El concreto y el evanescente en Mari Gemma de la Cruz
DIVANIZE CARBONIERI mirando a MARI GEMMA DE LA CRUZ
Mari Gemma De La Cruz es una de esas artistas completas, que combinan la experimentación estética con la reflexión filosófica y (bio)política. Sus ensayos fotográficos no son sólo imágenes de gran belleza. También expresan las cuestiones existenciales, sociales y ambientales de una conciencia implacable de la realidad cambiante y caótica de nuestro tiempo. En este escenario, donde todo se desvanece en el aire, ¿qué puede quedar como gesto, visualidad y pensamiento? Es precisamente en la frontera entre la materialización y la desaparición donde se forman los verdaderos manifiestos firmados por ella.
El tema de género es una de las preocupaciones más constantes de De La Cruz. Al mismo tiempo que se presentan cristalizaciones históricas en torno al cuerpo y comportamiento de la mujer, como en el ensayo “Peito de pedra”, también se maneja la disolución de los estereotipos femenino y masculino, propios de la revolución de las identidades de género que invade la contemporaneidad.
En la serie “Movimento”, los personajes de los grupos tradicionales de siriri y cururu son retratados de una manera que va más allá de la celebración de su vestimenta y caracterización. En estas manifestaciones indígenas y folclóricas de Mato Grosso, el ritmo se basa en roles muy disímiles para hombres y mujeres y la mirada de De La Cruz opera en la deconstrucción de esa diferencia bien marcada. Recortes y recombinaciones de fragmentos de imágenes producen íconos que subvierten la estabilidad del género, configurando un movimiento que, más que los giros de la danza, sugiere el tránsito de performances identitarios actuales.
Mismo en “Peito de pedra”, cuyo sustrato son esculturas de piedra de figuras femeninas, basadas en el ideal de la belleza clásica renacentista, la rigidez pétrea se rompe mediante el uso de reflejos en fragmentos de espejos. Una vez más, la paradoja entre solidificación y dilución aparece en la poética de De La Cruz, desdibujando los contornos que impone la estandarización de la belleza, especialmente en las formas femeninas, pero también en las obras de arte. Todavía en este proceso de desmoronamiento, los autorretratos y retratos de otras mujeres se disuelven mediante la técnica de la larga exposición, que permite que cuerpos de carne y hueso, cuya existencia es tan concreta como las estatuas, aparezcan también diáfanos e impermanentes, en consonancia con la fragmentación de las subjetividades que ocupan tales cuerpos. El seno de la mujer, muchas veces identificado por la cultura como uno de los asientos de la feminidad, aparece, a su vez, como un territorio en disputa, sujeto a cortes quirúrgicos o simbólicos que implosionan cualquier intento de fijeza. Lo femenino, como lo masculino, es lo que no se puede aprehender del todo, lo que escapa a cualquier definición precisa.
Los autorretratos son recurrentes en la expresión artística de De La Cruz, quien además de ser fotógrafa, se constituye, de esta manera, como performer de la imagen. La fotografía deja de ser un mero soporte para convertirse en experiencia. Esto implica que un cuerpo escénico y una subjetividad en proceso se despliegan ante el lente, otorgando significados existenciales a la simple fruición estética. El cuerpo de la performer, la mayoría de las veces, no aparece en estado bruto, sino que se materializa envuelto en tul, telas transparentes o materiales plásticos. Tal envolvimiento transforma el presente en ausente, lo concreto en evanescente, lo visible en oculto, lo corpóreo en fluido. La continuidad y la interrupción se alternan cuando uno ve o pierde de vista el cuerpo que se mueve debajo de estas capas.
En la serie “O casamento da Mãe d’água”, la tierra, el agua y el aire prestan sus características al cuerpo humano para disolverse una vez más, asumiendo formas que se asemejan a otras existencias. La coreografía que se realiza sobre la roca frente al mar es una puesta en escena de los vuelos y movimientos de las aves marinas. Pero la correspondencia entre los gestos sólo es posible gracias a la presencia del viento y el agua, que agitan y pegan la tela envolvente a la piel del performer. El pájaro, abriendo y cerrando sus alas, se adivina en esta combinación de elementos y maleabilidad. Los gestos de cualquier animal parecen estar debajo de la superficie de la experiencia humana y pueden salir a la luz en cualquier momento. A diferencia de una visión jerárquica, esta perspectiva ve a los seres humanos como parte de una red que conecta por igual a todas las especies. El todo está dentro del uno y el uno está dentro del todo. Por lo tanto, cualquier intento de destruir la naturaleza es, de hecho, autodestrucción.
La conciencia ambiental global se manifiesta aún más explícitamente en el ensayo “Bolha temporal”. Esta vez el cuerpo está cubierto por una extensión de plástico de burbujas, una metáfora de la vida compartimentada que se vive hoy. Las nuevas tecnologías, con sus algoritmos paralizantes, permiten a las personas vivir dentro de verdaderas burbujas sociales, compartiendo experiencias e impresiones solo con quienes tienen un perfil similar al suyo. Lo diferente, lo contrario, lo disidente es eliminado de las interacciones, lo que acaba por asfixiar cualquier existencia, condenada a encerrarse en sí misma. Además, el plástico es un material que representa, quizás como ningún otro, la destrucción de diferentes ambientes y biosistemas, pues tarda siglos en biodegradarse. En esta serie, el escenario vuelve a ser un escenario marítimo, y la espuma de las olas del mar se mezcla con el aspecto burbujeante de la envolvente. El burbujeo dinámico de la vida se coloca en contraste con las burbujas artificiales e inmutables del plástico. Así como la burbuja social sofoca al individuo, los desechos de los envases de plástico sofocan la vida en el mar, poniendo en peligro, por extensión, la vida en tierra.
De La Cruz no propone, por tanto, una experiencia estética fluida. El lirismo y la angustia son las dos caras de su quehacer artístico. La mirada del espectador queda fácilmente embelesada por la plasticidad bien trabajada de sus imágenes. Sin embargo, la razón y la emoción también se activan para la deconstrucción de perspectivas estandarizadas sobre identidades, existencias, cuerpos y escenarios. El desplazamiento de fronteras también aparece en su proceder como artista múltiple, que transita por distintos medios, como la performance, la fotografía, el montaje, el collage, la poesía y muchos otros, siempre que sea necesario para la ejecución de sus proyectos. Y es precisamente un recorte de esta multiplicidad creativa lo que es posible comprobar ahora en las obras aquí presentadas.
Divanize Carbonieri. Bio MMM.
Mari Gemma de la Cruz. Bio MMM. Web.