Mabel Poblet o el espejo del otro
CHRISLIE PÉREZ mirando a MABEL POBLET
Al igual que la imagen en el espejo es una proyección de uno mismo, los demás también pueden serlo.
Lacan
La obra de la artista cubana Mabel Poblet (La Habana, 1986) es realmente peculiar. Se caracteriza por la versatilidad de temáticas y soluciones visuales que incluyen diferentes soportes, materiales y lenguajes artísticos como instalación, video, fotografía, performance y la combinación de ellos. Su adicción al trabajo se debe quizás a su manera de ver el arte, pues lo entiende como catarsis, como experiencia sanadora y casi como meditación.
La obra de Mabel es visualmente hermosa, aun cuando sus temas no siempre lo sean. Pone especial cuidado en la forma en que esta se presenta, pues considera que la forma, condiciona la relación que establece la pieza con el espectador. Un espectador que deviene elemento clave no solo como destinatario final del proceso perceptivo sino como fuente de inspiración.
Es por eso que el “viaje” creativo de Mabel Poblet ha transitado entre una concepción eminentemente autorreferencial, cuya materia prima y método de trabajo ha sido la introspección y el conocimiento de sí misma, hasta una mirada al entorno -cubano y foráneo-, a sus procesos, historia, devenir. Mirarse al espejo, constituyo su punto de partida, lograr descifrar su identidad y su lugar en el mundo ha sido un proceso complejo =como para cualquiera de nosotros y muy ligado a la creación. Luego, Mabel comenzó a entenderse como ese espejo en el que otros pudieran mirarse. Es como una especie de médium entre las historias y vivencias de un individuo o grupo social, y la obra de arte. Sin embargo, estas interacciones con los demás, también forma parte del proceso de autoconocimiento.
¿Qué significa para ti la palabra arte?
Para mí arte el arte es sinónimo de vida. En primer lugar, porque representa la posibilidad de experimentar el universo con una visión diferente. Es una sensibilidad especial que conecta lo tangible y lo intangible. En mi caso, el proceso creativo ha ido de la mano de mi proceso de crecimiento personal y de autoconocimiento. El arte ha sido la vía, el catalizador y la catarsis de mis experiencias de vida. Es por eso que no puedo desligar al arte, al acto de crear de mi día a día, en fin, de mi vida.
Háblame un poco de los inicios de tu trabajo. ¿Qué temáticas te interesaban?
Durante mi etapa de estudiante y mis primeros años de labor profesional, mi trabajo hablaba sobre mí misma de una manera directa. Para esto, tomaba sucesos de mi vida cotidiana y los reinterpretaba a través de una obra de arte visual. Representaba mi lugar de origen, de hecho, la serie se llama así. Yo nací en Cienfuegos, una provincia en el centro de Cuba, pero desde muy joven vine a estudiar a La Habana, en la Academia de Bellas Artes San Alejandro. Esa experiencia de desarraigo, fue la que me llevo a esta serie quizás como una forma de canalizar el sentimiento y lidiar con lo que me sucedía, pero a la vez como una manera de perpetuar el recuerdo. Lugar de origen (2006) donde incluía mi casa, el espacio físico y además historias, anécdotas propias y de la familia, tanto de los que estaban como de los que no. La memoria familiar se convirtió en el eje de un proceso de autoconocimiento. Estas primeras obras vistas a la luz de hoy, fueron el punto de partida en un camino que se ha ido ensanchando. Creo que no era del todo consciente, pero en esos primeros momentos era muy importante para mí entender de dónde vengo y como eso podía incidir en mi presente.
Después de la Serie Lugar de Origen, tu obra comenzó a cambiar y a abrirse a temas que involucraban al otro. ¿Cómo fue este proceso?
Realmente Lugar de origen fue una serie muy importante como punto de partida para el trabajo posterior. Luego de entender quién soy y de dónde vengo, comencé a enfocarme en otras dinámicas humanas y en temas de carácter más universal. El hecho de ser seres sociales, y la forma en que nuestras vidas se interconectan con las de otros, llamó mi atención y comencé a cuestionarme con más detenimiento la incidencia que tenemos en las experiencias de los demás y como ellos inciden en las nuestras. De este enfoque surgieron dos obras que considero especiales, son Ana y Simplemente Bellas, ambas del año 2012. Lo que tienen en común es que las dos estas inspiradas en experiencias críticas de mujeres.
El caso de Ana, se trata una mujer que conocí en París y estaba enferma de leucemia, de hecho, falleció por la enfermedad casi un mes después de haber terminado mi obra. Lo que llamó mi atención fue que tenía muchas ganas de vivir, pero perdió la batalla. Su cuerpo no le respondió. Le dije que quería dedicarle una pieza y me envió su fotografía. La obra consiste en un retrato de ella conformado a partir de frascos de medicamentos, llenos de sangre artificial. A través de la metáfora del arte, pude darle otra oportunidad a esa persona, pude “regalarle” otra sangre y perpetuar su historia en una obra. Como artista, me entiendo como una especie de espejo en el cual se reflejan los demás y sus historias. Lo que hago es traducir el efecto que provoca en mi esa interacción. En este sentido puedo decir que la historia de esta mujer me conmovió mucho.
Simplemente bellas una obra en colaboración. Varios artistas en Cuba hicimos una gira por todo el país y visitamos diferentes prisiones tanto de mujeres como de hombres. Fue en una prisión de mujeres en Holguín, provincia del oriente de Cuba, donde encontré un grupo de mujeres que hacían flores plásticas con material reciclado. La concepción y elaboración de estos objetos respondía a una necesidad emancipadora y creativa. Esta experiencia me llevó a cuestionarme sobre la función del arte y de la belleza, sobre todo, en un contexto tan hostil como una cárcel. La pieza consiste en un retrato mío (o no) hecho con estas flores. Conocer sus historias de vida y ver cómo, a pesar de todo, eran capaces de construir algo bello con sus manos, fue muy impactante. Desde entonces, construyo mi trabajo a partir de estas interacciones con el otro que luego “traduzco” al arte. Es por eso que considero que mi obra es una especie de espejo.
Has utilizado historias de mujeres, tu propia imagen y tu cuerpo para construir tus obras. ¿Pudiera decirse que tu trabajo tiene un enfoque de género?
Realmente no creo que mi trabajo tenga un enfoque de género, al menos no conscientemente. Me interesan diferentes temas: la vida, la muerte, el amor, la alegría, la tristeza. Es cierto que utilizo muchas veces mi propia imagen en las piezas, y en los performances que he hecho, mi cuerpo ha estado presente y expuesto. Sin embargo, en ambos casos el cuerpo lo entiendo como soporte, es decir, no para hablar de mis experiencias personales, sino como mediador para hablar de experiencias comunes a los seres humanos. El hecho de que sea mi cuerpo, que sea un cuerpo femenino, por supuesto aporta sentido y ofrece otro tipo de lecturas. Obviamente estoy abierta a esas lecturas, pues al final hay tantos significados como espectadores logren interactuar con la obra y para mí una pieza no está completa sin el ojo que la mira y la mente que la asimila. Lo que quiero decir es que no es una intención a priori cuando proyecto el trabajo.
¿Entonces la inspiración para tus obras las tomas de la cotidianidad?
Pues sí, aunque parezca simple, sí. Hay quienes piensan que para hacer arte hay que estar constantemente en la búsqueda de cosas-acontecimientos extraordinarios. En mi caso, considero que la creación es justamente convertir lo cotidiano en extraordinario. Es por eso que mi principal fuente de inspiración procede de mi experiencia diaria, y no solo mía, sino de las personas allegadas, familiares, amigos y también aquellas con las cuales interactúo ya sea de forma puntual o continuada. En este sentido, mi trabajo se nutre mucho de la observación y del intercambio con los demás. Igualmente, encuentro ideas en la realidad social y política de cada contexto con el cual he tenido la oportunidad de relacionarme.
¿Cómo llegas a las series posteriores?
Luego de estas dos piezas Ana y Simplemente bellas el espectro comenzó a abrirse y surgieron otros temas. En la serie Patria, por ejemplo, me interesaba revisitar este concepto desde una forma historiográfica, pero también tratar de entender el significado que tiene a nivel personal y social. Así lo quise manifestar en la instalación Escala de Valores que pude exhibir en la 57 Bienal de Venecia de 2017. Se trata de recortes de noticias de diferentes periódicos cubanos. También revisito iconos que han estado asociados al poder, como por ejemplo el edificio del Capitolio de La Habana, que fue sede de la Asamblea Constituyente, antes de 1959 y hoy es la sede de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Aquí aparece también mi interés en el mar, en nuestra condición de isla y en problemáticas tan sensibles en Cuba, y en otros contextos también, como la emigración. La insularidad es un tema que ha sido muy abordado a lo largo de la Historia del Arte Cubano, pero en mi caso, la forma de acercarme a él también es resultado de mi interacción con las personas y sus historias. Una obra que me parece que resume mis ideas al respecto es Marea alta, una instalación inmersiva realizada con recortes de fotografías del mar que he tomado en diferentes momentos y lugares.
El fragmento es una presencia recurrente en tu trabajo. ¿Cómo lo asumes? También hay otros elementos con una fuerte carga simbólica.
El fragmento es un elemento trascendental en mi trabajo. Se mantiene como constante desde las obras iniciales. Utilizo el fragmento y la serialidad desde que estudiaba Bellas Artes porque soy graduada de la especialidad de grabado. Esta formación, el trabajo con las matrices la posibilidad de hacer un original múltiple, condicionaron mi trabajo. No me considero grabadora, pero el grabado y sus formas de producción han influido notablemente. El fragmento tiene que ver con mi forma de concebir a las personas y al mundo. El mundo es un todo y nosotros somos las partes, pero a la vez el organismo humano, o sea, cada uno de nosotros, está compuesto por partes. Es decir, cada sistema funciona como un conjunto debido a la sinergia de las partes. Así ocurre en mis obras. El fragmento es la expresión de la descomposición de una imagen, que deviene en algo abstracto, y a la vez ocurre el proceso inverso, la construcción de la imagen a través de los pedazos. Es un ciclo, pues la idea de lo cíclico también me ha seducido bastante. Esa referencia aparece en la serie Mi Otoño (2021), en la que aludo a las diferentes etapas del ser humano en su crecimiento espiritual y autoconocimiento. Se trata de procesos de muerte y renacimiento, como sucede en el otoño, cuando los árboles pierden las hojas para luego volver a florecer. No es gratuito entonces la elección de la forma de estos fragmentos es una reinterpretación de una pirámide. En la antigüedad, las pirámides asumieron este papel de “escalera al cielo” y se convirtieron en el lugar para la conexión trascendente con la divinidad y la eternidad. Se trata de una simbología que mezcla lo humano y lo divino refiriéndose a la expansión y crecimiento espiritual.
También pudiera mencionar por ejemplo la serie Diario de Viaje (2017), en la que expreso a lo equívoco que puede ser el proceso de recordar y a la extrañeza que provoca estar en contacto con nuevas imágenes en un entorno desconocido como ocurre cuando se viaja a otro lugar.
El fragmento es como algo inevitable; lo entiendo como capas que se van agregando y crean la pieza, esto sería una metáfora de nuestra experiencia vital y de nosotros mismos, que somos resultado de esas múltiples capas y de la interacción entre ellas.
Tu obra es multidisciplinar y abarca instalaciones, performance y arte público ¿cómo escoges en qué medio realizarás una obra?
Realmente depende de la idea para resolverla en un medio u otro. Es como si la obra me hablara. En las performances, la inspiración casi siempre procede dinámicas vinculadas al cuerpo, o sea, con ideas como la inercia, los límites del ser humano, por ejemplo. En las instalaciones las entiendo como la forma de expresión mas abarcadora y con la que más puedo experimentar porque me permite usar objetos, luz, sonido, fotografías, videos, en fin un abanico de posibilidades. Las que si considero mas desafiantes son las instalaciones in-situ, porque me obligan a salirme del molde, salirme de la tranquilidad y comodidad del estudio. Es adaptarse a un espacio determinado y crear algo que sabes que se va a convertir en un todo con ese espacio.
¿Si tuvieras que elegir tres artistas que consideras referentes cuales serian y por qué?
Hay muchos artistas que me gustan, pero creo que los que pudiera considerar como influencias son: Olafur Eliasson por la manera en que entiende los espacios; Julio Le Parc, por la significación que tiene el fragmento en su trabajo, como se relaciona la parte y el todo; y Marina Abramovic por la forma en que asume el cuerpo, como vía para establecer conexiones con los demás, pero, sobre todo, como herramienta política.
¿Es sencillo ser artista en Cuba? ¿Y ser mujer artista?
Creo que el hecho de ser artista en el mundo de hoy es ya, en sí mismo, un reto. Ser artista en Cuba pudiera decir que es a la vez sencillo y difícil. Difícil, sobre todo, en lo que se refiere a la producción de la obra como tal, porque a veces es complejo acceder a materiales específicos para resolver una idea y hay que buscar soluciones alternativas. Fácil porque Cuba es un contexto que induce a la creación. Al tener una dinámica diferente al resto del mundo, es una inagotable fuente de inspiración. También por la amplia tradición artística que existe en Cuba. Aquí han nacido excelentes creadores con relevancia mundial.
Ser mujer y artista en Cuba es toda una experiencia, un aprendizaje y un reto. En Cuba existen muchísimas artistas y muy buenas, que no siempre encuentran los espacios para lograr colocar su obra en el sistema de promoción. Otro asunto con el que debemos lidiar es con los estereotipos. Existe una idea preconcebida que asume que las obras hechas por mujeres deben ser delicadas, pequeñas, con materiales suaves y esto habla de un camino aun por recorrer. En mi caso, por ejemplo, produzco grandes instalaciones, incorporo diversos materiales, manejo diferentes herramientas y máquinas que no son consideradas como “de mujer”. Pero este es un fenómeno que, me parece, no solo ocurre en Cuba.