Gabriela Aberastury. Puertas a lo incognoscible desde el arte.
ALICIA ELIZABETH DALTERIO mirando a GABRIELA ABERASTURY
Gabriela Aberastury abre su propio camino de resiliencia y autodescubrimiento hacia la libertad.
La artista argentina -descendiente de rusos de Odessa y de vascos franceses- incuba semillas de creatividad desde su crianza en Nueva York, con estímulos formativos en danzas, piano y artes. Las multiplica al regresar a Argentina, desde niña junto a Juan Battle Planas, al maestro de color Leopoldo Torres Agüero y a reconocidos maestros de la Escuela de Bellas Artes.
Su visión del campo de las artes parece provenir de alturas inefables. De la mirada del águila con la que soñara a menudo, siendo una criatura, tras sobrevivir a un accidente con la electricidad.
La tensión fue exigua frente a la potencia magnificente con la que planea su alma de artista. Una sinfonía creativa por sobre toda vicisitud y ese temor nebuloso en conversaciones del ambiente neoyorquino, que afloraba en pesadillas infantiles donde los alemanes persiguen a su madre, de origen judío.
Desde esa elevación, siembra la conciencia en un campo unificado donde expresar la belleza inmanente de la creación que, como educadora, también acompaña a descubrir en sus alumnos. Función plural que infunde por doquier, surcando – con su particular mística – los portales que abre el arte contemporáneo a ilimitados medios y técnicas.
“I paint my feelings” decía a sus cinco años, consciente de plasmar emociones. Sus padres reconocen temprano sus habilidades. La apoyan comprando materiales, llevándola a conciertos, museos y talleres. Dialoga más sobre arte con su madre, la chilena Fedora Yankelevich Aberastury, pianista formada en la Piano School of New York, creadora del “Sistema consiente para la técnica del movimiento”.
A sus doce años vuelve con sus padres a Argentina. La repliega ser observada desde la otredad, por no hablar en castellano, vestir T-shirts o usar pantalones. Motivo suficiente para prohibirle la entrada al cine con su padre, el diplomático Marcelo Aberastury.
Antes de los trece, hace su primera muestra de pintura como artista emergente en la Librería y Galería Galatea. Ícono bohemio dirigido por los franceses Félix Gattegno y Pierre Goldschmidt que insuflaban sus círculos surrealistas a Viamonte y Florida, “la zona” de la capital porteña para escritores y artistas.
A los dieciséis, halla la salvación al ingresar a la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano y continuar el ciclo profesional en la Prilidiano Pueyrredón (Actual Universidad Nacional de las Artes –Bs.As.)
Grandes personalidades de la época son sus maestros: Ideal Sánchez en dibujo, Eugenio Daneri en trabajos con espátula. Jorge Abel Krasnopolsky – docente en el campo de color- sienta una base para el aprendizaje permanente con la frase: “Hasta de la mala obra se aprende”.
Con diecisiete años, exhibe en otra cita ineludible de intelectuales en calle Florida, la hoy centenaria Galería Van Riel y sus imponentes salas para artistas posicionados.
Becada por la Deutsche Akademische Austauschdienst (D.A.A.D) en Alemania, Kassel, aprehende la mirada de su maestro de pintura Fritz Winter.
Él valora su obra e identifica algo gráfico en ella, sumado a un gran rigor. Le sugiere hacer grabado por su complejidad técnica, ya que esos pasos la regresarían a una imagen propia.
Comienza grabado en 1968. Ingresa al taller de aguafuerte de Heinz Nickel.
Deja de pintar entonces, en dos períodos críticos que fraguan su resiliencia y son un puente al dibujo:
– Durante cambios típicos de la adolescencia hacia los veinticuatro años, cuando es becada en Alemania para estudiar en la D.A.A.D. (Donde regresa recurrentemente como docente de grabado tradicional. Luego, detrás de su primer gran amor y para trabajar para el Consulado de Argentina en Múnich donde la contratan para armar una biblioteca. Más termina siendo explotada, por lo cual, al mes retorna sola a Argentina, a sí misma y a las artes).
– Tras el suicidio de su padre en 1975. Decide mudarse a su departamento y realiza dos autorretratos, reflejada -del lado de la vida- en las ventanas desde donde él saltara al vacío. La tercera obra, sería un dibujo abstracto.
Nuevamente becada en Alemania en 1986, por causalidad, encuentra cerrado el taller de aguafuerte. Pero la puerta de al lado estaba abierta, a un mundo mágico y sensorial. El de la litografía, que investigaría con Michael Huth, trabajando de sol a sol entre susurros del desgaste de esa piedra con memoria ancestral y el emerger de registros espectrales, palimpsesto de diseños anteriores.
Posteriormente retoma el óleo, pintando desde la litografía como imagen central.
Su persistencia, aflora también en la compra de la imprenta. La primera era de su maestro, Ideal Sánchez. Había que colgarse para girarla, recuerda. Antes de regresar a Alemania en 1986, ve en la Artística Leidi la que permanece poderosa y activa en su taller. Era de una artista que la compró en USA. Valía mucho por su gran sistema de reducción. Desde Alemania, llamaba para saber si la habían vendido. De regreso, la compra. Apasionada por la litografía, vuelve a mostrar su tesón al conseguir la prensa litográfica. Así, con Lucrecia Orloff, quien aporta 300 piedras litográficas, fundan el Taller litográfico AXA.
Trabaja como ilustradora. A la par, difunde música y organiza conciertos desde un programa de radio clásica que crea y dirige durante dos décadas junto a leyendas de la radiofonía y en una revista ad-hoc, por la cual también es premiada.
Sin apego a tantos premios ni al mercado del arte, libre, atraviesa con espíritu pujante una época donde la temática de género era afectada en general; allende los ámbitos que frecuentaba.
Quedan en su recuerdo galeristas a los que poner un límite, la gran intérprete que no pasa una final por negarse a tener sexo con alguien del jurado, la galerista de Alemania interesada por su obra que pregunta cuántos años tenía la artista ( sesenta en ese momento, le pareció mayor).
Miradas erróneas que, por la sabiduría de vivir, serenamente nota que van quedando atrás con el abordaje actual, introductor de cambios urgentes, incluso sobre que a partir de determinada edad no existas. Algo que acontece también en mujeres con trayectoria que desaparecen del medio.
Ciudadana del mundo, poliglota, posee una natural musicalidad idiomática y cultural que la hace nativa de una diversidad técnica, perceptiva y productora, absoluta.
Ha organizado muestras de artistas en Düsseldorf, Múnich, Kassel y convocatorias de Alemania. Exhibió en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica, continentes donde coleccionan su obra.
En España, expuso en Centro Cultural Caja de Granada, en el Monasterio Santa Inés de Sevilla y en Toledo; junto a la Sociedad de Amigos de la Sierra de San Vicente (SASSV), con auspicio del Ministerio de Cultura de España, del Centro Cultural de España en Buenos Aires y la Sociedad central de Arquitectos (SCA).
Gabriela hizo de todo. Ha guiado obreros para reconstruir la casa que comprara para ella y su mamá, para dar amplitud espacial a Fedora en sus clases y darse su propio taller de grabado, como debía ser, en el piso más alto de su hogar.
Tuvo hijos de crianza por parte de su marido. Cuidó a la familia y a sus padres con dedicación. Cuando – coincidente con la muerte de su madre- se separa de su primer marido de común acuerdo, se dijo: “Ahora soy yo”
Con su ex esposo, Wolfgang Luh, comparten largas charlas telefónicas en alemán y estimulantes proyectos internacionales de arte, tal la muestra que de Abril 2023, juntos por primera vez en 30 años de amistad, en el Museo Dámaso Arce de Olavarría, en Buenos Aires.
Quizá, sea a consecuencia de haber amado tanto que se concibe plena y jamás se siente sola. Algo de ese amor superlativo omnipresente, se suma a la cohesión de sus obras, a su pasión por los gatos y en la percepción de que en el Universo, hay algo más.
“No estamos solos” es la vivencia que investiga en su serie homónima.
Su compromiso con la educación, la cultura y las artes es tan grande como el corazón de esta maestra de las artes visuales y el color, que ha enriquecido la bibliofilia, insuflando de amor a ediciones de grandes autores para la Sociedad Argentina de Bibliófilos y coleccionistas privados.
En estas producciones, donde la poética de su expresión se une a la literatura y la mujer; ha ilustrado la poesía erótica de Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou y Alfonsina Storni.
Trabajando con Gotcha Gaios, ilustra a Margeritte Duras y a Virginia Woolf, a Jacobo Fijman, a Pablo Neruda y otros autores. Ilustraciones complejas a lápiz, a lápiz color, acuarela, óleo, acrílico, tinta, aguafuerte y gofrado, hacen de cada libro una refinada pieza de arte exquisita. Revalorizando libros y autores, ilustra a Asturias, Bradbury, Breton, Borges, Girondo, Lugones, Molinari, Neruda, Silber, Semán, Sietecase…En el caso de El Aleph de Jorge Luis Borges, la convoca Cesar Palui. Cada texto que recibía, la transforma mientras decanta la imagen a ilustrar.
De los veinticinco ejemplares a los que dedicó tres años en ilustrar para coleccionistas, tres forman parte de la Fundación Jorge Luis Borges, la Bridwell Library de Dallas y la Morgan Library de Nueva York.
16 Poemas de André Bretón, edición homenaje al cincuentenario del Manifiesto Surrealista de Bretón con poemas e ilustraciones – creadas en el taller de Gabriela mayormente en papel Fabriano- certifica la investigación de su trabajo. Elige por sobre la letra impresa, la escritura manuscrita,-fundamental para el surrealismo. Practica por meses llevar su zurdera a escribir al revés con el punzón sobre la plancha de zinc, a fin de obtener una impresión legible, post entintado y prensa.
Uno de los 32 ejemplares (que incluyen un manuscrito de Elisa Bretón sobre la atinada unión de grabados y poemas), lo entrega Gabriela a Elisa en París, en su segundo encuentro. Posterior al que habían tenido en Buenos Aires, luego de fallecer André, cuando Gabriela va a esperarla al puerto.
Por ser coterráneos chilenos Elisa conocía a su madre y a sus maestros de Piano de NY, Claudio Arrau y Rafael de Silva. Luego, Elisa Bretón, llevaría este volumen a una muestra dedicada a André en el Centre Georges Pompidou.
Exigente en el estudio y el hacer, su labor ha pasado por la Dirección del taller litográfico AXA, la Dirección artística de Radio Clásica de la Ciudad de Buenos Aires, por sus cuarenta años de docencia, en el Taller Gabriela Aberastury, actual Espacio Camargo para la investigación en artes visuales y grabado coordinado por María Colombo – una hija para ella- y su heredera.
Gabriela afirma que ser artista es ser un transmisor, que educar es dar tiempo y que saber qué hacer con el tiempo es un privilegio. Su obra lo declara: El tiempo gira alrededor del Alma… Verdad que no guarda para sí, la centrifuga al máximo, sin detenerse, como si viviera varias vidas en una.
En la prolijidad de sus obras enigmáticas, aflora su vivencia de que en creatividad no hay líneas rectas, aunque se domine una técnica. Sea producción gráfica, pictórica, dibujo, collage u objeto; ella logra que el espectador se detenga, se emocione, vislumbre la capacidad de maravillarse que tiene frente a la existencia, a la naturaleza y el cosmos.
Cuando pinta al óleo, la característica matérica la sumerge en un espacio contemplativo a cámara lenta, hacia el pasado… El acrílico es acción espontánea, lúdica, en el ahora. La monocopia color le brinda libertad.
Así como experimenta la plenitud desde la intimidad de su taller sin amiguismos ni hacer relaciones públicas, la sorprenden reconocimientos, oportunidades asombrosas como su modo de ver la vida.
Luego de co-dirigir junto al editor Ezequiel Díaz Ortiz, el libro de su amiga y colega, Norma Bessouet (Buenos Aires, 1940-2018), este año – celebrando los 80 años de Aberastury- publica su propio libro.
Un compendio de períodos y producciones en 350 páginas con tapa dura, papel italiano e ilustración, prologado por Julio Sánchez Gil de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, por el artista visual Mariano Cornejo, por el artista visual y crítico musical Sebastián Spreng y por el escritor, poeta y crítico de arte Carlos Barbarito, quien profundiza los encuentro de Gabriela con Elisa Breton, en Buenos Aires y en Paris.
También en 2023, inaugura la Sala Aberastury en Punto Azul Museo, de Silvio Oliva Drys en Sierras Bayas de Buenos Aires, Argentina. Luego de la inauguración, la sala queda abierta a otros artistas a pedido de Gabriela.
Con el ejercicio y didáctica docente, siendo artista referida en el currículo de las Escuelas Montessori de Estados Unidos y en el programa de estudio de arte abstracto de las Universidades de Talca, en Chile, con su contribución a la música clásica desde la producción radial cuyos guiones son parte de la formación Universitaria, con el fomento a la literatura en la colección para bibliófilos, co-crea, sirve a la humanidad.
Desde su propia experiencia, promueve las disciplinas artísticas como espacio de investigación interior, que junto al deporte -como entorno donde aprender a compartir- y el psicoanálisis, afirma que sustentan el desarrollo del individuo hacia una sociedad más integrada y superadora.
Con una curiosidad innata, en su edad madura, disfruta de una libertad creativa absoluta, síntesis de todo lo que ha vivido, investigado, estudiado y aprendido.
Poseedora de todo su tiempo para crear, no tiene alumnos ya, pero cuando se acercan por sugerencias, remarca la importancia de mantenerse curiosos, por los materiales, las técnicas y momentos de un proceso. En este momento de extrema libertad, de permiso para ver y probar, un recorrido es oportunidad de hallar materiales inéditos, como las resinas para sus collages.
La artista del Barrio de Villa Crespo es parte indisoluble del vecindario, no se imagina de otra manera. Ellos la conocen y a su obra. Le preguntan de sus aventuras descubriendo materiales.
Como esa caminata que hiciera con amigos, hace décadas cerca de la casa de Jackson Pollock. En la playa de The Hamptons en Estados Unidos, encuentra una madera petrificada. Simbólicamente podría ser un trozo de Alma del artista que residía en el mismo lugar. Guardó diez años la madera en su casa taller.
En pandemia hace collages. Uno, incluye esta madera en homenaje a Pollock. La obra expuesta en la muestra de la Provincia de Salta en 2022, vivió otro encuentro de amor a primera vista al ser comprada por un antropólogo con mirada de coleccionismo similar.
Científica del asombro, esta maestra colorista sabe de las maravillas de entrar a una tienda a descubrir pigmentos, como si de personalidades se trataran. De sumergirse entre lápices, guaches, acuarelas y óleos; supo que no había nada mejor para las monocopias que los InkTense.
Diferencias que percibe como huella digital. Identidad, aun bajo un mismo nombre, según la marca y la manufactura. Lo identitario que proyecta en la obra hacia al espectador, en un encuentro sublime con el mundo vibrante del color.
Desde lo oscuro de las raíces, la luz en su espectro total se incuba silente, fruto del compromiso incansable que Gabriela Aberastury vierte desde su Atalaya, para todos los tiempos.
Tesoros del subconsciente, memorias del rayo, del laberinto, del mar y del olvido entre óleos y lápices.
Con ese agua pura en sus ojos, fluye en su faena como una oda de su Ser, para conocer al ser humano en evolución y llegar a las puertas de lo incognocible; a través del arte.
Alicia Elizabeth Dalterio. Bio MMM.
Gabriela Aberastury. Bio MMM. Web.