen alrededor del brasero en invierno o en los portales de las casas en verano y trabajan juntas remendando o haciendo labores. Estas mujeres comparten y cuentan historias del pasado que escuchan las niñas mientras aprenden a usar las agujas y los hilos. Una transmisión de conocimiento ancestral gravemente amenazada con desaparecer en los tiempos de la globalización y el neocapitalismo.

    Asimetría_Elisa Ortega Montilla | Mujeres Mirando Mujeres | Emma Trinidad

    Elisa Ortega Montilla, Asimetría, 2019. Serie Objectifying. Madera contrachapada y textiles reciclados.

    Consciente del peso de este legado, su práctica escultórica y textil es un encuentro constante entre ese pasado narrado y vivido en la casa de su abuela y una práctica artística inscrita dentro de otra tradición que ya no es la familiar, sino la artística. Es aquí donde su obra conecta con el legado de las escultoras que trabajan en el contexto posterior a la Segunda Guerra Mundial como Lee Bontecou, ​​Louise Nevelson, Louise Bourgeois, Eva Hesse, Sheila Hicks o Ruth Asawa además del movimiento artístico feminista de los años 60 en adelante. Las artistas de este período regresan a las artesanías tradicionales domésticas con el empleo de materiales textiles y fibras. Para Elisa Ortega esta decisión parte de una doble posición personal y política, pues además de regresar a la casa familiar española es «una forma de rechazar la producción en masa capitalista globalizada». Su práctica se sitúa así en el activismo ecofeminista y el craftivismo, un movimiento en auge en el que el bordado se convierte en un medio de protesta política anticapitalista, ecologista y feminista. El compromiso personal por reducir el consumo, especialmente el de los materiales no biodegradables, se observa en su trabajo en la constante reutilización de lo que ya fue usado. «Crecer escuchando a mi abuela contar historias de la guerra civil española mientras remendaba y arreglaba ropa y objetos viejos, ha marcado la forma en que me relaciono con los materiales que empleo en mi práctica artística. Lo que para ella fue resultado de la austeridad económica del franquismo, años más tarde se ha convertido en una opción ética y artística en mi estudio».

    Tear me down_Elisa Ortega Montilla | Mujeres Mirando Mujeres | Emma Trinidad

    Elisa Ortega Montilla, Tear Me Down, 2018. Instalación hecha de tela de sábanas recicladas.

    El trabajo escultórico de Elisa Ortega parte del cúmulo de tradiciones y legados artísticos que transcurren entre esos dos contextos en los que se sitúa como artista, España y Estados Unidos. En su obra se concentran saberes ancestrales femeninos y prácticas escultóricas contemporáneas con su propia experiencia personal y su posición política: la experiencia de ser mujer (feminismo), la experiencia migratoria (aculturación) y el compromiso con la sostenibilidad ambiental en clara oposición al consumismo (ecofeminismo).

    Emma Trinidad. Web. Bio MMM.
    Elisa Ortega Montilla. Web. Bio MMM.

    Otras publicaciones de Emma Trinidad en MMM: Pola Maulén. Bell Fullana. Woman Art House. Miss Beige.

      Related Posts

      Todos los paisajes, Lila Jamieson | Mujeres Mirando Mujeres | Talía Barredo
      Lila Jamieson. La multiplicidad para construir paisajes
      Antropometrías, Sara Coleman | Mujeres Mirando Mujeres | Paula Cabaleiro
      Sara Coleman. (Ponerse) En la piel
      Sin título, Marie Poirier-Troyano | Mujeres Mirando Mujeres | Nerea Ubieto
      La obra de Marie Poirier-Troyano y su exposición Crisálida en el Museo de Genalguacil
      Alquimias, Silvia Viñao | Mujeres Mirando Mujeres | María José Cárceles
      Silvia Viñao. ALQUIMIAS

      Leave a Reply