Alicia Herrero, la artista que desbarata la trama conceptual del sistema
MICAELA FERNÁNDEZ DARRIBA mirando a ALICIA HERRERO
Alicia Herrero es sin duda una de las artistas más representativas de la escena contemporánea del arte argentino. Nació en 1958 en Quilmes, en el sur de la provincia de Buenos Aires. Inició sus estudios en la escuela de Bellas Artes de La Plata, pero la dictadura militar clausuró la institución por considerarla un espacio de agitación política. Alicia afirma en una entrevista que francamente lo era, ya que, en aquellos años, el pensamiento crítico y la experimentación artística de vanguardia se encontraba en las universidades y escuelas de arte de todo el país. La universidad de La Plata permaneció cerrada durante diez años, de modo que Herrero retomó su formación en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, actual Universidad Nacional de Artes (UNA), de la capital argentina.
En los años 80, durante la transición democrática, Alicia Herrero se inclina hacia técnicas y disciplinas como el dibujo, el grabado, las serigrafías y la pintura. Los temas de sus obras son los cuerpos: cuerpos fantasmagóricos, representaciones de cuerpos femeninos fragmentados. Se trata de una obra vinculada a la reflexión del período político anterior, años de violencia política y represión.
Hacia finales de la dictadura comenzaron a abrirse los espacios de exhibición, formación y experimentación artística y con ello se posibilitaron los intercambios entre artistas, tras tanto tiempo de no producirse. Es entonces cuando su trabajo se diversifica y aborda nuevas temáticas en las que combina diferentes disciplinas. En el año 1994 es seleccionada para participar como integrante de la representación argentina en la Bienal de La Habana. La comisaria del envío argentino a la Bienal de la Habana, Andrea Giunta, expresará respecto de su obra:
«Alicia Herrero recurre a diversas maneras plástico simbólico de poner en escena estructuras heredadas para implementar estrategias que las filtren y las desestructuren. Su lectura de un universo prefijado se impone desde un lugar individual: ser nieta de un español de Salamanca, herrero forjador de herraduras, artesano. Esta condición queda fijada —en las obras que realiza en 1991— en la imagen de un caballo corriendo, horadada en una chapa, impresa en el soporte de la tela. Imagen repetida, serializada, sumergida en un ritmo pautado, controlado y controlable. Un elemento simbólico sometido a un orden que le permite la manipulación. Desde su estirpe personal es también posible leer la estirpe colectiva y heteróclita —generada con el auge inmigratorio que enriqueció nuestra modernidad—, de tantas otras mujeres y hombres descendientes también de españoles, de italianos, de judíos… Alicia Herrero (en su nombre repercute su legado) sintetiza en el caballo una herencia y un orden, referencia masculina que va a definir un polo en el territorio de sus diagramas, en torno al cual acciona un discurso desestructurante y cuestionador que trabaja desde la partición y ocupación simbólico-significativa del campo visual».
Es precisamente en la década del 90, que Alicia Herrero comienza a plasmar en sus obras contundentes metáforas ligadas al cuerpo, a los cuerpos, a los objetos y a su relación intrínseca con los engranajes del sistema.
De allí que su propia subjetividad, o su análisis introspectivo acerca de las condiciones materiales de existencia, la lleven a articular una mirada sobre las mujeres y su relación con un orden social colectivo.
Por ello, la problemática de la maternidad, del espacio doméstico, de las desigualdades de género, son temas que atravesarán todo su trabajo creativo.
En una de sus obras titulada «1492», contenedora de un enorme valor simbólico, aparece el cuerpo femenino como metáfora de otras metáforas acerca de la construcción de lo femenino en el mundo. No obstante, no solo aborda el cuerpo femenino, sino que, al mismo tiempo, configura un cuerpo colectivo representado en la Conquista de América. La artista identifica ese cuerpo social y colectivo expoliado, explotado, violentado y abusado como una gran metáfora ordenadora de la colonización y la cultura patriarcal.
Alicia Herrero utilizará todos los recursos de las artes visuales: pintura, escultura, grabado, instalación, performance, vídeo, manifiestos y objetos intervenidos. En cuanto a los objetos, muchos de ellos son reelaborados a partir de otra funcionalidad distinta a la intención con la que fueron creados, recuperando el dispositivo duchampiano de los ready made.
En «Para un juego más limpio», una serie de obras realizadas en los 90, expondrá el objeto repasador (bayeta), un objeto de limpieza que instala metáforas acerca del trabajo doméstico y las tareas reproductivas. En este mismo sentido, realizará la obra «Repasando en cinco momentos», en la que retomará el objeto de limpieza para hacer una puesta en valor del trabajo invisibilizado y no remunerado de las mujeres. Estas obras responden a lecturas y conceptualizaciones en torno a definiciones y puntualizaciones de la denominada «economía feminista».
La década del 90 y su característica cultural introspectiva dio lugar a exposiciones colectivas en donde se reivindicaba el lugar de las mujeres artistas. «Violaciones Domésticas» fue una exposición realizada en el año 1994 por una reconocida galería de la ciudad de Buenos Aires, de la que participaban la propia Alicia Herrero, Ana López y Cristina Schiavi. La exposición llegó hasta Asunción, Paraguay, donde fue presentada por activistas feministas.
En la muestra colectiva «Tácticas luminosas» (2019) de la que participaron Elba Bairon, Graciela Hasper, Magdalena Jitrik, Fernanda Laguna, Ana López, Ariadna Pastorini, Cristina Schiavi y Alicia Herrero, y que es una recuperación y puesta en valor de obras que las artistas realizaron en los años 90, se pone nuevamente de relieve la producción y reflexión en torno a las problemáticas vinculadas con las inequidades de género y la opresión patriarcal. Allí, Alicia Herrero retoma parte de su obra vinculada a los roles de género y al trabajo invisibilizado de las mujeres en el marco de los procesos económicos del capitalismo tardío.
Los procesos de globalización y las sucesivas crisis del capitalismo a principios del siglo XXI, vuelven a poner en tensión conceptos ya abordados por la artista. La situación política y económica de la Argentina le permite revisar el comportamiento del sistema del arte en su propio país y vincularlo con la esfera internacional. De allí surgen sus trabajos en los que el arte, la economía, la política, el mercado, están inexorablemente unidos.
La idea del valor económico, del valor de los objetos dentro del sistema, será una de sus preocupaciones fundamentales. Sus proyectos hacen hincapié en la reflexión sobre las «políticas culturales», como forma de entender el orden del sistema y su relación con el campo del arte. En estas obras, producidas al calor de las diferentes crisis y de la exclusión social, la artista despliega su crítica.
En este sentido, sus trabajos presentan itinerarios de lecturas y potentes representaciones simbólicas entre los que pueden mencionarse: The Paradigm Confines Tour (2007), en que la artista dicta un simposio de tres horas en un barco que recorre el canal de Beagle realizando la misma travesía que Charles Darwin.
Otras obras como «Subastas, Mercado & Dinero» (Auctions, Market & Money) (2008), «Secretaría de Cultura Paralela y Emancipada» (2009), o «Consideraciones sobre lo Público, un Simposio en Tres Actos» (2016), recurren a la estrategia discursiva de desmontar críticamente la economía, la política y la construcción del arte dentro del sistema y su forma de distribución y circulación desigual de bienes materiales y simbólicos.
En «Ensayo sobre un tribunal. Al poder de la Economía Política» (2019) presentado en el Museo de la Memoria, la artista reflexiona a partir de dibujos, gráficos estadísticos, instalaciones, vídeo-performances etc., sobre las formas de reproducción cultural en el sistema capitalista. En esta obra-manifiesto, Herrero pone el foco en temáticas como la explotación, la precarización laboral, la gentrificación, el extractivismo, la violencia política y machista.
«La economía es un fenómeno cultural. Una forma de producir sujetos humanos y jerarquías sociales. La acusación alega que sin la producción de una uniformidad cultural el éxito de la trama conceptual del capitalismo neoliberal sería imposible».
Cabe mencionar que Alicia Herrero, además de haber participado en diferentes bienales de arte y de haber obtenido importantes distinciones en el ámbito internacional, ha compatibilizado su labor artística con las tareas de gestión cultural, comisariado independiente y trabajo pedagógico. El LiPac (Laboratorio de Investigación en Prácticas Artísticas Contemporáneas, 2007-2013), un espacio creado en el Centro Cultural Rojas de la Universidad de Buenos Aires es un ejemplo de ello. El LiPac, dirigido por Alicia Herrero, fue una plataforma de investigación, en la que la reflexión, la formación y la experimentación del arte dio lugar a la creación crítica. LiPac tiene como antecedente otro proyecto similar, también creado por Alicia Herrero, de talleres y encuentros abiertos con artistas e investigadores e investigadoras llamado EPA!! (Experiencia Procesos Abiertos, 2003-2006).
En 2021, Alicia Herrero fue distinguida con el Premio Nacional a la trayectoria (2020/2021) otorgado por el Museo Nacional de Bellas Artes.
El recorrido de sus trabajos da cuenta de un incesante empeño por reflexionar en torno a lo subjetivo, a lo colectivo y a las formas en las que el arte es crítico del propio arte y del sistema en el que se origina.
Micaela Fernández Darriba. Bio MMM.
Alicia Herrero. Bio MMM.
Otras publicaciones de Micaela Fernández Darriba en MMM: Diana Dowek