Carla Spinoza. Niña Roja: puerta entreabierta nombrando la ausencia
LINA Mª ARAMENDEZ GALLEGO
mirando a
CARLA SPINOZA
La presentación de Carla Spinoza gira alrededor de un diálogo a partir de su obra Niña Roja (2016). Quise incluir su voz en cursiva para conjugarla, más allá de un ir y venir de preguntas y respuestas, con las miradas que juntas hacemos de su obra y de cómo esta interpela nuestras maneras de habitar el mundo como mujeres para hacer presente y dejar ver realidades cotidianas y dolorosas como la desaparición de cientos de niñas bolivianas, raptadas para comercializar y explotar sexualmente sus cuerpos.
Las calles de las capitales latinoamericanas están abarrotadas de carteles con fotografías de mujeres jóvenes y niñas desaparecidas. Los carteles se desvencijan, se deshacen por el sol y el agua y estas mujeres no aparecen. ¿Quién las rapta, quién las vende, quién las compra, quién les permite traspasar las fronteras, quién no legisla, quién evita juzgar a los reconocidos implicados, quién las somete, quién las desea, quién paga, quién calla, ¿quién las olvida? ¿Quién? Este universo de interrogantes llevó a la artista boliviana Carla Spinoza a la realización de una investigación-obra denominada Niña Roja.
Los anteriores interrogantes son el punto de partida de Niña Roja y plantean la disconformidad de Carla frente a la naturalidad con la que la sociedad asume la desaparición de cientos de niñas. Este proceso creativo inició con una molestia al salir a las calles y ver todo el tiempo estos carteles, desde ahí quise descubrir qué era lo que sucedía porque no entendía cómo desparecían, quién se las llevaba…no podía imaginar absolutamente nada y me empecé a preguntar qué había detrás de cada imagen y empecé a investigar.
Aquellos carteles puestos por las autoridades con información de nombres, vestimenta y características físicas de las mujeres jóvenes y niñas desaparecidas están ahí, fijas a una pared y a la indiferencia de los ciudadanos, ocultando todo un entramado estatal, institucional y familiar de violencia ejercida contra los cuerpos de mujeres que se desechan para explotarse sexualmente y ser vendidos por estructuras mafiosas allende las fronteras. Cuerpos raptados en la calle, en la casa o en inmediaciones de las escuelas. Cuerpos que no vuelven, que se olvidan y se convierten en cifras para informes institucionales o en historias de la crónica roja de los medios de comunicación.
Frente a esta inmersión de los cuerpos de las mujeres en lógicas de espectacularización, Niña Roja los nombra, los trae a un presente con dos performances, fotografía, poesía, instalaciones y un libro-obra
Carla Spinoza pone en escena cuerpos, gritos, palabras e iluminación subexpuesta para dejar ver la ausencia de vidas y cuerpos. La artista lleva y sigue llevando a cuestas una pregunta, ¿cómo traigo este cuerpo que ya no está presente a este aquí, ¿cómo lo hago presente para que no desaparezca? La ausencia de cientos de niñas desaparecidas se presentiza en otros cuerpos (incluido el de la artista). Unas gritan sus nombres frente a la Inspección de Policía, otras gritan, susurran a tientas, a oscuras porque han conocido el rapto.
Voces al unísono advierten: “ya no eres cuerpo, eres carne y en la memoria el amor lejos, tan lejos ¡no!, no hay amor. Casa de muñecas rotas, casa de muñecas rotas, gritos en tu tierra, la que nadie escucha, la que nadie ve, aquella que solo existe puertas adentro en lo roto del silencio. Carne, carne, carne. Aaaa…” (Performance N.2 “Ya no tienes cuerpo” – texto de la poeta Inés Púrpura, realizado para Niña Roja).
No solo de silencio y grito está compuesta Niña Roja, también hay luz difuminada y oscuridad conjugadas en un claroscuro, habitando el espacio, dándole a la ausencia y al rapto de las niñas su halo de tenebrismo, de innombrable. Niña Roja interroga, señala, no es una denuncia, es búsqueda… ¿de cuerpos? ¡No! de sentido frente al terror indecible del rapto y la venta de cuerpos.
Niña Roja es ir detrás de la huella, de lo que había quedado, de los resquicios, de los papeles en la calle. También es traer esas presencias para dialogar con los que estamos aquí, cómplices porque al fin y al cabo todos somos cómplices de esas desapariciones. Traer de nuevo esa presencia para responsabilizarnos todos.
Claroscuro, sombras, siluetazos, vacío, ausencia y presencia. Fotografías con marcos ambiguos, no establecidos. Espacio y cuerpos fantasmagóricos constituyen todo un andamiaje de formatos y voces para decir, gritar e iluminar, y sobre todo, para tejer reflexiones sobre el arte, la desaparición de niñas, la indolencia y el duelo. Niña Roja encarna la incertidumbre de Carla Spinoza por saber cómo explorar desde el arte y desde su cuerpo de mujer, la ausencia de las vidas, que desde la lógica necropolítica dejan de interesar para dejar morir.
Niña Roja da cuerpo a lo ausente, a la angustia de los que buscan y denuncian y al grito de las niñas arrebatadas al rapto para dejar ver una realidad que a diario es distorsionada y banalizada. Como obra, también Niña Roja se ha vuelto un personaje de mi vida e historia, ahora ya sé que hay detrás de esa oscuridad. Para mí, la Niña Roja ha sido una obra completa y es parte de un momento de realización como artista porque es la búsqueda y posibilidad de ir tras la huella. He podido dialogar con Niña Roja como personaje y desplegar muchos lenguajes, ir al libro, a la performance, a la fotografía, al objeto y a todo lo que me exigía el mismo tema, el mismo personaje.
Esta obra es parte de mi memoria y sentimientos, ha cambiado mi percepción sobre la vida y el mundo. Después de esta obra, no volveré a ser la misma persona.
La investigación en su devenir en obra profundiza en el cuerpo de Carla, le permite dolerse, sentir ausencias en su propio cuerpo y territorio y poner en escena aquella frontera vida-muerte.
Niña Roja irrumpe en la normalidad a la que ha sido sometida la desaparición forzada y la mercantilización de las vidas de muchas niñas. Niña Roja impulsa a Carla a mantener la mirada, a no voltear hacia otro lado, mientras que a diario raptan niñas, las venden y no pasa nada, al tiempo que interpela al espectador para que intente no desviar su mirada ante la desaparición forzada de niñas auspiciada por el poder político que la ampara y promueve.
Al entrar en contacto con Niña Roja, el espanto del rapto y la desaparición de cuerpos corta el aliento, las páginas del cuaderno infantil contenido en el libro objeto abre la usencia para dejar la sensación de una inocencia arrebata y de cuerpos desechos al tiempo que las fotografías y la instalación conducen la mirada y gran parte del cuerpo de quien las ve hacia las puertas que quiso entreabrir Carla con un rayo de luz que nombra y no olvida, precisamente ahí se encuentra el sentido del arte y el poder irruptor de Niña Roja
Niña Roja es el arte recordándonos su vitalidad para encarar el terror y la muerte impuesta, es la resignificación creativa del dolor y la ausencia. Es la perturbación de la normalidad con la que asumimos la desaparición forzada de niñas. Es el develamiento de la inocencia perdida, al tiempo, que es un reagrupamiento de fragmentos de cuerpos, voces, imágenes e historias que construyen un nuevo cuerpo, una nueva mirada, un soplo.
Imagen destacada: Ilustración de ©wawalspencer – invitación de la muestra Niña Roja